CAPÍTULO XI

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Habían estado en la isla durante ocho meses cuando MinGi se dio cuenta de que ya casi no hablaban. No es que no se comunicaran; lo hacían. Simplemente no necesitaban palabras para eso.

Sus cuerpos estaban tan en sintonía entre sí en ese punto que las palabras no parecían necesarias. ¿Por qué usar palabras cuando podía simplemente poner su mano sobre el hombro de HongJoong y voltearlo hacia donde él quería que mirará? ¿Por qué usar palabras cuando HongJoong podía simplemente mirarlo de esa manera particular antes de caer de rodillas y tragar su polla?

Las palabras parecían redundantes. No había nada que valiera la pena discutir en su vida. Solo ellos. Y como habían dejado de discutir todo el tiempo y ambos evitaban hablar del asunto entre ellos, en realidad no tenían nada de qué hablar. Incluso la fase de conversación nocturna de Kim había terminado un tiempo atrás. Ahora parecía preferir dormir tranquilamente con la cabeza en el estómago de MinGi mientras los dedos de éste jugaban con su cabello.

No era normal. Pero, de nuevo, nada en esa situación era jodidamente normal. O más bien, su normalidad no era lo que nadie más consideraría normal. Tenían algo de rutina. Se despertaban, follaba la boca a HongJoong, comían todo lo que podían pescar o forrajear, o sus tomates. (A veces lo arruinaba cuando pensaba en el hecho de que habían estado varados en esa isla el tiempo suficiente para cosechar su segunda cosecha de tomates).

Después de comer, corrían varias vueltas alrededor de la isla para mantenerse en forma, y luego se quedaban dormidos un rato bajo el dosel de palmeras, HongJoong encima de él, con el rostro enterrado contra su pecho. La gente normal probablemente lo llamaría abrazos. MinGi no lo llamó nada, pero era su parte favorita del día. Pacífico. Sociable. Lo más cercano a la felicidad que había sido desde el accidente aéreo.

Por lo general, lo despertaba una boca húmeda alrededor de su polla. Después de follar adormilado la boca de Kim, lo veía levantarse, pasaba sus dedos por el cabello del más bajo y acariciaba su cuello y espalda. A veces le chupaba la polla a HongJoong si es que éste no se sentía demasiado raro ese día. A veces ni siquiera se tocaban sexualmente, solo se tocaban por el simple hecho de hacerlo, y eso era suficiente. Luego comían y entonces el círculo se repetía.

La rutina era casi reconfortante a pesar de tener una cualidad surrealista. No era una relación. Ni siquiera era sexo por el simple hecho de hacerlo. Era una carencia. Una necesidad. Pero era sencillo. Le resultaba familiar. Era todo lo que tenían.

***

Su rutina fue rota por una gran tormenta.

No se molestaron con el refugio, no resistiría ese tipo de tormenta, así que se acurrucaron bajo una palmera, los brazos de MinGi rodearon a HongJoong por detrás. Solo para mantener el equilibrio, por supuesto.

Con la barbilla en el hombro de HongJoong, MinGi observó el océano enfurecido, preguntándose cuándo cesaría finalmente la tormenta.

Algo blanco en el horizonte captó su mirada.

Por un momento, el cerebro de MinGi no pareció comprender lo que estaba viendo.

Pero cuanto más miraba, más seguro se sentía. Sus ojos no le estaban jugando una mala pasada. Realmente había un barco, una especie de yate, que seguía rumbo hacia la isla. Aunque "rumbo" no parecía ser una descripción precisa: la velocidad con la que se acercaba a la isla era bastante peligrosa. El barco probablemente se había desviado de su rumbo debido a la tormenta. En los nueve meses que llevaban en la isla no habían visto ni un solo barco.

Pero ahora...

HongJoong hizo un sonido interrogativo, y MinGi se dio cuenta de que podría haberlo apretado demasiado con su entusiasmo. Emoción. ¿Era eso lo que estaba sintiendo? Song no lo sabía. Pero su corazón latía con fuerza, su cuerpo estaba tenso y alerta por lo que parecía ser la primera vez en mucho tiempo. Se sentía casi como si estuviera despertando de un sueño extraño.

—¿Qué?— quiso saber Kim, su voz ronca por la falta de uso.

—El barco— respondió, su voz igualmente se escuchaba ronca.

  HongJoong se puso rígido antes de enderezarse de su posición encorvada contra el pecho de MinGi. No podía ver su rostro desde su posición detrás de él, pero podía ver los músculos de HongJoong tensarse al ver el barco también.

—Se dirige hacia nosotros— una vez más la voz de MinGi es la que se escucha, haciendo mención de algo bastante innecesariamente.

HongJoong no dijo nada por un momento. Luego, se alejó de MinGi, y se puso de pie. Corriendo hacia la orilla.

MinGi lo siguió después de un momento, sintiéndose extrañamente entumecido. Iban a ser rescatados.

Rescatados.

El pensamiento era... extraño. Evidentemente estaba feliz. Más allá de feliz. Pero seguía siendo extraño. No parecía real. Pero lo era. El yate echó anclas en la pequeña bahía de la isla, su tripulación claramente tenía la intención de esperar a que pasara el mal tiempo allí.

Nadaron hacia el yate, sin siquiera molestarse en agarrar sus cosas, siempre podían volver por ellas más tarde. El océano embravecido era casi imposible de navegar. MinGi agarró el brazo de HongJoong cuando desapareció bajo las altas olas y lo apretó.

— ​Mantente cerca​.

HongJoong asintió.

Pareció pasar una eternidad antes de que llegaran al yate. En el momento en que MinGi escuchó gritos de sorpresa cuando la gente en el yate los notó, una sensación surrealista lo golpeó nuevamente. Escuchar una voz que no era la suya ni la de HongJoong después de nueve meses fue algo impactante.

Entumecido y desorientado, trepó detrás de HongJoong a la cubierta y permitió que otras personas lo subieran. Manos tocando sus hombros. Manos que no eran de HongJoong. Fue jodidamente extraño.

—¿Quienes son ustedes?— dijo alguien, envolviéndolo en una manta. —¿Qué demonios están haciendo aquí?

MinGi no respondió. No pudo. Sus ojos se encontraron con los de HongJoong. Él estaba mirándolo con los ojos muy abiertos, luciendo igualmente perdido y aturdido, la forma en que se veía cuando quería que lo abrazaran.

Los dedos de MinGi se movieron hacia él. Los apretó en puños. Habían sido rescatados. Aquello había terminado. Todo había terminado.

 
Sin más Seoul los recibió con sol.

Continúa.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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