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—¿Porqué no me dijiste que era tu cumpleaños?.

Leehan vió con su único ojo disponible, ya que el otro estaba detrás de una pequeña toalla con hielos y se encogió de hombros, sin darle mucha importancia.

La fiesta de cumpleaños era exclusivamente familiar, pero era porque el castaño no tenía amigos para invitar. Todos habían quedado en Busan y no habían podido venir así que sólo estaban ellos dos, entre los padres del mismo, su abuela y un par de tíos. Porque de nuevo, muchos se habían quedado en su ciudad natal.

Taesan estaba muy charlatán y parecía nervioso y apenado y eso lo comenzaba a irritar porque no era normal que el mayor estuviera así, pero ahora que estaba en su casa quería un poco de tranquilidad, no que le hicieran preguntas.

—Ni siquiera te tengo un regalo, Leehan—murmuro, pero el otro chico sólo se encogió de hombros—. No, no hagas eso, a mí me molesta mucho cuando no me traen un regalo en mí cumpleaños, es que... Es una de las pocas ocasiones del año donde te dan un regalo y es un día especial.

Leehan lo apuntó y luego movió el dedo negativamente.

—Bien, yo no me contengo cuando quiero regalarte algo, lo sé, pero con más razón, si yo te regalo algo todos los días en tu cumpleaños debería regalarte algo más especial.

Eso hizo al menor sonreír, pero hizo una mueca de dolor cuando el gesto le tiró la herida del labio.

Taesan suspiró, todavía tenía ganas de matar a esos chicos.

Los había visto salir del baño carcajeandose, uno de ellos lo miró con esa sonrisa egocencentrica, "Tu novio te estaba llamando" le había dicho, para luego hacer una "o" con los labios, burlándose de la mudez de Leehan ."Oh, cierto" y no escuchó más porque había ido corriendo hacia el lugar.

Leehan se dió cuenta de qué debía estar pensando el mayor así que se acercó a él para apoyar una mano en su hombro, negando con la cabeza para que se olvide.

Taesan alzó la vista hacia él.

El castaño era un chico muy dulce, demasiado cálido para un mundo tan frío. Con personas que querían apagar ese calor, ese brillo en los ojos y que planeaban amargarlo.

El mayor temía que desgraciadamente habían enfriado bastante la personalidad del chico, aunque con él no era así, en cuanto Leehan volvía a estar solo parecía apagarse, decir cosas feas de sí mismo y no lo merecía. No merecía nada de eso.

—Leehan... creo que deberías cambiarte de escuela —dijo sin más.

Las palabras hicieron que las cejas del nombrado se alzaran, abriendo los ojos con lo que parecía miedo. Comenzó a negar efusivamente, haciendo señas con su única mano disponible.

El pelinegro intentó tranquilizarlo tomando su mano entre las suyas, conteniendola dentro de la suya que era más grande, perfecta para envolverla.

—Tranquilo, shhh... Yo me cambiaré de escuela también —murmuro—. Estaremos juntos, seguiremos juntos, te lo prometo. No te voy a dejar solo.

El menor sintió que iba a llorar otra vez, Taesan se dió cuenta y abrió los brazos hacia él ofreciendo un abrazo que el menor correspondió enseguida, rió un poco con el chico en su pecho.

Al otro día fueron a la oficina del director pero esta vez no para arreglar las cosas de la forma que siempre hacían, Leehan necesitaba empezar de cero otra vez y Taesan dijo que si seguía yendo a esa escuela sería sólo para golpear a quienes le había hecho eso al castaño y que si no quería que corriera sangre, debía aceptar que él se cambiara de escuela también. El director comprendió completamente la decisión de ambos jóvenes de cambiarse de colegio, a pesar de que quedara un trimestre para que termine el ciclo y hasta se tomó la molestia de hablar con los padres del pelinegro para convencerlos.

Por más que Woonhak estaba enojado con el menor por no haberle dicho nada ya que el joven finalmente confesó que habían sido varias veces las golpizas, que no era la primera. Entendía que era la manera en la que Leehan creía que así no molestaría a nadie y las cosas pasarían, así que ayudó a acelerar el cambio de escuela recomendando una con orientación artística, cuyo director era amigo de él.

Según sus palabras, un hombre un tanto extravagante y apuesto llamado Park Sungho.

A la semana ambos chicos comenzaron de nuevo. En un lugar más verde, con gente tocando guitarras bajo los árboles acompañados de otros que cantaban letras inventadas, más personas que hacían dibujos rápidos de cualquier cosa que Ilamara su atención.

Taesan le había regalado un nuevo cuaderno como regalo de cumpleaños atrasado, esta vez más bonito que el anterior, con pasta dura para que pueda escribir donde sea y con su nombre grabado en la tapa para que el mundo supiera de quién era.

—Lo mandé a hacer para tí, por eso tardo un poco —dijo, Leehan tenía una sonrisa gigante en el rostro, tanto que sus ojitos se escondían atras de sus mejillas—. Hace mucho que no hablamos como hacíamos antes, este tiene más paginas, así podemos hablar más tambien.

El menor se rió en mudo. A Taesan le gustaba mucho cuando él hacía eso porque podía ver como se le movian los hombros un poquito y cuando reía aún más Leehan se apoyaba en él porque sino se podía caer. Leehan era adorable ante los ojos del pelinegro.

Luego de eso, el menor estuvo sonriendo todo el día a pesar del dolor de su labio, sonrió hasta que se acostumbró a ese dolor y le agradeció escribiéndolo en ese mismo cuaderno, siendo las primeras palabras "Gracias, hyung".

En su primer día el director les dejó recorrer la escuela por sí solos, decía que las cosas maravillosas las encontraban por sí mismos, así que los dejó pasear.

—Qué tipo tan raro, ¿Así son todos en las escuelas de arte?.

El otro chico se encogió de hombros, suponía que sí.

Después de un momento Leehan palmeó el brazo de Taesan señalando en dirección a un chico tocando un saxofón con un muchacho en silla de ruedas frente a él, le parecía curioso el instrumento porque nunca había visto algo de esa forma y que sonara de aquella manera.

Taesan sonrió al ver al castaño sonreír por eso, con el corazón algo dolido por el labio que no había terminado de sanar, por más que al chico no le doliera, a él sí. Aún tenía ganas de romperle un par de dientes a algunos.

Por decisión del menor se hicieron amigos de aquellos dos chicos primero.

El saxofonista se presentó como Myung Jaehyun y el otro muchacho como Lee Sanghyeok, aunque también mencionó que lo podían llamar "Riwoo" ya que era más cómodo.

Taesan se presentó por los dos, con algo de miedo al decir que Leehan era mudo, pero los dos chicos no lo tomaron como si fuera una discapacidad, un problema, un error.

Por primera vez Leehan encontró a alguien más que Taesan que lo trate igual que el resto.

Para el final del día ya eran amigos y hasta Jaehyun llegó a prestarle su saxofón al menor, instrumento que el chico sopló muy fuerte y casi cae hacia atrás por lo aturdido del sonido, pero Taesan se había apresurado a sostenerlo.

Eso provocó risas porque Leehan había sido muy adorable con su cara de susto.

Y al mayor se le seguía derritiendo el corazón cada vez que veía la risa silenciosa del castaño.

Estaba feliz de haber llegado a un lugar donde podría verla aún más veces.

Love me, Mute ☆ Gongfourz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora