IX

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Taesan acompañó al castaño en todos sus estudios, mirando de lejos con ojos asustados a todas las máquinas que usaron para ver en su interior, por más que le decían que todo eso era como una radiografía más moderna, las palabras de los médicos no lo ayudaban en absoluto a tranquilizarse.

Eso hacia que estuviera mucho más encima de Leehan cada vez que terminaba algún estudio, tomando su mano para caminar junto a él, abrazándolo cada vez que salía para decirle que todo estaría bien y dejando un brazo sobre los hombros del chico cuando los doctores le explicaban la situación.

Eso hacía sentir enormemente mejor al menor, al menos en parte. Sabía que contaba con el apoyo incondicional de su mejor amigo.

Todo salía bien, según los doctores todo estaba correcto, aunque Taesan notaba los ánimos de Leehan bajar por esas palabras y sabía lo que el chico pensaba.

«Todo está bien, pero sigo siendo mudo. Sigo sin poder hablar...No... Nada está bien».
Casi podía leerle los pensamientos.

Casi siempre quedaba con esos ánimos varias horas, hasta que el pelinegro lograba hacerlo sentir mejor con alguna charla, o ver una película juntos para distraerse, a veces el menor buscaba sostener su mano y eso parecía ayudar también.

Cómo Leehan era mudo solían hacerle estudios en sus oídos por si llegaba a desarrollar sordera, cosa que no estaba directamente relacionada pero era algo que querían tomar con precaución.

Y el mayor notaba a Leehan tener miedo al respecto, por lo que le había recordado que cualquier cosa que pasara él se quedaría a su lado, el menor sólo había sonreído, una sonrisa que no lo convenció del todo.

La señora Kim estaba feliz de que Taesan apoyara y cuidara tanto a su hijo y siempre los miraba con una sonrisa.

—Taesannie —llamó la señora Kim luego de la cena, haciendo que el pelinegro se detuviera en su camino a la mesa. Este estaba terminando de sacar los platos y vasos que quedaban junto con la ayuda de la tía Loon.  Le hizo una seña para que lo acompañara, yendo hasta la cocina para hablar con él en privado—. Gracias por cuidar a Leehannie.

Taesan sonrió asintiendo, eran palabras que había escuchado varias veces y mucho más en esos últimos días.

—Taesannie... ¿Sabes que mi hijo te quiere muchísimo, no?.

—Yo también lo quiero, señora Kim.

—Sí, Tae, eso lo sé —dijo—. Pero no sé si Leehannie te quiere más de lo que te imaginas, más de lo que te demuestra.

Taesan frunció el ceño, ya que Leehan era muy demostrativo con su afecto.

—Él es un chico muy cerrado, no sé si te cuenta muchas cosas, aunque seguro sabes más que yo. Él es más abierto hacía tí, ya sabes, hay cosas que sólo se pueden hablar entre jóvenes y bueno, yo soy su madre y él me quiere mucho pero... Él es diferente contigo.

Taesan asintió, Leehan le había dicho cosas que sólo le confiaba a él y, aún así había cosas que no le confiaba a nadie.

—Sólo pido que no rompas su corazón —dijo la señora Kim y el pelinegro se ofendió un poco, como si fuera capaz de hacerle algo como eso a la persona que más quería y cuidaba en el mundo.

—Nunca haría algo así —respondió automáticamente y la mujer asintió—. Señora Kim... cambiando de tema.

—¿Hm?.

—Nunca me explicó qué le pasa a Leehan.

Era tarde en la noche y era el último día que pasarían en Busán, Taesan ayudaba a la señora Kim a limpiar y secar los platos de la cena para disimular su charla. El castaño se estaba bañando en el primer piso así que no escucharía y su madre creía que era el momento indicado para hablar al respecto.

Love me, Mute ☆ Gongfourz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora