El amor de mi vida

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Este capítulo és extremadamnte largo, sorry. Es que no he sabido resumirlo mejor. ¡Disfrutad!


Después de inspeccionar todo el apartamento me encierro en mi habitación. Suspirando voy hacia la maleta. El abuelo pagó a un hombre para que trajera todas mis pertenecías a mi habitación. Es curioso como a veces nos permitimos estos lujos y luego la abuela va siempre con el mismo delantal deshinchado que ha pasado por todo el árbol familiar. Desempaco todo lo que tengo al cabo de dos horas. Me levanto triunfante.

—No has podido conmigo maleta del infierno—la señalo.

Voy al único baño que hay y me ducho rápidamente. Solo me lavo el cuerpo. Tener que peinar mi mata de rizos es un desafío que no puedo hacer hoy. Me envuelvo en una toalla y me pongo mi pijama de corazoncitos. Es bastate revelador, pero la verdad no me importa. Salgo de la ducha haciéndome un moño rápido. Alguien toca a la puerta justo cuando paso al lado. Arqueo una ceja y acabo mi moño improvisado. Algunos rizos rebeldes se han soltado, pero que se le va a hacer. Abro la puerta. Me espero encontrar hasta el rey de España meno a él. Tengo a Matthew Ivanov delante de mi cara. Con sus dos amiguitos detrás. Me mira extrañado. Frunzo el ceño. Le cierro la puerta en la cara tan tranquila. Oigo la risa de uno de los amigos. Voy a alejarme y hacerme algo de cenar cuando vuelven a llamar a la puerta. Lo hacen bastante fuerte. Deduzco que no le habrá hecho mucha gracia. Decidida a hacer rabiar al musculitos vuelvo a abrir.

—Ah, ¿sigues siendo tú?

Hago el amago de volver a cerrar la puerta en su cara, pero su mano la frena y la estampa contra la pared de lo fuerte que la empuja. Sonrío divertida y lo miro burlona.

—Cuanta violencia por la noche.

—¿Qué haces aquí? —pregunta cabreado.

—Me he colado, soy una espía rusa, ¿no te lo había dicho? Siempre lo digo cuando me presento, ah, claro, que tú me has empujado y ni me has preguntado mi nombre. Muy bonito Ivanov, y yo que pensaba que nos llevábamos como hermanos.

—Superalo de una vez —dice despectiva.

—No me da la gana —me cruzo de brazos.

—Infantil.

—Gnomo de jardín.

Entrecierra los ojos y yo hago igual. Bufa y hace el amago de entrar. Me pongo en frente suyo cortándole el paso.

—Si no te apartas, te aplasto.

—¡Juralo! —digo riendo.

—¿Matt? —pregunta Dylan que se ha puesto a mi lado.

—¿Lo conoces? —pregunto extrañada.

—Claro, es mi hermano —dice encogiéndose de hombros.

Abro la boca y veo una sonrisa triunfante por parte del musculitos. Algo cabreada miro a Dylan.

—¿Esto es tu hermano? —señalo con el dedo a toda su persona.

—Así es —asiente sonriendo.

—Dios mío, lo siento mucho, ¿cómo lo llevas? Debe de ser duro.

Escucho el gruñido de Nov y sonrió inocentemente. Me aparto de la puerta y voy hacia la cocina ignorándolos a todos. Veo por el rabillo del ojo como los tres mosqueteros entran. Los tres me miran.

—Bueno, prestamente a tus amigos Nov, sería todo un placer —miro sonriente al gnomo.

—Yo soy Hugo —se presenta el rubio acercándose.

Arderemos juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora