• Dieciséis años, Tour Schrei •

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Tom apartó la cortina hacia un lado y los ojos de Bill parpadearon. Miró a su hermano escabullirse en su litera y gruñó con suavidad.

-Tomi, no -dijo con somnolencia. Se sentó y Tom se puso encima de él, empujándolo contra el colchón. Tom estaba tibio y olía a casa y Bill no pudo apartarle-. Tomi, ¿qué estás haciendo?

-Silencio -contestó Tom y dejó caer su cuerpo, cubriendo el de Bill. Bajó la cabeza y besó todo el cuello de su gemelo, suspirando y presionando sus cuerpos juntos-. Por favor -susurró.

La boca de Tom se abrió, caliente y húmeda contra la garganta de Bill y ambos jadearon.

-Prometimos que no íbamos a hacer eso -recordó Bill, arreglándoselas para hablar-. No en el bus, es muy peligroso.

-No puedo -dijo Tom-. Sólo déjame… olerte. -Bill sonrió y sintió que los dedos de sus pies se encogían.

-Ha pasado mucho tiempo, Tomi. Voy a hacer algo malo… realmente deberías irte. Anda a dormir.

-No puedo hacerlo. ¿Has escuchado a Georg? Ronca muy alto -respondió, lamiendo el cuello de Bill y juntando sus manos-. Suena como si estuviera… no sé, muriendo.

-Mm -dijo Bill, moviendo su cabeza y juntando sus labios. Se besaron con lentitud, explorando el cuerpo del otro con sus dedos, con sus manos. Bill suspiró ruidosamente y un pequeño gemido escapó de sus labios-. Oh, Dios.

-Sshh.

Tom presionó sus cuerpos, juntando las crecientes excitaciones. Se sentía muy cálido, mucho más de lo que se sentía en su litera. La vida en el bus era nada en comparación a casa. Tom extrañaba su cama, extrañaba su habitación. Extrañaba a Bill en su cama, en su habitación. Cogió el mentón de Bill y empujó su lengua dentro su boca, lamiendo el borde de su labio y detrás de los dientes. Su hermano sonrió y luego gruñó.

-Dios, Tomi, me estás poniendo tan… tan jodidamente… -Bill jadeó y abrazó con firmeza a Tom-. Me alegra que hayas venido. Estaba congelándome.

-No estabas así, no mientas -dijo Tom, sonriendo.

-Está bien, estaba muy excitado.

-¿Ah, sí? -Bill tornó los ojos y empujó a su hermano.

-En serio, no podemos de todas formas.

Tom arrastró sus dedos por el cuerpo de Bill, sintiendo la piel suave y los músculos de su estómago y de sus muslos. No habían estado juntos, realmente juntos en más de una semana y Tom estaba volviéndose loco. Quería estar dentro.

Tocó a Bill sobre los boxers y dijo, sonriendo: -Sólo un beso, eso es todo lo que quiero.

-Sí, claro -dijo Bill, arqueando su espalda ante el toque. Tom le acarició con más fuerza y él suspiró-. Está bien, sólo un beso.

-Mmm… -Tom besó la barbilla de Bill y subió hacia los labios, lamiendo el piercing-. Sabes que voy a necesitar más de uno.

Bill hubiera reído y asentido, pero la boca de Tom estaba en la suya antes de que siquiera pudiera pensar. Sus bocas se abrieron y sus lenguas se encontraron; se movieron en la cama. Esa era una pendiente resbaladiza, ambos lo sabían. Una vez que habían empezado a besarse era difícil detenerse.

Cuando vivían en el apartamento de la banda en la ciudad, estuvieron cerca de ser atrapados un montón de veces. Tom podía molestar a Bill con un beso y antes de darse cuenta, estaban juntos, medio desnudos y retorciéndose en donde sea que encontraran un lugar para acostarse. Había algo emocionante en ser casi atrapados, pero extrañaban la privacidad de casa. La última tarde ahí la habían pasado empacando.

No se lo cuentes a mamá - Bill and Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora