VI

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Saskia se despertó a las 10:45 am. Desnuda, agradablemente dolorida y con la cabeza palpitando, ya sea por el alcohol o por la falta de sueño. A pesar de ello, se sentía relajada.

Las persianas estaban cerradas y cuando se dio la vuelta, se dio cuenta de que el otro lado de su cama estaba vacío. Ella gruñó "¡Por supuesto que se fue!" Se sentó, agarró el frasco de pastillas que estaba en la mesa de noche y sacó dos.

Caminó hasta la cocina por un vaso de agua, vestida únicamente con la bata de seda de la noche anterior, pero se detuvo en seco cuando vio a la castaña sentada en el sofá, completamente vestida. Sadie se levantó rápidamente, llevando las manos a la espalda.

- No quería despertarte, pero te traje algo de desayuno de Herb N'Kitchen . -

- Gracias... - respondió Saskia con una suave sonrisa. - ¿Comiste algo? –

- Sí, un café y un sandwich... - respondió.

La mujer de cabello negro quería decir muchas cosas, pero Sadie parecía un poco cautelosa.

- ¿Estás bien? – preguntó Saskia caminando hacia ella, pero la castaña dio un paso atrás, por lo que se detuvo.

- Anoche... - comenzó la castaña, pero Saskia la detuvo.

- No necesitamos hablar de eso si no quieres. –

Saskia estaba acostumbrada a esto, para algunas personas podría ser fácil dejarse llevar y pasar un buen rato, pero el arrepentimiento de la mañana siguiente era insoportable para ella. Sus miradas de disculpa cuando intentan decir: "Esto no volverá a suceder".

En ese momento, Sadie levantó las manos en el aire.

- No por favor. Quiero hablar de esto, estaba esperando que despertaras... -

Mientras hablaba, la atención de Saskia se centró inmediatamente en el pequeño libro negro que Sadie tenía en la mano derecha. Ese pequeño y sucio libro negro. Sintió que la sangre abandonaba su rostro y los latidos rompían sus sienes. Se aclaró la garganta y trató de tragar el nudo que se había formado en ella. Sadie caminaba de un extremo a otro del pequeño espacio.

- ¿Por qué tienes mi diario? – murmuró Saskia, con voz dolida.

Sadie la miró confundida pero luego se dio cuenta de que la mirada de la australiana estaba fija en el libro negro que tenía en la mano. Saskia cruzó el espacio entre ellas en tres largas zancadas y con fuerza le arrebató el diario de las manos.

- ¡Ey! – dijo el periodista sintiendo el tirón.

- Fuera. De. Mi. Suite. – dijo Saskia apretando la mandíbula, sus ojos más verdes que nunca. - ¡Tomaste mi diario, violando mi privacidad y lo leíste como si nada! – dijo mientras alzaba la voz.

- Yo no... mira, lo siento..-

- ¿Lo siento? ¿Crees que decir Lo siento solucionará esto? Sadie, ¡no todo el mundo es un misterio esperando a ser resuelto por algún periodista! - dijo la abogada, agitando su diario en el aire antes de tirarlo sobre el sofá.

- Saskia, lo que escribiste ahí... - comenzó Sadie, dándose cuenta de que no estaba defendiendo bien su caso.

- Esto nunca debería haber sucedido. ¡Debería haberme alejado de ti desde el primer día! – dijo la mujer comenzando a caminar.

- ¡Esa es una estupidez y lo sabes! – exclamo Sadie, caminando en dirección opuesta a Saskia.

- Vete. – dijo la pelinegra detrás del periodista, aunque su voz sonaba más como el gruñido de un animal herido. – Buscas la aprobación constante de todos los demás incapaces de ver tu propio valor. Intentas ser graciosa todo el tiempo, pero en el fondo te estás cagando de miedo porque no quieres involucrarte con nadie. Eres una maldita cobarde. – Sadie se giró y vio que Saskia ahora estaba frente a ella. – Eres una mujer adulta que aun actúa como una veinteañera. -

ENCUÉNTRAME A MITAD DE CAMINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora