Hola, chicas. En lo que termino la historia de Fany y Jackson, os traigo Mi jefe está en apuros, una historia corta que tenía escrita desde hace mucho tiempo y que sé que vais a disfrutar porque es muy divertida. ¡Espero que os guste!
—Gracias, P.J. Te debo una.
Le doy un beso en la mejilla a mi compañero, amigo y hermano mayor de mi mejor amiga antes de salir del coche. No he llegado a cerrar la puerta cuando mis padres salen de casa con caras de preocupación.
—¿Qué ha pasado, hija?
Voy tarde. Los abrazo a los dos a la vez y entro con ellos a casa. Qué no ha pasado es la pregunta.
—Una pelea de bandas, ha venido la policía y por eso se ha alargado la noche. No ibas a estar dos horas esperando en el coche, papá.
Dios, estoy agotada. Son las siete de la mañana. La noche en la discoteca ha sido extenuante, y no me voy ni a poder echar un par de horas porque me tengo que ir ya al bufete.
—Me voy a duchar.
Mi madre, vestida ya con su uniforme para ir a trabajar, me da un beso en la cara. No sé qué pasa, pero pasa algo. Lo noto en el ambiente.
—Te voy a preparar el desayuno.
—¿Pasa algo, mamá?
Me dice que no con la cabeza, pero es evidente que sí.
—Que no... Ve a ducharte que hueles a alcohol... ¿has bebido?
Sí. Beber. Lo que me faltaba. Me río, subiendo las escaleras.
—No, me han derramado una bandeja de copas encima.
Odio desmaquillarme para volverme a maquillar. Maldigo al estúpido que me ha tirado la copa y mojado todo el pelo de vodka, porque precisamente hoy tengo el tiempo justo para lavarme la cabeza.
Media hora después, me miro en el espejo. Como cada mañana, me asombro de cómo cambio al pasar de llevar pantalones ajustados y minifaldas con tops demasiado escotados, a la ropa formal con la que voy a la oficina. Es que parezco otra persona. Literal.
Me hago una cola sacándome unos mechones para que me enmarquen el rostro, y justo cuando salgo con el bolso de mi cuarto me choco con mi sobrino.
—¡Tía Maddy!
Me agacho y le doy un abrazo fuerte. Lo amo con toda mi alma.
—Buenos días, Ben. ¿Preparado para el cole?
—No. ¿Pero es lo que hay, no?
Riéndome, le doy un beso en la frente y me dirijo con él hacia las escaleras.
—Pues sí, cariño.
Me encuentro en la cocina a mi hermano Adam, apurando el desayuno para ir al instituto.
—Hola, guapo.
—Hola, guapa.
Mi hermano lleva a mi sobrino con él al cole. Mi hermana Tessa trabaja en una cafetería por aquí, cerca de casa, con Ali, mi mejor amiga y hermana de P.J.. Yo suelo acompañar a Ben y Adam unas cuadras, hasta la parada del metro. Pero hoy no me va a dar tiempo. Maldita sea.
No puedo obviar la preocupación que veo en los rostros de mis padres mientras me bebo la taza de café que mi señora madre me ha preparado de un solo sorbo.
—¿Me vais a decir qué pasa?
Mi padre, con los ojos llorosos, suspira y me da un sobre. Nerviosa, lo abro y sonrío con resignación cuando leo la carta. Genial. El banco nos da un mes para pagar la deuda médica de mi padre y si no, nos quitan la casa. Hijos de la gran puta.
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Mi jefe está en apuros || AMAZON
RomanceMaddy es una contable de J.D. Thompson que necesita conseguir en un mes ciento ochenta y cinco mil dólares para pagar la deuda médica de su padre. Dereck es uno de los dueños de J.D. Thompson que necesita conseguir en veinticuatro horas a una chica...