Capítulo 1 // El primo José.
Asher.
Pateé la pelota con la pierna izquierda y entró directo al arco por en medio de las piernas del portero, provocando que el estadio estallara en vítores.
Salí corriendo hacia una de las esquinas de la cancha, preso de la euforia, e hice mi celebración: una reverencia hacia el público. La gente se volvió aún más loca, sobre todo las mujeres.
No era por nada, pero cuando yo jugaba, más de la mitad del estadio se llenaba de mujeres, algo extraño. No lo digo yo, lo decían las estadísticas.
Por eso no vi nada malo en guiñar un ojo a una rubia guapa que vi en las gradas, sacándole un chillido de emoción. No la vería nunca más en mi vida, pero seguro que le había alegrado el día.
Mis compañeros tardaron pocos segundos en llegar hacia mí para abrazarme y levantarme en brazos entre todos.
—¡Joder, vaya caño, hijo de puta!— exclamó mi mejor amigo y compañero de equipo, Elias Shefford.
—¡Eres una puta máquina, Príncipe!
—¡Hazme un hijo, por Dios, ese caño fue lo mejor que he visto en mi vida!
—¡Felicitaciones, Príncipe!
—¡Vaya golazo!
—¡Bestia, te voy a hacer un altar!
Yo lancé una carcajada mientras volvía a poner los pies en el césped sintético con los brazos en el aire. Era el segundo gol que hacía en el primer tiempo del partido y el trescientos y pico de toda mi carrera, pero el sentimiento de emoción y plenitud cada vez que hacía uno no desaparecía.
"King, King, King". El público coreaba mi apellido de la misma manera que lo habían hecho con mi padre en sus tiempos.
—Bien hecho, Príncipe— me dijeron, palmeándome la espalda amistosamente.
Me di vuelta para encontrar a Danilo Hamilton sonriéndome con orgullo fraternal. Le devolví el gesto y le di un corto abrazo.
—El gol ha sido prácticamente tuyo, Danilo. Ese pase ha sido uno de los mejores que me has hecho— le dije mientras caminábamos de nuevo hacia el centro de la cancha.
Danilo me guiñó el ojo y comprendí por qué lo quería como si fuera mi segundo padre.
Lo conocía desde que era pequeño. El brasileño era un gran amigo de mi padre, Jagger King. Así que cuando me convocaron para jugar en el club Thames United FC, él fue el primero que me hizo sentir parte del equipo y el único que me pasaba el balón.
Al principio, todos los de mi club creían que solo estaba ahí de enchufado y que era un niñito rico encaprichado con ser futbolista. No los culpo. A mí también me habría parecido raro que entrara un chaval de dieciocho años a jugar como titular desde su primer partido y que, casualmente, ese chaval era hijo de dos famosos.
Pero al poco tiempo se dieron cuenta de que tenía razones para estar allí. Así que nadie discutió cuando me dieron la camiseta número nueve tan solo a los dos meses de entrar. Tampoco podía decir que se habían puesto contentísimos, pero eso no me importaba. Danilo tenía el número diez.
Yo estaba allí con un solo objetivo: hacer lo que más me apasionaba en el mundo, el fútbol. Así que me la sudaba bastante lo que opinaran los demás.
Volví a posicionarme en mi lugar y el árbitro pitó el silbato, indicando que el partido seguía. El equipo rival de hoy no era cualquiera. Eran nuestros mayores rivales: Stellena FC.
ESTÁS LEYENDO
Líneas Paralelas ©
RomanceLas líneas paralelas son líneas que nuca se cruzan. Pueden acercarse, pero no encontrarse. Están destinadas a orbitar una junto a la otra y a recorrer el mismo camino, pero jamás conocerse. Hazel y Asher eran líneas paralelas. O eso era lo que ello...