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El adolescente Craig caminaba pesadamente por las estrechas calles de South Park. Con la cabeza gacha y el ceño fruncido, era notorio que algo lo atormentaba. No era común en él disculparse, pero esta vez sabía que no tenía opción. Llegó hasta la modesta casa de los Tweak, tomó aire para armarse de valor y finalmente oprimió el timbre. Escondía un pequeño ramo de flores detrás de su espalda, esperando que este gesto ayudara a aliviar la tensión. Llegó a la modesta casa de los Tweak y respiró profundamente antes de tocar el timbre. Llevaba flores en una mano, esperando que su gesto fuese bien recibido. La puerta se abrió y allí estaba el señor Tweak, con su característico cabello revuelto y una taza de café en la mano.
—Oh, hola Craig— saludó antes de beber un sorbo.
—Hola...— El muchacho, procurando sonar sereno aunque ansioso, logró articular —¿Esta Pip?—
El padre de Tweak lo miró con curiosidad, pues la presencia de Craig en su hogar era toda una novedad después de los problemas recientes . — Vaya, esto es inesperado— , respondió con una sonrisa amable. — Pase por favor—
Craig siguió al señor Tweak hasta la sala, donde la señora Tweak aguardaba en el sofá. Pese a su sonrisa, era evidente su inquietud. El aroma a café llenaba cálidamente la habitación, tranquilizador como un abrazo.
A Craig le producía cierta incomodidad estar allí, sintiéndose parte de una escenificación ajena a él. La señora Tweak, percibiendo su tensión, habló con dulzura:—Qué bueno verte, cariño—.
Su calidez era sincera, mas no lograba aliviar la incomodidad de Craig. El señor Tweak, comprendiendo la situación, posó una mano reconfortante en el hombro del muchacho.
—Creo que mereces otra oportunidad—, dijo con confianza. Sus palabras, más que un perdón, eran ofrecimiento de paz.
Tras breves palabras donde subyacía incomodidad, Craig se despidió con respeto y se dirigió escaleras arriba. Craig subió las escaleras hacia la habitación de Tweek, que ahora alojaba a su compañero Pip. Al llegar, abrió la puerta lentamente, el chillido de la puerta hizo que el corazon le latiera con fuerza.
—¿Craig? — Pip levantó la cabeza y Craig vio al rubio sentado en la cama, absorto en la lectura de un libro. Dejó el objeto a un lado y mostró una sonrisa llena de cariño—. ¿Ya te has recuperado, amor?
No hubo respuesta por parte de Craig; solo podía contemplar la camisa verde que llevaba puesta y sentir una profunda repulsión. Sus labios temblaron de disgusto. Lo odiaba.
No hubo respuesta por parte de Craig, solo podía observar la camisa verde y sentía mucho asco, sus labios temblaron. Lo odia.
—¿Me trajiste flores?— Bajo de la cama y se acerco a Craig e intento agarrar el ramo de flores pero Craig no se lo permitió, lo que dejo un poco desconcertado al rubio. —¿Qué pasa?—
—Yo te... traje— con un hilo de voz, incapaz de disimular su turbación.
Pip continuó hablando con aparente calma, sin percatarse del malestar que sus palabras provocaban en su interlocutor. Para Craig, ver a Pip usando la ropa de Tweek y exhibiendo aquella cercanía era demasiado. Le recordaba dolorosamente cómo, sin poder evitarlo, todo había cambiado a su alrededor en su ausencia. Craig se sintió invadido por una profunda sensación de impotencia. Aquello que tanto había anhelado se le estaba esfumando entre los dedos sin remedio, como arena que cae incontenible de nuestras manos.