Capítulo 2 // Casualidades no tan casuales.

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Capítulo 2 // Casualidades no tan casuales.

Hazel.

Lancé todo lo que tenía en el estómago por el retrete mientras yo misma me sujetaba el pelo en una coleta y Steve, mi hermano, me observaba con rabia.

Hacía ya quince minutos que estaba vomitando y parecía que nunca iba a acabar.

Me dio una última arcada antes de que mi hermano me pusiera de pie y tirara de la cadena.

—Joder, como escuche otra arcada más, me pondré a vomitar yo también— murmuró—. Cepíllate los dientes y sal. Te esperaré afuera para hablar.

Un escalofrío me recorrió. No me gustaban las maneras en las que Steve "hablaba". Siempre se dejaba dominar por la ira y yo debía aguantarlo.

Era la una de la madrugada pasada y lo único que me apetecía era dormir. No quería hablar con él. Pero sabía que no existía persona que pudiera dejar a Steve Graham con las palabras en la boca.

Exceptuando a Asher King, claro.

Sacudí la cabeza para borrar sus ojos de mi mente de una buena vez por todas. Era mejor si no me lo cruzaba nunca más en mi vida. La vergüenza que había pasado con él no la reviviría ni por mil millones de dólares.

Me cepillé los dientes lo más lento que pude, me lavé la cara y salí del baño. Caminé de cuclillas hasta mi habitación para evitar a mi hermano, pero lo acabé encontrando sentado en mi cama. Pegué un respingo y dije:

—Sal de mi habitación, por favor. Me quiero cambiar.

—No me pienso ir hasta que me digas qué hacías en el club con Asher King— espetó con una mirada acusadora—. ¿Sabes todo lo que te podría haber hecho por el simple hecho de ser mi hermana? ¿Crees que verdaderamente fue una casualidad que lo encontraras allí? Seguro lo hizo a propósito para fastidiarme...

—Ya te lo dije mil veces, Steve— suspiré—. Lo confundí con otra persona porque estaba ebria y él me ayudó. Fin de la historia...

Él lanzó una risa burlesca.

—¿De verdad crees que te ayudó por la bondad de su corazón? Hazel, no seas ilusa, por Dios— pidió—. King es un capullo egoísta que no piensa en nadie más que sí mismo. Si no hubieras estado tan ebria, seguramente te habría llevado a su cama solo para regodearse conmigo...

—Steve, basta— pronuncié lo más firme que pude, aún un poco mareada—. Los problemas entre ustedes deberían quedarse en la cancha, como tú dijiste. Yo no tengo nada que ver con que te haya ganado un partido hoy o lo que sea. Si no fuera por él, ahora estaría tirada en algún callejón probablemente violada o asaltada. No sé cuáles fueron sus motivos para ayudarme, pero lo importante es que lo hizo...

—¡Hazel, escúchate!— proclamó, hastiado—. Suenas como sus fanáticas deféndiendolo a capa y espada. ¿Estuviste con él? ¿Te hizo algo? ¿Te invitó a salir? Yo sabía que no podían ser coincidencias, ese hijo de puta...

—¡Steve, escúchate tú, pareces un demente! ¿Cómo se te ocurre que podría salir con él? ¡Lo conocí esta noche y fue por error!— me defendí.

¿A qué venían todas esas reclamaciones? Steve nunca fue un hermano celoso. Es más, ni siquiera le había importado cuando se enteró de que sus propios compañeros de equipo coqueteaban conmigo.

Pero Steve le daba tanta importancia a lo de Asher porque le lastimaba el ego. Le volvía loco saber que su rival podía estar con su hermanita. Y sobre todo luego de que le ganara el partido y lo provocara durante toda la noche.

Líneas Paralelas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora