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MARTIN

No tardamos mucho más en terminarnos nuestras bebidas y bajar a la fiesta. Estaba a diez minutos caminando, y agradecí que fuésemos a un paso ligero y que una leve brisa acompañase a la noche de verano, porque mi temperatura corporal había subido veinte grados de golpe. Entre la lamida de Álvaro y el beso de Juanjo, sentía que si me quedaba mucho más tiempo encerrado iba a desmayarme.

No voy a negar que Juanjo me ponía nervioso, y no de una forma precisamente inocente. Era tremendamente atractivo y eso era algo innegable para cualquiera al que le funcionase bien la vista.

Y lo dice un puto miope.

Además, tenía una espalda en la merecería la pena quedarse a vivir. Pero seguía queriendo intentarlo con Álvaro, se le ve mas tranquilo, más romántico, más...calmado, al contrario que su amigo, que era una de las mayores tormentas que he conocido.

Y, por muy emocionante que fueran las tormentas, al final siempre acababan igual: sembrando el caos y arrasando con todo. Yo ya habia pasado por ahí, y digamos que no me apetecía repetir. Además, Juanjo no parecía de los que volvían a llamar después de follar una noche, y yo estaba muy lejos de entender ese comportamiento y mucho menos aceptarlo.

Cuando llegamos al descampado y despues de esperar a que Juanjo saludase al noventa por ciento de los presentes, nos pusimos a uno de los lados del altavoz para escuchar bien la música, a petición de Álvaro. Bea y yo nos miramos, acordando mentalmente no estar muy de acuerdo con esa posición, pero sin decir nada.

—Voy a pillar fanta para hacerme una copa, ¿queréis algo?

Miré incrédulo a Juanjo.

—Pero, ¿no era que no daban alcohol aquí?

—Y no dan, pero me he traído mi petaca de confianza —agitó disimuladamente el botecito que asomaba de su bolsillo con una sonrisa —y voy a pillar la mezcla.

—Hostia, ¿tu también tienes una? —preguntó Rus emocionada, enseñando la suya, llena de lentejuelas negras.

—Dios mio, pelirroja, tu y yo vamos a ser mejores amigos.

—El primer puesto está ocupado —me guiñó un ojo —pero el segundo es todo tuyo.

Se rieron entre si, y Rus enganchó a Juanjo del brazo y tiró de él para ir a coger las bebidas.

Rodé los ojos.

—Vaya dos se han ido a juntar. —Dijo Bea, negando divertida con la cabeza.

I knew you would like them. —Kiki sonrió victoriosa.

—Nuestro puesto de mejores amigos pende de un hilo, Martin. —Me dijo Álvaro peligrosamente cerca de la oreja.

Asentí y sonreí nervioso ante su cercanía, y él me devolvió el gesto.

Cuando volvieron, ya con sus copas en la mano, nos pusimos a bailar. Al principio me dio un poco de vergüenza, pero a medida que iba pasando la noche me fui soltando. Al fin y al cabo, bailar era una de mis cosas favoritas, y no lo hacia nada mal.

Notaba a Álvaro cada vez más cerca de mi cuerpo, y sin darme cuenta estaba de espaldas pegado a su pecho, acercando descaradamente mi culo a su pelvis y restregándome sobre ella. De vez en cuando notaba la mirada de Juanjo posarse durante unos segundos sobre nosotros, apretando su mandíbula con fuerza.

En un momento dado decidió hacer lo mismo con Rus, que, para sorpresa de nadie, respondió positivamente ante este gesto, y yo tampoco pude evitar que mis ojos se fuesen a la pareja que tenia frente a mí.

Siempre fuiste tú -JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora