II

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- ¿No estás emocionada? – preguntó Melanie.

- Bueno si, tal vez un poco. – admitió tomando un sorbo de vino mientras sus ojos buscaban involuntariamente los de Olivia.

Después de enviarles un mensaje de texto diciéndoles que iba a Nueva York, organizaron una noche de chicas para tomar unas copas antes de su viaje. Descubrió que tener a Olivia cerca de ella no era tan insoportable como antes. La asfixia enmascarada por una sonrisa, el ataque de pánico subyacente cada vez que la tocaba casualmente, los músculos de su pecho que se contraían dolorosamente cada vez que la veía besar a Alex, los celos que se veía obligada a tragar con un sorbo de vino o whisky y luego sofocar en los brazos de algunos de sus amantes.

- Hay lugares geniales para visitar en Nueva York, estoy segura de que te entretendrás y disfrutarás tu tiempo allí. – dijo Olivia con una sonrisa.

- ¡Oh! Saskia disfrutará su tiempo allí, de eso estamos seguras, ¿no? – señaló Melanie con una sonrisa coqueta mientras levantaba su copa para brindar con la pelinegra, quien se encogió de hombros y le sonrió, chocando sus vasos.

- Tengo que irme. Le pedí a Alex que me recogiera, pensé que le tomaría más tiempo terminar en la oficina. – dijo Olivia con una sonrisa triste mientras revisaba su teléfono.

- ¿Tan pronto? – preguntó Melanie. Saskia permaneció en silencio solo asintiendo. En otra vida podría haberse ofrecido a llevarla de regreso a casa "¡Que se joda Alex!", pero límites.

- Está bien Olivia, muchas gracias por esto. – dijo levantándose para despedirse. Melanie la siguió.

- ¡Hagamos esto más seguido, te extrañé mucho! – dijo Olivia abrazándolos antes de irse.

Melanie y Saskia permanecieron un poco más en el bar, hablando sobre los hijos de Melanie y cómo la terapia había estado cambiando su dinámica con Michael. Confesó que a veces todavía tenía pesadillas con Jakob. Saskia tomó su mano sobre la mesa y la apretó suavemente mientras una lágrima corría por la mejilla de la rubia.

- ¡Ugh! Lo siento. ¿Qué pasa contigo? Pensé que le pedirías a Olivia que se quedara. – dijo, tomando una servilleta para secarse las lágrimas. Saskia sonrió.

- Límites. – respondió ella, pidiendo más bebidas.

- Bien. – dijo la rubia con una suave sonrisa.

Saskia se ofreció a llevar a Melanie a casa. Michael todavía estaba despierto; por lo que le abrió la puerta principal a su esposa cuando esta salió del auto, saludando a la abogada a la distancia, quien le devolvió el saludo.

- Que tengas un buen viaje y no tengas sexo irresponsable. – dijo Melanie con una sonrisa. Saskia le guiñó un ojo y sonrió.

Se alejó después de verlos caminar dentro de la comodidad de su hogar. Ya era la víspera de su viaje y Saskia se encontró conduciendo hacia un lugar que conocía bien. Abrió la guantera y sacó los cigarrillos, se puso uno entre los labios y lo encendió con el encendedor del auto y luego salió, caminando hacia la mujer vestida de negro.

- No te he visto en mucho tiempo. – dijo la mujer, asegurándose de que todas las puertas del camión de comida estuvieran correctamente cerradas.

- He estado ocupada. – respondió ella, metiendo su mano libre en el bolsillo delantero de su pantalón. - ¿Estas libre esta noche? – preguntó, llevando el cigarrillo a sus labios mientras arqueaba una ceja.

La mirada de la mujer la recorrió de pies a cabeza. El gesto podría hacer que alguien más se sintiera un poco incómodo, pero ella no, estaba acostumbrada.

- Puede que esté libre esta noche, pero primero necesito una ducha, fue un día largo. – dijo, acercándose a Saskia.

- Quizás tenga una bonita bañera. – respondió la abogada, inmóvil, sonriendo y sin romper el contacto visual.

Como siempre, fueron al apartamento de Saskia, la mujer dejó su bolso en el suelo junto a la puerta y se giró hacia la ojiverde, empujándola contra la pared y besándola con una mezcla de hambre y suavidad que hizo que Saskia gimiera en su boca.

- Baño... - murmuró.

Caminaron hacia el baño mientras se besaban, despojándose de la ropa en el camino, sus corazones latían cada vez más fuerte, su deseo era incapaz de ser contenido. Una vez que ambas estuvieron desnudas en la bañera, los instintos básicos de Saskia controlándola cuando tomó posesión de su amante, una sinfonía de gemidos resonó en el apartamento mientras besaba su cuello.

Más tarde se mudaron al dormitorio y Saskia montó su deseo encima de su amante, pero sintió que, en lugar de estar saciada, su lujuria solo aumentaba exponencialmente.

Fue con un beso en su hombro seguido de un alentador "Eso es..." , después de que su amante la penetró por detrás repetidamente que finalmente se corrió. La mujer permaneció en esa posición, con la frente contra la espalda de Saskia, recuperando el aliento. Ella introdujo diabólicamente sus dedos lentamente dos veces más, escuchándola gemir suavemente mientras descendía de su orgasmo, luego los retiró con cuidado. Saskia se giró para acostarse boca arriba mientras su amante salía de la cama y comenzaba a vestirse. Saskia encendió la lámpara, exponiendo sus pechos a la mujer. Cogió un cigarrillo y el encendedor. Mientras lo encendía, su mirada recorrió los contornos del cuerpo de su amante.

Una parte de ella quería pedirle que se quedara, que se acostara a su lado, que simplemente hablara con ella, pero conocía las reglas porque ella las había creado: "Nada de pasar la noche y Sin conversaciones." En su mente, se sentó en la cama y tomó las manos de la cocinera para acercarla más, aprisionándola en un beso. Pero en realidad no hizo nada... no dijo nada.

- Ya nos veremos. – dijo la otra mujer en voz baja. Saskia asintió con una sonrisa y se llevó el cigarrillo a los labios.

Escucho la puerta de su apartamento cerrarse; el eco llenando el espacio a su alrededor.

***

El viaje fue tan agotador como había previsto. A pesar de la comodidad de la sala VIP del aeropuerto y de la clase Business del avión, se sentía cansada. Cuando llegó a Nueva York, todo lo que quería hacer era acostarse en la cama y cerrar los ojos hasta el lunes por la mañana. En cambio, caminó por el lujoso vestíbulo del hotel y casi se estrella contra una columna de mármol debido a la fatiga antes de llegar a la recepción. Cuando la joven completó el proceso de registro, pudo ir a su suite.

Una vez allí, se tomó unos momentos para apreciar el lugar. Tenía una vista de la ciudad a través de las ventanas de la sala de estar y del dormitorio. La sala de estar incluía un sofá, una mesa de centro, un televisor y una pequeña cocina con desayunador. Detrás de la pared con el televisor estaba el dormitorio, que tenía una cama tamaño queen. Mientras estaba sentada en la cama, la palabra "Suave" salió de sus labios en un susurro.

Una vez que se familiarizó con el espacio, se duchó y se puso ropa cómoda, pidió servicio a la habitación, desempacó su maleta, colocó un libro negro no más grande que un celular en la mesa de noche y se sentó en la barra de la cocina con su computadora portátil para trabajar en algunos casos pendientes que aun necesitaba completar.

Después de 20 minutos de trabajo, recibió un mensaje de texto de Ted.

>> ¿Cómo estuvo el viaje?

>> Como un paseo por el parque. – respondió ella con una sonrisa. – Estoy trabajando en algunos contratos pendientes. –

>> Déjame saber si podemos ayudarte con algo. - le respondió su jefe.

Ella sonrió, tomó un sorbo de vino y siguió trabajando hasta que el horizonte mostró las luces nocturnas de la ciudad y se sintió demasiado cansada para continuar.

ENCUÉNTRAME A MITAD DE CAMINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora