19. Baño

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Pedri continuó moviéndose con gracia por la cocina, concentrado en la tarea de preparar el desayuno. Gavi, sentado en un taburete frente a la barra, observaba cada movimiento del canario con una sonrisa juguetona en los labios.

Entonces, la pregunta de Gavi rompió el suave murmullo de la cocina. 

—¿Vas a preparar café?— preguntó con un brillo travieso en los ojos, pero la respuesta de Pedri lo tomó por sorpresa. 

El canario negó con la cabeza suavemente, explicando que debido a los medicamentos que estaba tomando, Gavi no podía ingerir cafeína.

Gavi protestó con un puchero, haciendo evidente su decepción por la falta de café en el desayuno. Pedri no pudo resistirse ante esa expresión adorable y se acercó a él, dejando un suave beso sobre sus labios en un gesto de complicidad y cariño. El roce de sus labios fue como un bálsamo, borrando el puchero del rostro de Gavi y llenándolo de una cálida sensación de afecto y complicidad compartida.

Gavi se quedó mirándolo con curiosidad después del beso, sus labios aún zumbaban con la dulzura del gesto. 

—¿Entonces.... volverás al hospital mañana?— preguntó, con una ligera curiosidad en la voz.

Pedri se detuvo por un momento en sus quehaceres y se volvió hacia el menor, ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora. 

—Sí, volveré al hospital mañana. Pero hoy estoy todo tuyo —respondió con un brillo travieso en los ojos.

Gavi asintió con una sonrisa radiante, sintiendo un cosquilleo de emoción en el estómago ante la idea de pasar más tiempo a solas con Pedri. Era reconfortante saber que tendrían el día para ellos mismos, lejos de las responsabilidades del trabajo y las preocupaciones del día a día.

Después del desayuno, Gavi se levantó del taburete y se estiró con un suspiro de satisfacción. 

—Creo que me iré a dar una ducha —anunció, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios.

Pedri levantó la mirada de la barra de la cocina y la posó en Gavi con una mezcla de diversión y complicidad. —¿Te apetece que te acompañe? —sugirió con una risa nerviosa.

Gavi con una sonrisa traviesa comenzó a caminar hacia el baño, mirando de reojo a Pedri. 

—¿Vienes o te quedas?— preguntó con una risita juguetona.

Pedri se mordió el labio inferior, luchando contra la tentación. —Tan tentadora como suena la idea, primero debes tomar tus medicamentos —respondió, tratando de mantener la compostura.

Gavi hizo un puchero exagerado y cruzó los brazos sobre el pecho. —Está bien, lo que diga el doctor —murmuró en tono juguetón, aunque en el fondo sabía que Pedri tenía razón.

Pedri sonrió, aliviado por la aceptación de Gavi, y se levantó de su asiento. —Ven, te llevaré hasta los medicamentos —dijo, extendiendo una mano hacia el menor.

Gavi aceptó la mano de Pedri y lo siguió fuera de la cocina hacia el botiquín donde estaban guardados los medicamentos. Mientras Pedri le pasaba las pastillas, Gavi le lanzó una mirada cómplice. —¿Estás seguro de que no quieres venir al baño conmigo? —bromeó, con una sonrisa traviesa.

Pedri soltó una risa suave y negó con la cabeza. 

—Ya te dije que primero los medicamentos —respondió con fingida seriedad.

—Lo que diga el doctor —dijo, con un tono juguetón, antes de recibir un beso inesperado en los labios por parte de Pedri.

Pedri se separó con una sonrisa y añadió, en tono coqueto: —Así me gusta, un paciente obediente —bromeó, antes de ver cómo Gavi se dirigía al baño con una sonrisa juguetona en los labios.

Poesía eres tú... [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora