20. Libros

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 Se dirigieron juntos a la habitación de Gavi y se acomodaron en la cama. Pedri se recostó, apoyando su cabeza en las piernas de Gavi, mientras el sevillano abría el libro y comenzaba a leer. Mientras Gavi leía en voz alta, acariciaba suavemente la cabeza de Pedri con sus dedos.

Pedri cerró los ojos, dejándose llevar por la voz de Gavi y las caricias en su cabello. Sentía una calidez reconfortante en el ambiente, una intimidad que lo envolvía por completo.

—"Jo se paró junto a la ventana, mirando las hojas caer lentamente. Sus pensamientos vagaban hacia sus hermanas, y cómo el tiempo había cambiado tanto..." —Gavi leía con voz suave y cadenciosa, creando una atmósfera mágica en la habitación.

Pedri abrió los ojos y miró a Gavi con ternura, observando la concentración en su rostro mientras leía. Cada palabra parecía cobrar vida en sus labios, y Pedri se sentía más cercano a él que nunca.

—Me encanta escucharte leer —murmuró Pedri, sin interrumpir demasiado.

Gavi sonrió levemente, sin dejar de leer. Continuó con la historia, creando un puente entre la realidad y la ficción que compartían en ese momento. Sus dedos seguían acariciando el cabello de Pedri, y el tiempo parecía detenerse para ellos.

Finalmente, Gavi cerró el libro, marcando la página con un separador.

—Es un libro hermoso —dijo Gavi, mirando a Pedri con una mezcla de cariño y timidez.

—Lo es —respondió Pedri, incorporándose un poco para quedar más cerca de Gavi—. Pero lo que más me gusta es que tú me lo leas.

Gavi se sonrojó, su corazón latiendo con fuerza. Pedri tomó su mano y la llevó a sus labios, dejando un beso suave en ella.

—Gracias, Gav —murmuró Pedri, sus ojos brillando con sinceridad—. Por todo.

Gavi solo pudo sonreír, sintiéndose más conectado a Pedri que nunca. Acarició una vez más la cabeza del canario, deseando que ese momento durara para siempre.

Gavi se recostó de nuevo, apoyando su cabeza en el pecho de Pedri mientras este acariciaba su cabello con ternura. Ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad y la cercanía.

—Pedri, ¿cómo haces para no matarte con tantas guardias en el hospital? —preguntó Gavi, rompiendo el silencio.

Pedri soltó una pequeña risa, sus dedos jugando distraídamente con los mechones de cabello de Gavi.

—Bueno, no es fácil, eso seguro. Pero a veces, vale la pena —respondió Pedri.

Gavi levantó la cabeza, mirándolo con curiosidad.

—¿Vale la pena? —repitió, arqueando una ceja—. ¿A qué te refieres?

—A veces, todo el esfuerzo y el cansancio valen la pena por conocer a personas especiales —dijo Pedri suavemente, su mirada fija en los ojos de Gavi.

Gavi parpadeó, sintiendo que su corazón se aceleraba.

—¿Especiales cómo? —preguntó en un susurro.

Pedri sonrió, su mirada llenándose de ternura.

—Especiales como tú —dijo, inclinándose para dejar un beso suave en los labios de Gavi.

El beso fue breve pero cargado de significado, un toque delicado que transmitía todo el afecto y los sentimientos que Pedri había estado guardando. Gavi cerró los ojos, entregándose al momento, sintiendo la calidez y el amor en cada segundo que sus labios estuvieron unidos.

Cuando se separaron, Gavi abrió lentamente los ojos, encontrándose con la mirada intensa de Pedri. Ambos estaban respirando entrecortadamente, pero no había duda en sus ojos, solo una conexión profunda y sincera.

Poesía eres tú... [Gadri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora