Solo... el frío silencio del hospital, el tiempo se estira como una goma elástica, cada segundo es una eternidad suspendida en el aire. El tic-tac del reloj en la pared parece marcar el paso de los minutos con una lentitud exasperante.
En la habitación 307, YoonGi permanecía recostado en la cama, sus ojos perdidos en el techo blanco. La luz tenue que se filtraba por la ventana apenas ilumina su rostro pálido, enmarcado por mechones de cabello castaño que han perdido su brillo habitual. El dolor lo acompaña como una sombra fiel, un susurro constante que lo mantiene despierto en la noche y le roba el sueño.
Afuera, la vida continúa su ritmo frenético, ajena al drama que se desarrolla entre estas cuatro paredes. Y el dolor que le recorre el cuerpo. Los autos pasan pitando por la calle, la gente camina con prisa, el mundo sigue girando sin esperar a nadie. Pero aquí, en el hospital, el tiempo parece haberse detenido, atrapado en una burbuja de silencio y soledad.
YoonGi mira hacia la ventana, observando el movimiento fugaz de las personas que pasan por la acera. Siente una punzada de envidia al verlos tan llenos de vida, tan libres de las ataduras que lo mantienen prisionera en este lugar.
De pronto, la puerta de la habitación se abre y entra la enfermera, una mujer de rostro amable con una sonrisa tranquilizadora. Le trae la medicación, le toma la temperatura y le cambia la venda. YoonGi le agradece con una voz tenue, sus palabras apenas un susurro y sus ojos escondiendo el dolor que su pecho tenía.
Cuando la enfermera se va, YoonGi vuelve a quedarse solo. El silencio vuelve a apoderarse de la habitación, roto solo por el tic-tac del reloj y el sonido tenue de su respiración. Cierra los ojos y trata de descansar, pero el dolor lo mantiene despierto.
En ese momento, un recuerdo invade su mente. Se ve a sí mismo corriendo por la playa, el viento en su cabello, la risa en sus labios. La felicidad la invade en ese instante, un sentimiento tan lejano que parece pertenecer a otra vida. Sus memorias de infancia junto a su madre.
YoonGi abre los ojos y una lágrima corre por su mejilla. Se siente tan frágil, tan vulnerable. No sabe cuánto tiempo más tendrá que permanecer en este hospital, cuántas pruebas más tendrá que enfrentar. Y ahora, esa cirugía.
- YoonGi. - Escucha el susurro de NamRa y gira sus ojos buscándola. Parada en la puerta, se encuentra ella, tan ordenada como siempre, su cabello acomodado en una cometa y sus labios pintados de un sutil rosa. YoonGi le sonríe y la invita a pasar. - ¿Te sientes bien?, ¿Hace cuánto despertaste?
- Hace unos minutos. - pronunció, intentado que su rostro no mostrará aquel dolor punzante que invadía su pecho. - Una enfermera vino y dijo que me tiene que llevar a cirugía.
- Si, tu pulmón tiene sangrado interno. ¿Te han explicado todo? - El joven alfa asintió en silencio. - Alguien quiere verte.
El alfa miró más allá de la enfermera, la puerta blanca se encontraba semi abierta, NamRa abrió la puerta completamente. JiMin se adentró a la habitación rápido, mirando el pasillo con cautela, procurando que nadie los viera.
- Bueno, en unos minutos te vendrán a preparar para la cirugía. - Dijo NamRa. - Esto tiene que ser rápido. Esperaré afuera.
- Hola, ¿Cómo te sientes?.- Dijo JiMin, tímido se acercó a YoonGi, sintiendo como sus dedos picaban en ansiedad por tocar la piel pálida de aquel alfa. La puerta fue cerrada suavemente ante los ojos atentos de ambos jóvenes, ambos soltaron un suspiro, sintiéndose más tranquilos al estar solos.
- Estoy bien. - Dijo con voz quedita. El menor lo miró con preocupación palpable. JiMin tomó aire profundo y se sentó frente a YoonGi.
- ¿Por qué no aceptaste los exámenes?.- cuestionó sin poder reprimirlo. Le parecía inconcebible que el alfa haya soportado tanto dolor.
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TRAIN ME, ALPHA. YM
FanfictionMin YoonGi un joven de 20 años recién graduado busca trabajo, en medio de la situación logra encontrara trabajo pero no es el que él esperaba. Ahora tendrá que enseñar al hijo de un señor muy importante, un esperado alfa dominante y de buena famili...