• Dieciséis años •

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Estaba oscuro en el bus y Tom estaba adormecido, el movimiento le arrullaba dentro y fuera de la conciencia. Giró y se relajó contra el colchón. Habían tenido un día muy largo; todo entrevistas, apariciones en la televisión y sesiones de fotos.

Ya estaba por caer en un profundo sueño, uno que realmente necesitaba, cuando la cortina de su litera fue bruscamente abierta.

-Ugh -gruñó y Bill se deslizó en su cama.

-¿Tom? –Su hermano se acurrucó inmediatamente bajo las sábanas, moviéndose sobre él-. ¿Tom, estás enojado conmigo?

Tom se incorporó un poco y tocó ligeramente detrás del oído de Bill, eso siempre calmaba a su hermano. Curvó sus dedos alrededor de la oreja y acarició.

-¿Qué?

-Has estado raro -dijo Bill-, desde que estábamos en casa. Mamá también. Tú... no me has tocado.

-Estoy tocándote -respondió Tom-. Estos días han sido estresantes y hemos estado cansados, ¿verdad?

-Es más que eso –replicó, insistente-. Antes nunca importó si estabas agotado… estábamos agotados los dos.

-Estoy realmente cansado -dijo Tom, frunciendo el ceño-. Muy cansado ¿sabes?

Tocó el cabello de Bill, ahora largo, y suspiró. Su gemelo sólo retrocedió un poco, con torpeza.

-¿Es una chica? -preguntó-. ¿Lo jodiste de nuevo? Sólo dime, prometo no enojarme.

-No es una chica.

-Entonces, ¿qué es? -El tono en la voz de Bill era casi infantil, suplicante. Tom lo acercó y frotó su espada-. Mamá y tú han estado extraños.

Tom miró a su gemelo bruscamente. -¿Qué pasa con mamá? ¿Qué te dijo?

-Nada -respondió Bill-. Es justamente eso. No ha dicho nada porque ella no quiere hablar conmigo.

-¿Qué? -Tom comenzó a sentirse enfadado.

-La llamé este lunes, como lo hago cada semana. Es nuestra rutina, ¿no? Y ella no contestó. Eso nunca había pasado, Tom, ella siempre responde cuando la llamo los lunes -dijo Bill, cabizbajo-. Ella nunca se perdió una semana y ahora siento como si hubiera hecho algo, porque ustedes dos han estado actuando muy raros conmigo.

El corazón de Tom casi se rompió con sólo de mirar a Bill. Parecía tan pequeño y vulnerable, incluso su labio inferior temblaba un poco. Tom se enojó con su madre; ella no necesitaba castigar a Bill, no por esto.

-Creo que ha estado ocupada con la galería -dijo. Tiró de Bill, abriendo sus brazos y abrazándolo. Su hermano suspiró placenteramente y le devolvió el gesto-. Ella no está enojada, está bien

Bill presionó su cara contra su cuello y besó su piel con suavidad.

-Tomi, ella ni siquiera se despidió. No lo hizo. No me miraba y casi no estaba en casa. No lo sé...

-Mamá también tiene una vida -le dijo contestó amablemente-. Ha estado trabajando como loca, tú sabes.

-Lo sé -lloriqueó Bill-. Pero... ¿entonces no estás molesto?

Tom sonrió y besó la frente de Bill.

- No, no seas tonto. -Se sentía horrible por hacer que su gemelo pensara que estaba enojado. Lo sostuvo estrechamente, tratando de compensarlo. Sabía que tendría que esforzarse más para salir del lío en el que se había metido.

El resto de su estadía en casa había sido extraña. Tom, sabiendo lo que sabía, se había sentido intensamente incómodo cerca de Bill y de su madre. Apenas había pasado tiempo con su hermano, incluso, apenas le había mirado. Con su madre, ni siquiera podía verle a los ojos. Gordon y Bill permanecieron relegados, ignorantes de la tensión entre Tom y Simone.

No se lo cuentes a mamá - Bill and Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora