Asombrosa Seré-Parte 5

15 0 0
                                    

Ambos guardias se colocaron por delante de los cuatro hombres impidiendoles el paso.
–Si saben lo que les conviene, ancianos, den la vuelta y larguense antes de que les vuele la cabeza–
El Capitán sin dudarlo levantó su arma hacia los guardias esperando una respuesta.
Ambos corrieron los más rápido que pudieron mientras el escuadrón los veía alejarse.
–Inteligente– rió Richter.
–Richter, haz lo que sabes hacer mejor y derriba la valla–
–Si, Capitán–
Levantó la mano cerca de su muslo mientras se acercaba a la valla de metal.
Una de las placas de su armadura se pegó a su mano y se convirtió en una caja negra con una pua filosa en su parte inferior.
La clavó en el concreto del suelo y se alejó.
–Caballeros, los fuegos artificiales está noche serán un espectáculo–
La bomba estalló retumbando el sueño y el aire alarmando a toda la ciudad del estruendo.
Las piedras seguían cayendo al suelo mientras cruzaban por el humo y entraban a la fábrica.
Había un pequeño tramo de puro concreto hacia la entrada de la fábrica.
Mientras lo recorrían el más jóven revisaba la pantalla en su muñeca.
–Llegamos tarde para Applejack, no noto signos vitales en ella, Twilight está apagándose y Rainbow parece que está alarmada–
–Bien, que sude la gota fría, siempre se lo merece– respondió Raf.
–Rapido y eficaz, muchachos–
Al llegar a la puerta de metal se colocaron frente a ella empujándola mientras eran recibidos por una gran horda de trabajadores frente a ellos listos para defender la fábrica con solo sus puños.
–¿En serio? Será fácil entonces–
Raf levantó sus puños hacia la orda al mismo tiempo que Richter invocaba una más de sus bombas en sus manos.
El sonido de un altavoz resonó entre los dos grupos de enemigos con la voz de Rainbow Dash.
–No sé quienes son ustedes ni que hacen aquí, pero los quiero fuera, ¡Ya!–
–Algo me dice que está enojada– Sonrió el Capitán.
–Pudrete, perro asqueroso–
–Alguien tiene que enseñarle modales a esta loca–
–Hagan que su sangre sirva al Dispositivo Pegasus o serán ustedes quienes alimenten su hambre–
Ambos grupos avanzaron rápidamente hacia el otro con el ruido de las máquinas de fondo.
El Capitán levantó su arma corta hacia sus contrincantes y disparó contra ellos.
Algunos caían con una bala entre los ojos mientras a otros la cabeza entera se caía a pedazos.
Richter al chocar sus puños contra uno de los adversarios deslizó la granada hacia la otra mano y la incrustó en su pecho lanzandolo hacia atrás de vuelta a sus compañeros.
–¡Y vuelas!– Gritó.
Justo después el dispositivo estalló llevándose a cuatro con la explosión y dejando a varios más sin extremidades alrededor.
Tanto Raf como Rookie mantenían un combate cuerpo a cuerpo sin mucho esfuerzo.
–¿Que tanto te paga Rainbow? ¿Lo suficiente para arriesgarte?– Preguntó Rookie a su enemigo antes de golpear su mandíbula.
Varios dientes y gotas de sangre salieron volando manchando los nudillos de la armadura y parte de su casco
–Porque no vale la pena–
Terminó con su oponente de un derechazo directo en la cara tirandolo al suelo cuando los demás se echaron encima del joven.
Con esfuerzo lograba quitar las manos de sus brazos que lo jalaban hacia abajo con golpes y jalones.
–Rookie no juegues con los muertos– le advirtió el Capitán antes de abrir fuego hacia su dirección.
Unos cuantos cayeron muertos por disparos hasta que una gran llamarada incendió a los restantes haciéndolos correr despavoridos queriendo apagar las llamas en su piel y ropa.
Raf apuntó el lanzallamas de su muñeca hacia adelante siguiendo con su camino de flamas y gritos.
–El sol de mi gente purificará a los impíos–
Por su lado, Rainbow veía como la gran oleada de sus hombres caían sin más ante solo cuatro desconocidos en trajes.
–Spitfire, tráeme a Thunderlane y prepara la máquina, no importa la cantidad que tenga–
–Pero señora, el Dispositivo Pegasus no está lo suficientemente lleno, podría apagarse a medio combate o vuelo– Respondió temblorosa.
–No me respondas y haz lo que ordeno–
Rainbow la abofeteo para después devolver su mirada hacia las pantallas de seguridad.
Spitfire corrió por los pasillos mientras Rainbow presionaba un botón.
–Se que ustedes no son de aquí, pero tengo una pequeña cosa que tampoco es de aquí... Un regalo divino de los cielos–
–Maldita loca, lo que tienes aquí adentro no es más que una droga muy poderosa y lo sabes–
El Capitán miró a las cámaras de seguridad directamente mientras sus compañeros acababan de eliminar los pocos hombres que quedaban.
–Y ustedes no son nada más que perros sarnosos que se interponen en mi historia, este es mi momento de brillar, de ser lo asombrosa que siempre debí ser–
–Lo único que eres es una infeliz, mira lo que tú y tu máquina lograron, decenas de hombres y civiles muertos, ven aquí y entrégate, la prisión no será un mal lugar para ti y los que queden vivos–
Un sonido seco se escuchó en los altavoces seguido de la voz iracunda de Rainbow.
–¡Ni siquiera me preocuparé por sus cadáveres cuando termine con ustedes, dejaré que se pudran en la oscuridad de esta fábrica mientras yo disfruto de gobernar el mundo!–
–Cierra la puta boca y ven aquí, desgraciada, arreglemos esto cara a cara–
La sala quedó en silencio mientras dejaba caer el cargador vacío de su pistola al suelo.
–Richter, balas–
Su compañero le arrojó una de sus placas de armadura y al atraparla se convirtió en un nuevo cargador lleno de munición de calibre pequeño.
–Gracias, luego vamos por la mochila, ya gastaste muchos recursos–
–Descuide, Cap, todavía tengo de basta y de sobra, aunque no me vendría mal–
–Rookie y Raf se quedan aquí cuidando que nadie salga ni entre, Richter vienes conmigo pero Rainbow es mía, cúbreme si es necesario–
–Si, señor–
Ambos avanzaron entre los cadáveres ensangrentados y carbonizados en el suelo hacia la oscuridad de la fábrica.
–Debo admitirlo, para ser quienes eran dieron buena pelea– Afirmó Richter.
–Deben estar bajo la influencia de algo, o ellos mismos se drogaban con nada más estar todo el día con las máquinas–
–Esta Rainbow si está dando buena pelea, hasta me alegra haberla enfrentado–
–Parece que el virus ahora mejora las capacidades de los infectados, no me sorprende–
–Si esa cosa está evolucionando es todavía más peligrosa para nosotros–
–En tanto no te quites la máscara ni el traje en una situación de riesgo estarás bien, Richter, tienes la mala costumbre de quitarla siempre–
–Casi no puedo respirar con esta cosa–
En uno de los pasillos frente a ellos se detuvo el hombre sonriente con una gran ametralladora Gatling estacionaria.
–Conozcan a mi amigo Thunderlane, está encantado de darles la bienvenida a la fábrica Cloudsdale– Habló Rainbow por los megafonos.
–¿Ese imbécil es Thunderlane?– preguntó confundido el Capitán.
Thunderlane soltó una gran carcajada antes de disparar su arma contra los hombres que se vieron obligados a saltar y separarse en esquinas diferentes.
–¿De dónde sacaron una Gatling?– preguntó Richter hacia su compañero.
–Atrae su atención, haz que me muestre la cabeza–
–Llamar la atención siempre es mi especialidad–
Mientras los proyectiles volaban hacia la pared rompiéndola cada vez más y más Richter salió corriendo de su cobertura arrojando una piedra hacia el artillero.
–¡Por aquí, pedazo de basura!–
Golpeó su rostro haciendo que su sonrisa se volviera una mueca de enojo.
–¡Voy a matarlos!– Gritó mientras reanudaba el fuego.
Sin muchos problemas el hombre acorazado esquivaba cada una de las balas que le eran disparadas.
Puso su pie en la pared y se impulsó por encima de su cabeza y la ametralladora por detrás del hombre.
–Piensa rápido–
Antes de dar la vuelta hacia atrás, Thunderlane fue impulsado hacia delante de la ametralladora con una patada en la espalda.
El Capitán salió de su cobertura apuntando hacia su contrincante todavía en el aire, alineó su objetivo en la mira y tiró del gatillo.
Impactó en la espalda del loco antes de caer al suelo inmóvil y quejándose.
–Rainbow los matará, usará su sangre y los despellejara para hacer chamarras–
Ambos compañeros se acercaron al agonizante hombre.
–Viejo, al menos acepta tu muerte, es lo único que te queda–
Richter se arrodilló frente a él.
–Mi muerte no significa nada, Spitfire y Rainbow los harán pedazos–
–Pues parece que ya hicieron el trabajo contigo, esa sonrisa se te atrofió en la cara, aún enojado pareces que sonríes–
–Estoy feliz... Sabiendo que el Dispositivo Pegasus por fin estará vivo–
–Bien, ya tuve suficiente, Richter apártate–
Se levantó del suelo y su compañero apuntó hacia la cabeza de su enemigo.
–Te maldigo...– Gruñó el hombre en el suelo.
–Muchos lo han hecho–
Disparó dejando solo el cuerpo inerte en el suelo todavía sangrando.
El sonido de los megafonos encenderse sonó de nuevo seguido por la voz de Rainbow Dash.
–Estan empezando a cansarme–
–Si, y yo también me estoy cansando de matar a tus hombres, ven acá– habló el Capitán hacia las cámaras.
–¿Y dónde quedaría el drama y mi disfrute de despedazarlos pieza por pieza? Serán mi diversión por un largo tiempo–
El hombre puso su mano sobre su hombro derecho e inclinó su cabeza un poco antes de hablar.
–Rookie, ¿Lograste localizarla?–
–Estan cerca, señor, a unos cuantos metros frente a ustedes–
La voz resonó en los cascos de ambos de una forma muy distorsionada pero entendible.
–Bien, mantén la posición y esperen a Richter–
–Si, señor–
Quitó su mano de su hombro y volvió a ver a su compañero.
–Ve con ellos, yo me encargo de lo que queda–
–Si, Capitán–
Corrió entre los pasillos y desapareció rápidamente.
El oficial avanzó hasta por fin encontrar una puerta solitaria, en su interior se escuchaban ruidos de máquinas y liquido siendo drenado.
Pateó la puerta y entró con el arma apuntando frente a él.
Antes de poder reconocer algo entre la oscuridad de la habitación unas manos intentaron quitarle el arma de las manos y lo empujaron a la pared izquierda del marco de la puerta.
–Dame esa cosa...– Spitfire forcejeó.
De un tirón alejó a la mujer de sí y apuntó hacia ella.
–Adios– dijo antes de apretar el gatillo.
Su cadáver cayó al suelo sin un ojo y el restante miraba a Rainbow prepararse con una armadura tecnológica.
Dentro de la armadura Rainbow sonreía mientras terminaba de ajustar los brazales.
–Gracias a la magia de Twilight fui capaz de traer el Dispositivo Pegasus a la vida–
–Asi que ese es el Dispositivo en este universo...–
Observaba como la cara de la mujer era cubierta por un casco color blanco.
La armadura era blanca completamente, resplandeciendo intermitentemente al son de los latidos de su portadora.
Con brazales de púas cortas en ambos brazos, nudillos puntiagudos en cada mano y un par de alas en su espalda cuyas plumas y revestimiento metalico eran tan filosos que cortaban hasta el alma del desafortunado que se aventuraba en contra de la mujer.
–Observa un dios frente a ti– Dijo Rainbow Dash levantando los brazos
–Un falso ídolo, siempre caen en la misma trampa–
Levantó su arma y disparó sin hacerle ni un solo efecto en la armadura, cada una de sus tres balas se incrustaron en el casco de la armadura y cayeron al suelo.
–Si te arrodillas frente a mi y le ordenas a tus amigos que se entreguen, te dejare que lamas mis zapatos y te mataré rápido después–
–Esa armadura no puede protegerte de mi–
Ambos caminaban frente al otro separados por unos cuantos metros.
–Esta armadura puede hacer maravillas, la sangre de Twilight tiene la magia suficiente para mantenerla andando–
–Y yo tengo la suficiente fuerza para quebrarla y destriparte–
Desplegó las alas rápidamente y un destello multicolor iluminó la espalda de Rainbow Dash antes de salir disparada hacia su adversario cargandolo en su hombro y elevándolo en el aire de la habitación.
–Tenemos espacio de sobra aquí, pero tú ya te vas–
Lo arrojó al techo de la fábrica destruyendo la estructura y sacándolo a la fuerza del complejo.
Mientras Rainbow volvía dentro de la fábrica el hombre utilizó la muñeca de su armadura liberando un gancho.
Apuntó hacia Rainbow y disparó golpendo su pierna a la vez que recogía el cable acercándose más y más a ella.
–Suelta... Me– Gruñó intentando liberar su pie.
Perdiendo el control de su impulso de arcoiris, Rainbow se estrelló contra el suelo fuertemente junto con el hombre quien rodó al impactar y quedó justo a su lado.
–Eres muy persistente, me empiezas a molestar– reclamó Rainbow todavía en el suelo.
El Capitán se levantó rápidamente golpeando el casco de Rainbow en repetidas ocasiones.
Los golpes eran tan fuertes que Rainbow era desorientada cada vez más por el ruido y el dolor de su cabeza.
Su ala salió por un costado intentando encajar las plumas cómo cuchillas en el hombre pero rebotaron sin más al tocar las placas de metal de su contrincante dejando a Rainbow confundida e ingenua.
–¿Pero como...?– preguntó
–Callate y muere–
Un último golpe seco impactó en el casco de Dash enterrando su cabeza en el suelo y agrietandolo lentamente.
El hombre se levantó del suelo mientras sacudía la mano y miraba a la mujer derrotada en el suelo, perdiendo su armadura a la vez que toda esperanza.
–Perdiste, desgraciada... Se acabó–
Con la cara descubierta y la armadura apagada y sin color, Rainbow yacía sin expresión alguna en su rostro, tirada en el suelo.
–Tengo que admitir, de todas las Rainbow que hemos visitado, en todos los universos... Tu eres la única que logro mantener al gobierno tanto tiempo sin sospechas de que algo raro pasaba– Continuó
–Es fácil una vez que sabes que son muy fáciles de tener a tu lado– Rió Rainbow Dash –Les muestras un poco de poder y se ponen a bailar como perritos–
–Si... Es lo malo con todo... Pero ya no más, entrégate y todo terminara–
–Mi vida...– Susurró –¡No arruinaras mi vida!–
Con enojo se levantó del suelo intentando asestar golpes.
Uno tras uno eran evadidos sin esfuerzo por su enemigo.
–Eres lenta y descuidada, más rápido, pensé que eras genial–
Apretó los dientes con rabia y sus ojos se volvieron rojos.
–¡Cállate! ¡Tu, perro callejero!–
–Esa armadura no era más que un juego, nada que se compare con la nuestra–
–Te voy a destripar y usar tu piel como abrigo–
–Yo usaré tu cabello como bufanda–
Rainbow intentó golpear la cara del hombre y al ser evadida su muñeca fue restringida por la mano del sujeto.
Con un agarre firme y fuerte que le impedía moverse mientras tiraba con fuerza para liberarse de él.
–Aqui termina tu historia– el hombre comentó.
Un rodillazo en el estómago de Rainbow la hizo retorcerse y vomitar del dolor cayendo al suelo mientras su armadura se desmoronaba encima de su propia baba.
–¿Co... Cómo?– Preguntó ingenua y adolorida levantando la mirada lentamente.
Tomó su rostro con una mano y la levantó, con su traje destruido y dejando al aire libre su vientre desnudo y su sujetador de arcoiris.
–Mirame a los ojos y rindete–
Miró al visor de la máscara con esfuerzo para ver los ojos de aquel hombre clavados en su alma.
–No sentiré remordimiento por ti, tampoco es que lo merezcas–
La arrojó hacia la pared y golpeó su rostro contra el muro tomándola de la nuca.
Estiró su cabello con fuerza poniendo la mejilla izquierda de Rainbow en el cemento.
–Aprieta los dientes–
Corrió por la pared mientras sostenía la cabeza de Rainbow pegada a la pared arrastrándola a gran velocidad.
Intentaba liberarse entre gritos y golpes desesperados aunque era inútil, sentía como su cara se desmoronaba más y más entre más pasos daba.
–Asi te verás más genial, creeme–
Al llegar a la esquina de la pared el hombre volvió a arrojarla a la pared que seguía y continuó corriendo con Rainbow.
Ella arrastraba los pies al ser jalada por aquel hombre.
Antes de llegar a la próxima esquina el hombre arrojó el cuerpo de Rainbow frente a él.
La mitad de la cara de la mujer se había convertido en una masa roja de carne y dientes expuestos al aire libre.
Con vestigios de piel aún pegados junto con pequeñas piedras y escombros.
Un gran golpe con el puño derecho hizó voltear a Rainbow Dash por el impacto, seguido de una mano poniéndose en su hombro para darle una vuelta más.
El hombre la recibió con otro golpe directo en la nariz que la hizo caer al suelo completamente inconsciente.
–Te irá mejor en Black Iron, infeliz maniaca–
La tomó de uno de sus pies y la arrastró por el piso de la habitación dejando un rastro de sangre de su rostro en el piso.

–Muy bien, otro universo salvado– dijo Richter victorioso frente al campo de la preparatoria.
–Por ahora, lo malo es que seguimos sin ningún indicio de La Fiebre Negra, eso es lo que estamos buscando– Añadió el capitán.
–Vayamos al siguiente, tal vez pueda ser de más ayuda– Comentó Rookie
–¿Dónde están las supervivientes?– preguntó Raf a Rookie.
–En el hospital, acompañando a Twilight y tuvimos demasiada suerte, Applejack logró salvarse por un pelo–
–Muy bien, siguiente universo, aquí vamos–
Richter tomó una de las placas de su muslo y rápidamente se convirtió en una espada, una katana negra completamente desde su mango hasta la hoja.
La tomo con ambas manos y una onda de electricidad se presentó en el filo de la hoja.
De un corte al aire un gran círculo se materializó distorsionando todo a su alrededor.
Antes de entrar una pequeña pelota redonda cayó por detrás de los hombres.
–¡Por mi hija!– gritó el padre de Rainbow Dash antes de correr.
Todos voltearon hacia la bomba hacia sus pies e intentaron correr.
La explosión los envío directo hacia el portal en diferentes direcciones, separandolos al entrar y salir.
Rookie intentó sostener la mano de uno de sus compañeros aunque no lo logró y se separó dentro del portal.
Al salir cayó sobre varios árboles rompiendo sus ramas y golpeándose varias veces.
Cayó al suelo y se levantó rápidamente limpiando su armadura y colocando su mano en su hombro derecho.
–Oigan, ¿Me reciben?– preguntó alterado
–¿Alguien ahí? ¿Capitán? ¿Raf?–
Miró a su alrededor desesperado sin ningúna respuesta de su radio.
–Maldita sea...–
Un ruido fuerte alertó al hombre obligándolo a ocultarse detrás del arbusto frente a él.
Observó con cautela y vió a lo que parecían dos personas pelear ferozmente frente a un granero.
La noche hacia casi imposible diferenciar quien eran esas personas pero la luz de la luna era suficiente para iluminar el sombrero vaquero tan icónico de la poni mas fuerte y brava de todas.

Continuará...

La Fiebre Negra (MLP Infection AU's)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora