Capitulo 17

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Stavros camina conmigo de regreso a la cama, me encargo de cubrirlo con las sabanas para que finalmente termine dormido aferrado a mí. Lo observo directamente, nunca podría describirle a nadie la conexión que ambos tenemos, creo que es muy difícil poder decirle a otra persona lo que sientes cuando estas con la persona indicada, cuando has encontrado a tu otra mitad, simplemente lo sabes desde el primer momento en que lo ves.

—Estaré contigo pase lo que pase —le susurro mientras lo beso en los cabellos.

Finalmente cuando me que he quedado un buen rato cerciorándome de que no se despierte me quedo dormida a su lado.

El sonido del despertador me hace abrir los ojos de golpe, mi atención se fija en el lado derecho de la cama, Stavros no está ahí. Miro el reloj que reposa en la mesa de noche son cerca de las nueve de la mañana.

—ciao belleza mía.

Escucho su voz que sale del cuarto de baño, sus ojos se posan en mí.

—Buen día, ¿Cómo te sientes? —le pregunto.

—De maravilla —sonríe y ajusta su reloj de mano—. He mandado a preparar el desayuno, tengo que salir temprano a cerrar algunas cosas pendientes que deje.

—¿De nuevo te irás?

—Belleza, me quedaría aquí —se acerca hasta mí y me toma de las manos—. Desearía con todas mis ganas quedarme en esta cama contigo pero hay algunas cosas que no puedo dejar pasar. Sin embargo estoy dispuesto a compensarlas más tarde —me roba un beso en los labios.

—¿No crees que nos debemos una conversación sobre lo que me dijiste anoche? —le pregunto.

—¿Sobre lo que dije anoche? —enarca una ceja.

—Sí, sobre lo de perdonarte y no irme de tu lado.

Él se queda en silencio unos segundos y vuelve a hablar.

—No recuerdo mucho de lo que sucedió anoche.

—¿No lo recuerdas o no deseas hablar del tema?

—Ann, anoche me pase de copas, lo admito, y me disculpo por ello. No quise causarte un disgusto.

Bufo.

—Está bien, olvidaré lo que dijiste ayer, hasta que lo recuerdes.

—Dejemos de lado el tema de la borrachera —me toma de los brazos—. Bajemos a desayunar, Alba ha preparado un rico desayuno.

—Tengo que ducharme primero, adelántate.

Stavros obedece, sale de la habitación y yo me quedo en ella para poder correr directo a la ducha y darme un baño rápido, una vez aseada y cambiada bajo los escalones hasta el comedor en donde nos recibe la empleada, ella acomoda los dos platos y para servir el desayuno. Stavros permanece concentrado en su teléfono móvil, de pronto cruza una mirada rápida con Franco, como si le diese una especie de indicación, el moreno obedece y deja el comedor para ir en dirección a la puerta trasera de la casa.

—¿Todo bien? —le pregunto.

—Sí, nada de qué preocuparse —se limita a decir.

—Aquí tiene señor Annaliese —la mujer me sirve una taza de café y otras cosas como tostadas con mantequilla, huevos revueltos, un bol con fruta y un vaso con agua.

—Gracias Alba —le respondo.

—Es un gusto.

Ella se retira una vez le ha servido el mismo plato a Stavros y nos deja solos de nuevo en la mesa del comedor.

Guardián Oscuro (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora