Capítulo 5

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Después de la reunión entre Izuku y Nezu, nos encontramos en la lujosa limusina que surca la ciudad. Izuku observa la ciudad y a las personas pasar por la ventana, con una mirada cansada que luego desvía hacia las pantallas dentro del vehículo. En ellas, se proyectan imágenes de cámaras de seguridad ubicadas en almacenes y en el puerto. En una de estas cámaras, se distingue a Toga, quien saluda alegremente a la cámara mientras coordina las labores con los trabajadores, indicándoles cómo mover las cargas. La actitud infantil de Toga provoca una leve sonrisa en Izuku, trayendo a su mente recuerdos de alguien del pasado. Sin embargo, este momento se ve interrumpido por el chofer de la limusina, quien se dirige a Izuku.

Conductor: ¿A dónde nos dirigimos, jefes? Hemos estado dando vueltas por la ciudad. -mira a Izuku a través del retrovisor-

Izuku: -suspira cansado- Vamos a las afueras, a las centrales eléctricas. Necesito hablar con alguien. - dirigiéndose al conductor - Y sabes que puedo conseguir que alguien te cure esas quemaduras, ¿verdad? Dabi.

Dabi, el conductor, deja escapar una pequeña risa y, sin dejar de conducir, abre su camisa. Se remanga las mangas del saco y de la camisa, y finalmente se quita los grandes lentes negros, revelando las quemaduras en su piel.

Dabi: Sabe, jefe, estas quemaduras son el recuerdo de alguien que no cumplió su promesa. Son un recordatorio de que debo ser más fuerte que esa persona.

Izuku deja escapar una pequeña risa al escuchar a Dabi, encontrando algo de gracia en la determinación de una persona que, a pesar de sus quemaduras, sigue adelante con fuerza para superar a aquel que no cumplió una promesa

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Izuku deja escapar una pequeña risa al escuchar a Dabi, encontrando algo de gracia en la determinación de una persona que, a pesar de sus quemaduras, sigue adelante con fuerza para superar a aquel que no cumplió una promesa.

Izuku: -acostándose contra el asiento de la limusina- Sabes que trabajas para mí, ¿verdad? Has visto las cosas que hago. ¿Te parece bien?

Dabi: En mi opinión personal, jefe, usted está simplemente siguiendo lo que su corazón le dicta. Y si su corazón le indica que debe hacer algo, incluso si implica matar a alguien para alcanzar un objetivo en común o algo mejor, entonces siga su corazón.

Izuku: -suspira- No estás equivocado en absoluto. Siempre sigo mi corazón. Pero, ¿qué pasa si el corazón se equivoca?

Dabi: -mirando a Izuku a través del retrovisor- Entonces tendrá que usar su cerebro y tener ideas rápidas para seguir avanzando.

Izuku: ¿Alguna vez has pensado en regresar con tu familia?

Dabi: Sí, a veces me gustaría visitar a mi madre en el hospital psiquiátrico donde está. Pero ¿cómo respondería al ver a su hijo, a quien considera muerto, convertido en un monstruo? -suspira- ¿Y usted, jefe?

Izuku: Mi madre siempre está en la oficina de la empresa, siempre la veo. Mi padre nos abandonó cuando nací, así que nunca lo consideré como tal. -se acerca a Dabi para mostrarle una foto de una niña- Pero me gustaría ser un buen padre para ella.

Dabi: -viendo la foto- ¿Quién es la niña, jefe? ¿Su hija?

Dabi: -viendo la foto- ¿Quién es la niña, jefe? ¿Su hija?

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