Capítulo 9

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Gustavo estaba sentado tranquilamente en su sofá, cuando recibió una llamada telefónica de parte de Roberto, lo que le alegro, y decidió contestar.

—Aló, Roberto— Dijo Gustavo emocionado, aunque quería una explicación sobre porque Roberto se había mostrado tan distante ignorandolo como si no existiera.

—Hola Gustavo, necesito hablar contigo— Dijo Roberto con un tono de voz seco e inexpresivo, como si ni siquiera fuera una persona, esto hizo asustar un poco a Gustavo.

—Claro, ¿qué pasa?— Preguntó Topo con nerviosismo en su voz, se preguntaba dentro de sí que era lo que Roberto quería hablar con él, por alguna razón tenía un mal presentimiento sobre ello.

—Seh... mira... ya no vas a estar en la banda— Roberto dijo esto de una manera que parecía que no le importara en lo absoluto.

—¿Qué...? — Topo estaba en shock, no podía creer lo que acababa de escuchar, ¿acaso Roberto le estaba tendiendo una broma?, pues si ese era el caso no le estaba agradando en lo absoluto— Disculpa, ¿por qué dices eso? —
Dijo Topo nervioso por la repentina noticia, mientras trataba de mantener la compostura, quería una razón lógica, aunque dentro de si mismo se preguntaba ¿había una razón lo suficientemente lógica para poder asimilar lo que le acababan de decir?.

—Nunca has tocado bien la guitarra, lo único que haces es estorbarnos, y nosotros no nos podemos permitir tenerte como integrante, eres una carga que pesa Gustavo— Roberto hizo una pausa para luego retomar lo que estaba diciendo, pausa la cual Topo no interrumpió por que se le había hecho un nudo en la garganta— Además ya no estoy cómodo ni siquiera hablando contigo, ya no quiero que nos volvamos a ver, eres demasiado irritante, me cansas— Topo al escuchar estos comentarios de parte de la persona que más le importaba hacia que en su pecho se sintiera un dolor punzante, como si hubiera sido apuñalado, haciendo que las lágrimas no tardaran en aparecer y rodar por sus mejillas.

—Pero la otra noche- — Dijo con un tono de voz quebrado, pero no pudo seguir hablando porque fue interrumpido por Roberto.

—Eso solo fue por un momento de felicidad, una aventura de una noche y nada más, igual ya ni como amigo te soportaba— Dijo Roberto de forma fría, como un glaciar.

—Tu solo jugaste conmigo, ERES UN MALD-— Nuevamente volvió a ser interrumpido.

—Bueno eso es todo, adiós— Dijo con un tono que denotaba disgusto para después colgar la llamada.

Topo dejó caer su teléfono que rebotó en el sofá para luego caer al suelo. Gustavo estaba devastado, toda su vida se había desmoronado en un segundo, no lo podía creer, sentía que en cualquier segundo perdería toda cordura. Ya no tenía razones para seguir viviendo.

—Felicidades Gustavo, lo arruinaste todo, es lo único que sabes hacer bien— Decía una voz en su cabeza de forma burlesca, esa voz solo estaba echándole sal a la herida, lo peor del caso era que esa voz era la de su padre, lo que hizo que recuerdos del pasado lo emboscaran.

—¿Por qué no puedes ser normal? Asquerosa aberración de la naturaleza—

—Eres un maldito anormal, una carga, un inútil—

—Vamos, ya no tienes más excusas, hazlo— Decía otra voz incitándolo a acabar con todo, voz a la cual Topo decidió obedecer.

Se levantó del sofá, caminó hacia su balcón, al salir a este una fuerte brisa lo golpeó, ya era de noche. Con lágrimas en los ojos subió a la baranda del balcón mientras veía unos pocos coches pasar por la carretera, al él vivir en uno de los pisos más altos de su edificio intuyó que lo que iba a hacer sería rápido e indoloro.

—Hazlo—

—Hazlo—

—HAZLO DE UNA VEZ—

Con el helado viento nocturno empujándolo hacia su destino y las voces de su cabeza incitándolo a realizar tan terrible acción, Topo dió un paso hacia a delante. Dando fin a su sufrimiento, al que él le llamaba vida.




Y entonces... Gustavo despertó.

Asustado y temblando, con lágrimas en los ojos se levantó de su sofá, pero tuvo que volver a sentarse ya que al no comer nada en todo el día se sintió mareado .

—Fue solo una pesadilla, solo una pesadilla, solo una pesadilla... — Se repetía a si mismo tratando de calmarse, mientras se abrazaba a sí mismo.
Un rato después de haber conseguido calmarse, se refregó los ojos, luego buscó sus lentes que estaban sobre la pequeña mesa de café que estaba frente al sillón.

Decidió que tenía que ir a comer algo, o de lo contrario se desmayaría, se dirigió a la cocina y se preparó un simple cereal con leche, que comió a regañadientes ya que no tenía apetito en lo absoluto.

Después de eso puso los platos en el fregadero, los lavaría más tarde, si es que no procrastinaba o olvidaba hacerlo, en ese momento no tenía ganas de nada, estaba muy deprimido y además de que aún habían estragos de ese sueño en su cabeza, aunque en el fondo, muy en el fondo, Gustavo hubiera deseado que si hubiera pasado la parte en donde acababa con todo.

Se metió a su habitación, se acostó en su cama y puso una serie en la televisión, a la cual después de un rato le perdió el ritmo ya se había perdido en sus pensamientos.

Topo no revisó su teléfono el cual estaba lleno de mensajes de parte de Robert.

...

Mientras tanto Roberto.

Estaba acostado sobre su cama, muy nervioso, pensaba que el haberse alejado de Topo había arruinado por completo todo tipo de relación entre ambos, un pensamiento algo exagerado, bueno, eso suele pasar cuando sobrepiensas. Pero Roberto se había alejado porque estaba muy abrumado por los recientes acontecimientos, que en su opinión, habían pasado demasiado rápido y necesitaba un tiempo para poder procesar todo de la mejor manera, y no pensó en si esto afectaria a Topo.

—Debí haberle avisado, por favor Roberto, ¡qué pendejo que soyyy!— Decía Robert mientras daba pataditas en su cama, él sabía que lo tenía merecido por desaparecer sin dar una sola explicación. Aunque Gustavo no lo estaba ignorando a propósito, y desconocia si siquiera Roberto le había escrito, este suceso pasaba a modo de karma.

—Debo arreglar esto— Dijo levantándose de su cama.

𝐻𝑎𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑣𝑎𝑝𝑜𝑟𝑎𝑟𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora