𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜...

Capítulo 8

Era un día criminalmente frío en Montevideo. Ese día estaba muy nublado y lluvioso.
Ya habían pasado algunos días desde el último encuentro que tuvieron Roberto y Topo.
Este último no había sabido nada del contrario durante todo este tiempo, lo había tratado de contactar por mensaje, pero Roberto simplemente lo dejaba en visto, lo estaba evitando.

Pero, ¿por qué lo estaba evitando?

Pues ni Roberto mismo sabía, desde esa noche se empezó a cuestionar si realmente sentía algo por su "amigo", bueno, ya ni siquiera sabía cómo llamarlo, como llamar a su relación, ¿lo que había dicho esa noche, lo dijo en verdad? o solo había hablado sin pensar, quizás solo se dejó llevar por el momento o tal vez si lo había dicho enserio, no estaba seguro, estos eran solo unos cuantos de los muchos pensamientos que se cruzaban y daban vueltas por su mente, ¿quizás esta sobrepensando las cosas demás?, ¿estaba sobreanalizando la situación? Su cabeza era un mar de preguntas sin respuesta, imaginando situaciones alejadas de la realidad, pero que para él eran tan reales como la vida misma.

-Esto me pasa cuando pienso demasiado- Dijo Roberto mientras soltaba un pesado suspiro, mientras abrazaba una almohada de su cama y se cubría hasta el cuello con una pesada frazada que con solo sentirla lo reconfortaba, aunque en su cabeza hubiera conflicto. Roberto estaba solo en su casa ya que Fede estaba en su colegio. Toda la casa estaba envuelta en un silencio, pero no uno cómodo, más bien un silencio violento, el único ruido externo era el que producían las gotas de lluvia al chocar con la venta.

Tito decidió que mejor trataría de dormir, tanto sobrepensar lo tenía agotado, después de un largo rato intentando no consiguió conciliar el sueño, mejor decidió colocarse sus auriculares y poner música, la música siempre lo ayudaba, cuando la escuchaba era como teletransportarse a otro mundo, era como vivir otra vida, estar en otros lugares, se sentía tan real, tanto como sentir el viento en una noche fría en la playa. La primera canción que sonó en su teléfono hizo que se emocionara y se olvidará de sus propios problemas, era Hey Jude de The Beatles, su banda favorita de toda la vida, ni siquiera se dió cuenta y ya se había perdido en la canción, estaba en su propio mundo donde todo era paz. Ese era el sentimiento que el amaba, pero, a veces preferiría compartir su mundo con alguien, crear un mundo nuevo, uno para ellos dos, y la primera persona que se le vino a la cabeza fue Gustavo, después de un rato le iba a escribir para ver si podían hablar.

...

Por otro lado, estaba Gustavo.

-¿Quizás hice algo mal?¿Creerá que soy un fácil más fácil que la tabla del cero?¿Lo hice enojar?¿Ahora me odia?- Decía Topo con un tono de voz cada vez más y más desesperado mientras daba vueltas por toda su casa y agarra cosas a las cuales les hablaba como si lo pudieran oír.

Su mente era un desastre total, era como un tornado de ideas, pensamiento, emociones y sentimientos. Se sentía tan mal y desesperado, solo quería llorar. Sentía que la cabeza le hiba a estallar. Ni siquiera había comido en todo el día, sentía que se iba a morir

Claramente los pensamientos intrusivos no tardaron en hacerse presentes entre todo este caos que reinaba sobre su ser.

-Claro que hiciste algo mal, vos haces todo mal- Dijo una voz en su mente.

-Gustavo, que patético, hablando sobre tus problemas a objetos inanimados, ¿qué más bajo puedes caer? - Decía otro pensamiento.

-Ni siquiera puedes concentrarte en la tarea más sencilla, no sirves para nada, ¿y vienes a exigir amor?, estás muy equivocado- Esa voz ya ni siquiera era un pensamiento, era un recuerdo de su padre. Esto hizo que Gustavo rompiera en llanto, se sentó en su sofá, se sacó los lentes y cubrió su rostro con sus manos.

Se sentía desesperado, en ese momento desearía que alguien llegara a su puerta y lo rescatara de sus problemas, algo que siempre había deseado y nunca había pasado. En ese momento sentía que todo a su alrededor desaparecía, simplemente se desvanecía, todo se hundía a su alrededor, se sentía más solo que nunca.

-¿Por qué siempre tengo que sufrir en silencio? - Se cuestionaba mientras sus pensamientos lo emboscaban y lo envolvían, era como estar enfermo en su propia tumba, la cual el mismo había cavado.

-Ya mejor acaba con tus problemas, deja de ser la carga que le pesa a los demás, acaba con tu sufrimiento, acaba con todo...- Gustavo estuvo a punto de levantarse y hacer algo que lamentaria, pero habló la voz de la razón.

-Calma Gustavo, para razonar tienes que calmarte, mejor duerme un poco- Topo se acostó en posición fetal en su sofá mientras abrazaba a si mismo algunas lágrimas seguían cayendo por sus mejillas desde sus ojos rojos y ligeramente hinchados.

-Ya no puedo más... - Dijo para después dormirse profundamente.