CAPÍTULO I

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—Deja de verlos, cariño. Estás siendo terriblemente grosero.

Kim HongJoong apartó la mirada de la pareja gay y miró a su esposa. Soyeon le observaba con el entrecejo fruncido, la desaprobación era evidente en su rostro amable.

HongJoong frunció el ceño a su vez.

— Lo que es de mala educación es que prácticamente se están manoseando frente a nosotros— siseó —Es un lugar público. Ya es bastante malo que tengamos que sentarnos junto a esas personas durante horas, no necesitamos ver eso, esa indecencia.

Soyeon se rió entre dientes y le dio unas palmaditas en el brazo.

— ¿Indecencia? Suenas como una dama victoriana de algún drama de época de la BBC. Es el siglo XXI, Hongie. Déjalos ser.

HongJoong mira a su esposa, él estaba enfadado porque ella no compartí­a su disgusto. Su mirada regresa a la pareja con la que compartí­an la cabina de primera clase y volvía a fruncir el ceño. El hombre mayor, de cabello oscuro y ojos color chocolate, estaba reclinado en su asiento, su postura era perezosa e indulgente. Los dos botones superiores de su camisa azul estaban desabrochados, revelando un indicio de su pecho.

El otro chico, un pelirrojo, estaba prácticamente en el regazo del otro, besando el cuello del hombre. HongJoong no podí­a ver su mano izquierda, pero estaba bastante seguro de que estaba debajo de la camisa del sujeto de cabello oscuro.

Era absolutamente repugnante.

—Deja de verlos boquiabierto, HongJoong— susurró Soyeon, exasperado.

Pero él apenas la escuchó. Su mirada seguía la mano derecha del pelirrojo mientras bajaba por el lindo torso de aquel sujeto, sobre su abdomen plano, hasta su cinturón...

— Asqueroso— dijo, mirando hacia arriba.

Unos ojos marrones se cruzaron con los suyos. Su dueño arqueó las cejas y la miró fijamente. HongJoong lo observó, su rostro cálido. Se sintió avergonzado, como si fuera él quien hubiera sido sorprendido comportándose descaradamente en un lugar público.

—YunHo, muévete a tu propio asiento— dijo  empujando al pelirrojo suavemente. — No queremos ofender la sensibilidad de nadie.

El pelirrojo, quien aparentemente era YunHo, gimió.

—Vamos, MinGi, simplemente ignora al fanático— se queja, besándolo en la mandíbula. —Nos ha estado observando desde el aeropuerto.

MinGi mirá a HongJoong. —Lo sé.

HongJoong, sonrojándose, apartó la mirada y observó las nubes fuera de la ventana. Soyeon se aclaró la garganta.

— Pido disculpas en nombre de mi esposo— dijo ella.— Él no quiso ofender a nadie.

— Estoy seguro de que no— correspondía MinGi, su voz era muy seria.

—No, de verdad— insistió Soyeon. — No es intolerante. Mi hermano también es gay y HongJoong se lleva muy bien con él.

El nombrado sonrió un poco, sintiendo una oleada de cariño. Soyeon siempre fue la pacificadora, pero eso era una exageración incluso para sus estándares. Se llevaba bien con su cuñado, Jackson, si por "llevarse bien" se referí­a a que se toleraban por el bien de la empresa y por el bien de la propia Soyeon.

Apenas se hablaban si no se trataba de Min Enterprises, y HongJoong hablaba aún menos con el marido de Jackson. No podía ­soportarlos, y no tenía­ nada que ver con su intolerancia. Simplemente le había­n robado todo por lo que habí­a trabajado desde que tení­a veinte años .

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  HongJoong, con un suspiro, reclinó su asiento, cerró los ojos y trató de conciliar el sueño. Este lo ayudaría pasar el largo vuelo desde Tahití­ de regreso a Corea y tení­a el beneficio adicional de evitar mirar a esas personas de a lado durante horas. Había sido una semana relajante, solo ellos dos en la cabaña junto a la playa en la que se alojaban, pero ahora se sentía tan molesto y tenso que dudaba que pudiera conciliar el sueño.

Debía de haberlo logrado en algún momento, porque lo siguiente que supo fue que se despertó sobresaltado por una violenta sacudida. Por un momento, HongJoong estaba desorientado, sin saber dónde se encontraba y qué estaba sucediendo. Correcto. El avión.

El avión se estremeció una y otra vez. Parecí­an estar atrapados en una tormenta, las nubes fuera de la ventana eran muy oscuras, con relámpagos cayendo a su alrededor con alarmante frecuencia. El intercomunicador sonó, seguido de una tensa voz femenina que solicitaba a todos los pasajeros que pusieran sus asientos en posición vertical y se abrocharan el cinturón.

Haciendo lo que se les dijo, HongJoong miró a Soyeon en el asiento junto al suyo. Estaba muy pálida, sus dedos agarraban con fuerza el apoyabrazos.

—Oye, es normal— dijo con una sonrisa tranquilizadora. —Turbulencia. Cada vuelo experimenta algo. Los rayos no pueden dañar el avión—. Trató de no pensar en las excepciones a la regla: los pocos casos en que los aviones se estrellaron o se destrozaron debido a fuertes tormentas.

Esos casos fueron una anomalí­a estadística. Soyeon le devolvió la sonrisa levemente y asintió. Un hombre pasó a toda prisa junto a ellos, y unos segundos más tarde algunos tripulantes lo siguieron. Otro golpe en el aire sacudió el avión de nuevo, los temblores se volvieron más alarmantes. Alguien en clase económica gritó.

Soyeon se acercó y tomó su mano.

—No nos vamos a estrellar, no seas tonta— dijo HongJoong, apretándola. Ella no dijo nada, solo lo miró con los ojos muy abiertos llenos de terror.

HongJoong tragó saliva y respiró hondo. Sabía que debí­a mantener la calma para el bien de ella, incluso si él también estaba nervioso.

—Está bien, cariño —insistió. —Todo saldrá bien.

El avión se convulsionó más fuerte y luego cayó, y los gritos de terror lo llenaron todo. Ahora descendían a una velocidad implacable. La mano de Soyeon apretó la suya con tanta fuerza que le resultó doloroso. Mordiéndose el interior de su mejilla, HongJoong observó alrededor de la cabina tratando de distraerse del miedo en el rostro de su esposa.

Su mirada se cruzó con la de MinGi. Los ojos del hombre eran sombríos, pero su expresión era tranquila y resuelta. No parecía asustado. A diferencia de él, su amante pelirrojo estaba llorando en su asiento, agarrando su cinturón de seguridad y murmurando algo en voz baja. Máscaras de oxígeno cayeron de sus compartimentos y Kim, aturdido, ayudó a Soyeon a ponérsela antes de agarrar la suya. Respiró y tomó la mano de su esposa, tratando de mantener la calma. Por primera vez en años, HongJoong oró.

Continúa.

Mil gracias por leer. 🤍

Lost [ MinJoong ] +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora