Capítulo 4

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Llegó el día de la esperada cita, donde Topo se arriesgaría a exponer sus sentimientos para saber si serían correspondidos.
Topo se puso su cinturón gris que combinaba con su abrigo, y ya estaba listo, aunque los nervios se lo estaban comiendo vivo.

—Vas a arruinar todo— Se burló una voz en su cabeza.

—Pobre pendejo, cree que Roberto le va a decir que si quiere ser su novio, ¡JA!— Dijo otra voz, esta vez fue más fuerte

—Te vas a morir solo— Se empezó a escuchar en bucle este pensamiento.

Todo a su alrededor empezó a oscureserce, se sentía acorralado, odiaba cuando pasaba eso.

En eso le llegó un mensaje de su amigo Santiago Marrero, esto lo sacó de su trance

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En eso le llegó un mensaje de su amigo Santiago Marrero, esto lo sacó de su trance.

Oye Topo, ¿ya estás listo?
7:15 pm

Si, pero estoy demasiado nervioso
7:15 pm ✔✔

No seas cagón😠, ya anda a ver
a Roberto
7:16 pm

Pero ¿y si arruino todo?
7:17 pm ✔✔

Tranquilo, dale que si no arriesgas
no ganas
7:17 pm

Bueno chau, que voy a llamar
a Luis
7:17 pm

😏
7:18 pm ✔✔

Cerrá el orto, pendejo😠🔪
7:18 pm

Topo decidió respirar hondo y tratar de mantener la calma, bajo las escaleras de su casa y salió de esta, se subió a su camioneta y empezó a conducir hacia la casa de Roberto .

Cuando llegó tocó la puerta, Roberto abrió, Gustavo se quedó boquiabierto, para él Robert se veía simplemente perfecto.

—Hola Gus, ¿cómo estás?— Saludó Tito.

—H-hola Robert, bien, ¿y tú?. Estás muy guapo— Por los nervios Topo hablaba casí sin pensar, sentía un ardor en sus mejillas.

—Gracias, tu también te ves bien— Contestó Robert un tanto sonrojado.

—Bueno, vamos— Dijo el guitarrista.

Ambos se subieron a la camioneta y aunque no Tito no lo notaba, Topo estaba que estallaba de la emoción y la felicidad.

Llegaron al restaurante, no era algo lujoso pero estaba lleno de gente, había mucho ruido y esto empezó a abrumar a Robert, se sentaron para ordenar. Empezaron a conversar, Roberto jugaba con las pulseras en sus muñecas, pero cada vez se le hacía más difícil disimular.

—Calma Roberto, respira hondo, tranquilo, cálmate pendejo— Roberto se insultaba a si mismo en su mente, sentía que iba a sufrir un colapso nervioso, ya había pasado demasiado tiempo desde que sufrió uno.

𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora