capítulo 3: Lealtad

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Regulus contempló el crepitar de las llamas en la chimenea de su habitación, el fuego danzando con una calidez que parecía reflejar los sentimientos que bullían en su interior. Daeron, con sus ojos brillantes y su corazón entregado, amaba a Regulus más allá de las palabras. Anhelaba hacerlo feliz, deseaba un futuro juntos, pero sabía que Regulus no compartía su entusiasmo por el matrimonio. A pesar de su edad madura, Regulus mantenía una extraña reticencia, y siempre repetía la misma respuesta:

"Te han llegado muchas propuestas de matrimonio", comentó Regulus mientras servía vino para ambos. Daeron frunció el ceño, con expresión seria.

"No me interesan ninguna de ellas. Además, sabes que mi padre es demasiado exigente", respondió Daeron con una risa irónica. Su padre, Aegon, era celoso hasta el extremo, impidiéndole estar a solas con cualquier alfa y menos aún con aquellos que pretendían cortejarlo.

"Tu padre no siempre estará a tu lado. Aegon debe vivir su propia vida, y ha tenido sus propias experiencias con omegas", replicó Regulus, recordando la tensa relación que mantenía con Aegon.

Aegon había sido cruel con Regulus desde siempre, despreciándolo y culpándolo por la muerte de Lucerys al darle vida. Además, Aegon insistía en que Aemond amaría más al segundo hijo que estaba por tener en vez de a Regulus. Sin embargo, Regulus sabía que Aegon estaba equivocado; su padre parecía tener una predilección inexplicable por él, aunque en ocasiones también mostraba preferencias hacia Malys, su esposa.

Daeron le sonrió a Regulus, quien se sentó a su lado en la cama. Era un lugar que habían compartido en numerosas ocasiones, aunque sabían que su intimidad no sería bien vista por los demás. Daeron debía guardar su virtud para su futuro esposo, pero en cambio, la había ofrecido a Regulus en cuanto tuvo la oportunidad. Regulus aceptó, pero con una condición: Daeron debía entender que él no podría ser su esposo. Parecía que Regulus solo usaba a Daeron para su propio placer, pero en realidad, ambos jóvenes comprendían que solo estaban buscando satisfacción en sus encuentros.

"¿Y Jacaerys qué opina?", preguntó Regulus. Jacaerys, el padre omega de Regulus, había sido figuta paterna en su infancia.

"Él aprueba que tenga más alfas antes de casarme", respondió Daeron con sinceridad. "Pero quiero que sepas que solo te quiero a ti, Regulus".

Regulus sonrió y acarició el rostro de Daeron. La suavidad de su piel bajo sus dedos era un consuelo, un refugio en medio de la complejidad de sus sentimientos. Aunque Regulus no podía ofrecerle un compromiso formal, había algo genuino entre ellos, algo que trascendía las normas y las expectativas.

"¿Celoso, Regulus?", preguntó Daeron con una risa traviesa. "¿Acaso temes que otro alfa me robe el corazón?"

Regulus frunció el ceño, pero no pudo evitar sonreír. "No quiero compartirte", admitió. "Eres mío, Daeron."

El omega se inclinó hacia él, sus labios rozando los de Regulus. "Y tú eres mío", susurró. "Aunque no podamos tener un matrimonio oficial, tenemos esto. ¿No es suficiente?"

Regulus asintió, atrayendo a Daeron hacia sí.

"¿Aún piensas en él?" preguntó Daeron, su voz cargada de compasión. Regulus acarició sus labios, sus ojos reflejando un anhelo profundo. "Pienso en él todo el tiempo", susurró Regulus, "y me imagino que puedo cambiar algo para que él esté aquí".

La sombra de Lucerys, el padre de Regulus, siempre se cernía sobre ellos. Regulus había crecido sin el amor paternal que veía en otros omegas, cuyos padres los cuidaban con ternura. En cambio, él se curaba solo, buscando refugio en los maestres cuando se lastimaba. Observaba a Daeron y Jacaerys, sintiendo la dulzura de su amor, mientras él anhelaba lo mismo de su propio padre.

Volver al futuro |Lucemond & Jacegon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora