Capitulo 3

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Sara

Llego a mi casa y abro la puerta para encontrar a mi madre en el sofá.

–Llegué. –digo cerrando la puerta a mi espalda.

Me fijo en mi madre y noto que ya se ha quedado dormida. Seguro que trabajó demasiado hoy. Sabe que no debe hacer grandes esfuerzos pero no le importa y hace caso omiso a las indicaciones del médico.

Abro la puerta del refrigerador para sacar un bocadillo. Tengo hambre.

–Sara, cariño, ¿eres tú? –escucho a mi madre levantarse.

–Si madre. No tenías que despertarte por mi, puedes seguir durmiendo.

–No te preocupes. –se acerca a mi.

–Bueno, ya que estás despierta, –cojo el cockake en mis manos y me dirijo a ella –¡felicidades! –enciendo la velita y la luz de esta la ilumina dejándome ver su sonrisa de oreja a oreja.

–Muchas gracias, mi princesa.

–De nada, mi reina. Pide un deseo. –digo y le acerco el cockake para que lo sople.

–Deseo... –dice pensativa, cierra los ojos y junta las manos. Luego sopla.

–¿Qué pediste?

–Es un secreto.

–Anda, cuéntamelo. –hago puchero.

–Si te lo cuento dejaría de ser un secreto. –dice pasándome por detrás para luego agarrar una cuchara para comer. Divide el pequeño pastel en dos con un cuchillo y comemos.

Dejo a mi madre en el salón para ir a tomar una ducha.

Me dirijo al salón después de cambiarme a mi pijima y dejar la bata de enfermera en el perchero.

Enciendo la tele para ponerme a ver una película y mi madre se sienta a mi lado para acompañarme.

Elijo yo la película y pongo una de terror ya que esas son las que le gustan a mi madre, aunque a mi no me suelan gustar mucho de este tipo.

Cada parte terrorífica de la película me parece eterna, y en cada susto trato de no dar un salto para que mi madre no piense que tengo miedo.

Al terminar la película me encuentro temblando y no es de frío.

Me levanto del sofá tratando de disimular mis temblores.

–Sara, ¿estás bien? Estás temblando. –al parecer no puedo disimular tan bien como pensé que podría.

–Si, estoy bien. –digo para calmarla, lo cual no es cierto.

Me doy vuelta para retomar mi camino a la habitación y al estar todo oscuro creo ver algo en la espesa oscuridad pero yo sé que no es real, que es producto de mi imaginación, pero mi cuerpo no lo admite. –Está todo bien Sara, nada de eso es real. Es solo tu imaginación, tu cerebro jugandote una mala pasada –digo susurrando para calmarme a mi misma.

–Sara, ¿estás hablando sola? –escucho a mi madre decir detrás de mi.

–Si, está todo bien, no te preocupes. ¿Cómo crees que podría estar yo hablando sola? ¿Yo? ¿Una enfermera tan prestigiosa cómo yo? ¿Cómo crees? Jamás podría hablar sola. Por favor. Ves demasiadas películas. –digo prácticamente balbuceando, esperando que mi madre se crea que no es así.

–Si tú lo dices. –es la última respuesta que oigo de ella antes de entrar a mi habitación.

Me meto a la cama y me cubro con una sábana de pies a cabeza.

Escucho pasos provenientes de afuera. Me pongo a pensar en lo que podría ser pero detengo mi paranoia de inmediato porque recuerdo que no vivo sola, está mi madre conmigo. Sin embargo, no me atrevo a salir y averiguar.

Justo después de otros pasos más, escucho la puerta de mi habitación rechinar y por el sonido, diría que se está abriendo muy pero muy despacio hasta chocar con la pared. Puedo escuchar pasos leves dentro de mí habitación.

Creo que ha vuelto la paranoia, o mejor dicho, nunca se fue. Me da miedo mirar, siento que voy a morir. No. No puedo morir todavía, soy muy joven para morir, yo quería morir de vieja, no por un bicharraco, menos por un infarto. Esto parecía la mismísima película de terror. ¡¡Socorro!! ¡Qué alguien me saque de aquí!

Algo me quita bruscamente la sábana y yo cierro los ojos en el acto. Me da miedo mirar, pero los abro enseguida, llevando un susto que podría haber causado mi muerte.

–¡Ah! –grito mientras camino hacia atrás y enseguida siento como se me acaba la cama y caigo al piso dejando mis pies hacia arriba y llevándome un buen golpe en la cabeza.

–¡Sara! ¿Estás bien? –es la voz de mi madre, acercándoce hacia mi apresurada.

–Veo doble. ¿Cómo se te ocurre ponerte eso? Y más después de haber visto esa película de terror. –la escucho reírse fuertemente.

–No creí que te asustarías tanto. –sigue riendo pero con menos intensidad.

¿Quién en su sano juicio, luego de ver una película de terror, se le ocurriría colocarse la máscara más aterradora y dignarce a asustar a su propia hija sabiendo que está paranoica? Solo a mi madre se le ocurriría.

–Me duele el cuello. –me quejo. Y cómo no me va a doler si caí en la posición menos cómoda del planeta y además en el suelo.

–Me imagino. –me levanto y me recuesto en la cama pasando mi mano por mi nuca y madre se sienta a mi lado.

–Sanará, no te preocupes. Buscaré algo de hielo. –diciendo esto se aleja en dirección a la cocina y trae un poco de hielo en una bolsa y lo coloca en la zona inflamada. –¿Mejor?

–Un poco. –digo mientras me acomodo.

Luego de un rato trato de dormir pero no puedo y mi madre se percata de ello.

–¿Qué pasa? ¿No puedes dormir?

–No mucho.

–Ven, –dice mientras da varios golpecitos en su regaso. –recuéstate. –y eso es lo que hago.

Cierro los ojos justo como ella me indica y luego comienza a tararear una canción de cuna dando pequeños toques en mi cabeza, lo cual está funcionando y para cuando me doy cuenta me pesan los párpados y no sé cuándo, me quedo dormida.

A la mañana siguiente me levanto temprano ya que hoy me toca guardia en el hospital.

Al despertrme me percato de que mi madre está a mi lado, aún está dormida y la dejo descansar. Me muevo lentamente para no despertarla y me levanto para ir hacia la cocina.

Desayuno, me visto, me coloco mi bata de enfermera y antes de salir tomo una hoja y un lápiz para dejarle una nota a mi madre:

Hoy tengo guardia en el trabajo por lo que alomejor no vuelva temprano y tuve que salir más temprano que otras veces de la casa. No me esperes despierta. Besos, te quiere: tu hija.

Dejo la nota pegada en el refri y salgo para el trabajo.

Tú me diste la vida: Por Segunda VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora