23 de agosto
En la casa de Yuugo, familiares y amigos se reunieron en un ambiente que debería estar cargado de expectativas y alegría. Se suponía que la reunión sería en el momento en que Dina y la pequeña Emma fueran dadas de alta de la clínica, y todos estarían contentos por darles la bienvenida a su hogar.
Sin embargo, las circunstancias habían cambiado drásticamente. Emma todavía permanecía en la clínica, y los presentes se habían reunido por otro motivo completamente distinto.—Isa... Tu hermano sigue en la habitación ¿Cierto? —Preguntó una mujer mayor con voz temblorosa.
—Así es madre, no ha querido salir desde ayer...—Respondió Isabella con un tono de voz cargado de tristeza.
—Lo comprendo, esto fue un golpe muy duro para todos... Iré a ver cómo está. - La mujer se levantó lentamente de su silla y caminó hacia la puerta de la habitación.
Después de unos momentos de silencio, la mujer abrió la puerta y se adentró en la habitación de su amado hijo. El ambiente estaba cargado de un pesado silencio, solo interrumpido por el suave sonido del respirar del hombre.
Por otro lado, el azabache yacía en la cama que solía compartir con su mujer. Su cuerpo estaba inmóvil, su rostro reflejaba un profundo vacío y su mirada carecía de vida. Una pregunta atormentaba su mente una y otra vez... ¿Por qué?
¿Por qué todo cambió de la noche a la mañana?
—¿Yuugo? —Preguntó la madre.
—Madre... Por favor, no insistas más. No pienso bajar. —respondió Yuugo, su tono de voz cargado de tristeza y desesperanza.
La madre se acercó lentamente a su hijo, tomo asiento y colocó su mano gentil sobre su pierna. Miró fijamente sus ojos, llenos de dolor y agotamiento.
—Hijo, por favor... Todos estamos para ti, sé que esto es duro pero también se que te repondrás y volverás a ser el hombre fuerte que siempre fuiste. —dijo la madre con voz suave pero firme, transmitiendo su amor y apoyo incondicional.
Yuugo dejó escapar un suspiro profundo, su mirada perdida en el vacío.
—No puedo... No soy lo suficientemente fuerte para esto —murmuró, sintiéndose abrumado por la tristeza y la devastación que lo consumían.
La madre apretó suavemente su pierna, buscando transmitirle su fortaleza y confianza en él.
—Si lo eres, querido. Eres más fuerte de lo que crees. Y será mejor que te pongas los zapatos y bajes —dijo la madre, con determinación en su voz.
Yuugo bajó la mirada, sintiendo una mezcla de resistencia y resignación. Pero su madre no se rindió, sabía que era importante que él se enfrentara a la realidad y encontrara consuelo en el apoyo de sus seres queridos.
—No madre, no lo haré. —Pronunció, vagamente y sin mucho ánimo.
Sin embargo, su madre no se dejó intimidar por su negativa. Con una determinación inquebrantable, se agachó y comenzó a colocarle los zapatos a Yuugo, ignorando su protesta.
—¡Mamá! ¡Te dije que no voy a bajar! —exclamó Yuugo, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza al ver cómo su madre insistía en que enfrentara la realidad.
La madre terminó de ponerle los zapatos y se levantó lentamente, mirando a su hijo con ternura y compasión.
—Lo siento mucho, querido, pero todos esperan por ti. Todos estamos aquí para apoyarte y compartir tu dolor. No estás solo en esto.

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Dear Dad I Yuugo
FanfictionYuugo, un hombre cuya vida cambia de manera dramática y repentina, se encuentra cargando solo con el título más desafiante y, al mismo tiempo, el más enriquecedor de todos: ser papá. En medio de la lucha por equilibrar su vida laboral y su papel com...