-Ya casi estas las papitas-dije , echándole sal a las papas fritas dentro del gran tazón.
-Ya llevo el kétchup y la mostaza.
-¿A quién le gusta la mostaza?
-¡Callate Angel!
Nos preparamos en la habitación, colocamos los refrescos en a un lado junto con las papas, y ahora solo faltaba ponernos de acuerdo en la película que veríamos.
-¿una de terror?
-Mejor algo de comedia.
-¡Pongan 3 metros sobre el cielo!
-¡Siii , es buenisima!
-Ana, sos una romántica.
-Hay callate Pedro.
Nos acomodamos en la cama y todos se decidieron por una que nadie había visto.
-Por cierto, a nadie le molesta que haya invitado al chico nuevo ¿verdad?
-¿Lo conoces?
-obvio, ¿entonces porque no lo invitaria?
-Es que eres de agarrar confianza muy rápido- respondí y todos me dieron la razón.
El chico nuevo había llegado. Se le veía bastante seguro como para ser su primera vez en una reunión donde casi todo eran desconocidos.
De un momento a otro le tomamos más confianza, hasta bromeamos con él.
Y empecé a creer que no era tan aburrido después de todo. Utiliza lenguaje coloquial por lo menos.
Decidimos salir a caminar. Pasamos por un gran parque con un aire algo extraño, había muchas plantas que cubrían gran parte de el, dejando un lado de total oscuridad.
Sería un escondite perfecto.
Caminamos y ellos hablaban, yo ya estaba algo agotado. Miraba la vereda y pateaba cualquier piedra que se atravesase mientras mi mente permanecía en blanco. Como si estuviese en otra realidad siendo un espectador de lo que está pasando ahora. Mirando como caminan, sus ademanes al hablar, y sentir el aire de la fría noche chocandome en toda la cara.
Hasta que centré mi atención en una tienda, y Eduardo estaba ahí… comprando un vino tinto, llevándolo en una bolsa de plástico.
Me paré en seco y lo quedé mirando, y cada segundo podía sentirlo todo. Mi sangre circula por mis venas, mi corazón acelerando el ritmo y lo que separa la piel con los músculos…
Y el me miro, saludándome con la mano. LLevaba esa chaqueta verde característico de el, no se por que, pero siempre la tenía, era como un icono de el.
Me saludó y sus labios parecían decir algo. No escuchaba, no entendía lo que decían.
Camino hasta perderse en lo lejos, dejándome con una sensación horrible en el cuerpo.
Estaba empezando a sudar y a sentir náuseas. Quería expulsar algo. Algo en mi me estaba matando desde adentro.
Me apoye en un árbol, me quite los guantes y me coloque dos dedos al fondo de la garganta, induciendo al vómito. Expulse todo.
Quedando una sensación ácida por la garganta.
Tosí un poco y vi que los chicos corrían a auxiliarme.
Me paré lentamente y volví a ver a lo lejos, el rastro que mi padre dejó en su ausencia. El no estaba, ya no había nada.
Solo su silencio, no el mio.
-¿Estás bien ?- preguntaron los que llegaron más preocupados.
No podría decirle que sí, pero tampoco quería contarles de esto, no ahora.
-Solo … Necesito respirar.
Este es uno de los momentos donde el aire se vuelve tóxico, no existe forma de calmarme, no quería hacerlo. Tampoco quería llorar enfrente de ellos.
Solo quería esconderme en la oscuridad de aquel parque, mientras me arrastra hasta un eterno abismo donde no sienta nada, donde no halla nada. En ese escondite que aparenta ser minúsculo abundando asi su interior en lo que se pierde en los colores difusos de cualquier anochecer.

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los vacíos
Подростковая литератураlos días pasan, las personas cambian y lo bueno empieza a morir... Tal ves esto solo sea mi inicio, mi fin, mi decadencia a ser nada. Si el no se hubiese suicidado, jamas me hubiese dado cuenta que todo ya a perdido el sentido, o que nunca lo tubo. ...