𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈𝐕

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𝙻𝙸𝙽𝙳𝙰 𝙼𝙸𝙻𝙻𝙴𝚁

Sentir que la vida se te va con solo una pequeña arma, es algo que no he sentido y me atrevo a decir que nunca sentiré aquello

Empujo a David hacia un lado cayendo yo encima de él -¿Qué pasa?- me incorporo y miro detrás de mi donde el arma se incrustó, me levanto y corro hacia la gran ventana, del final del pasillo, esperando ver algo y solo logro ver una cabellera negra alejarse

-¡Rayos!- volteo buscando el extintor y cuando lo encuentro, lo saco -Mientras más esperamos, más peligroso es- sostengo el extintor con las dos manos y lo impacto de golpe en la puerta, lo hago unas veces más hasta que la puerta se agrieta, lo dejo por ahí y levanto mi pie para romper la madera agrietada, finalmente logrando abrir la puerta -¿A que hora encontramos el cuerpo?- lo miro al no escuchar respuesta -¡David reacciona!

-A las tres- dice recostándose en el umbral -Casi muero- susurra

-Si, de nada- coordino la hora en el teclado -La salida de hoy fue a las doce de manera general, significa que tantos conserjes como docentes salieron a las dos de la tarde- en la computadora se muestra al conserje salir y después de unos segundos al ahora ya muerto entrar -¿Qué quería?- miro a David, quién seguía en shock y devuelvo la mirada al ordenador, adelanto la hora y entrecierro los ojos esperando encontrar algún detalle pero solo sale el supuesto conserje

-Dañe la puerta por nada- murmuro irritada, de repente veo una sombra del otro lado del pasillo, cambio de cámara y ahí está. Se encuentra totalmente cubierto y siguiendo sus pasos con cautela, dispara y el tipo cae de la impresión, intenta levantarse y un segundo disparo alcanza su cuerpo. No se rinde, vuelve a levantarse solo que está vez el asesino levanta su mano y arroja la navaja a su cuerpo, el cual cae y sigue arrastrándose. Y el ultimo disparo, en su nuca

Lo arrastra hacia la puerta en donde lo encontramos y cuando lo encierra mira directo a la cámara, lleva un cubre bocas negro pero sus ojos se notan con claridad son...

Rojos

Parpadeo un par de veces y palidezco

Mira a la cámara
El arma en la pared
¡PRUEBAS!

-Maldita sea, David tenemos que irnos- lo miro y está tirado en el piso y su frente sangra levemente -¡David!- me acerco y respiro aliviada al sentir su pulso

-Lo siento- es lo último que escucho antes de recibir un fuerte golpe en la nuca

***

-Ese hombre debía estudiar enfermería antes de inyectar a las personas- dice David evitando tocar la parte afectada

-Mejor cállate, a ti no te cogieron como saco de boxeo- me sobo la nuca molesta. ¿Qué tengo yo para que me golpeen?

-Se me hará un moretón- vuelve a quejar

-Igual al de mi cabeza- protesto

-Ya supéralo

-Nunca- gruño

Akela suspira -Y nada valió la pena porque destruyó la evidencia- comenta mirando el mural de fotos -Bueno no toda

-¿Por qué tardaron en llegar? Si hubieran llegado a tiempo tendrían las grabaciones- miro el mural extrañada, ya no está mi foto

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