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Porque a todos nos hacen daño alguna vez
pero solo unos pocos decidimos que no haya una segunda.

Sólo unos pocos logramos que no vuelvan a tocar donde una vez dolió tanto.
Y lo vemos como una gran victoria.
Nos sentimos más fuertes que nunca.

Hasta que ocurre.

Hasta que tienes que abrirte con alguien y eso implica que vea la herida.
Porque como nadie la tocó, nadie la curó, ni siquiera tú.
Y te das cuenta de que sigue sangrando y sigue doliendo.
Y no sabes qué hacer.
Así que te alejas del resto.
Alejas a tu herida de cualquier persona que pueda verla o sentirla. Te alejas a ti del resto.
Mientras la escondes. Mientras te escondes.
Mientras sangra. Mientras sangras.
Y vuelves al mismo bucle de siempre.

Dándote cuenta de que conseguiste que los demás no te hiciesen daño
mientras tú te lo hacías una y otra y otra y otra y otra vez.

Y te intentabas abrir, te dolía y te cerrabas.
Y te intentabas abrir, te dolía y te cerrabas.
Y te intentabas abrir, te dolía y te cerrabas.
Y nunca podías dar más de ti.

Porque a todos nos hacen daño alguna vez
pero sólo unos pocos decidimos que se repita.

Blanca Párraga.

Todo aquello que nunca dije, lo escribíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora