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Yeonjun

Atravesé la pared con el puño. Dos veces.

La sangre corre por mi brazo en finos riachuelos. He dado una patada a la mesa de café, la mayoría de mis pipas y cuencos son ahora un montón de cristales en el suelo. Han pasado horas desde que dejé a Beomgyu, de pie en la calle. Nunca olvidaré la expresión de su cara. Era como si no me reconociera, como si todos los minutos y días que hemos pasado juntos nunca hubieran ocurrido.

Y todavía no ha vuelto acasa. Probablemente nunca lo hará. No va a volver.

—Mierda. —grito y vuelvo a golpear la pared. Sabía que esta mierda pasaría. Sabía que nunca podría amarme, pero me sorprende lo doloroso que es. Se me revuelven las tripas.

Mi pecho se agita y siento que apenas puedo aspirar aire en mis pulmones. ¿Nadie se preocupará lo suficiente por mí como para quedarse?

Me dirijo a mi dormitorio, saco el Xanax de la mesita de noche y me trago inmediatamente un par de ellos. Esto debería adormecerlo todo. Lo hace desaparecer.

Me siento en el sofá y fumo durante lo que parece una eternidad. Mi cuerpo prácticamente se funde con el sofáy mi cara está adormecida. Mi piel está sensible y mi ritmo cardíaco es lento y perezoso. Puedo respirar. La mera calma es eufórica.

Oigo girar el pomo de la puerta y el corazón me da un vuelco en el pecho. Ha vuelto. Me siento erguido y lo veo entrar por la puerta. Me quedo con cada centímetro de él, memorizándolo todo.

Sus ojos se fijan en la destrucción que he causado, saltando de un lugar a otro. En todas partes menos en mí. Mírame a mí. Quiero gritar y chillar. Cualquier cosa con tal de volver a tener su atención en mí.

Deja escapar un profundo suspiro que debe haber estado conteniendo y se quita los zapatos de una patada. El silencio en la habitación es ensordecedor cuando se acercaa mí, sin encontrar mi mirada. Se arrastra hasta mi regazo y me abraza, enterando su cara en mi cuello. Le acaricio la nuca con la mano y lo aprieto tanto queprobablemente le duela. No dice ni una palabra, solo me inspira. Y mientras miro fijamente la pared blanca que tenemos delante, los ojos se me nublan y me arden.

Cuando por fin parpadeo,las lágrimas caen por mi cara. Recuerdo la última vez que lloré cuando tenía diez años. Mi padre estaba fuera por motivos de trabajo y Dina llegó a casa ese día a última hora de la noche.

Yo estaba sentado en el sofá, viendo dibujos animados, cuando ella se acercó a mí atrompicones. Todavía puedo oler el olor penetrante del licor y los cigarrillos y eseolor tan característico que tenía.

Me arrebató el mando a distancia de la mano y apagó la televisión.

—No te mereces ver la televisión. Tampoco mereces dormir en una cama. —Sus palabras arrastradas me golpearon como mil clavos en el corazón—. Túmbate en el suelo y duérmete. Tampoco hay almohadas ni mantas. Sí, eso es. Acurrúcate y duerme en el suelo como la mugre que eres. —Hice exactamente lo que me dijo, temiendo que me hiciera daño.

Era imprevisible y agresiva cuando estaba sobria, pero aún peor cuando estaba borracha.

—Debería echarte de casa. Tal vez así te irías a la mierda de una vez y te morirías en alguna zanja. Espero que lo hagas. —Me agarró del brazo, me levantó del suelo y tiró de mí hacia la puerta principal. Me empujó hacia fuera y pude oír el clic de la cerradura. Me quedé sentado en el porche toda la noche, esperando a que mi padre volviera a casa.

Cuando llegó a la mañana siguiente, le conté lo sucedido.Entró en la casa, subió corriendo las escaleras y lo único que pude oír fueron gritos y fuertes ruidos de choque. Pero no fue entonces cuando lloré. No.

Lloré más tarde esa noche cuando me di cuenta de que nada iba a cambiar.

Fue entonces cuando mi cerebro adolescente se dio cuenta de que se quedaría con ella. No me quería en absoluto.

Beomgyu inhala, como si quisiera decir algo. Le aprieto más, para que sepa quelo estoy escuchando.

—Te amo. —murmura directamente en mi cuello. Y mis ojos arden como si estuviera mirando directamente al sol. Las lágrimas siguen cayendo y cayendo; no se detienen. Un ruido estrangulado sale de mi pecho.

—Lo siento. —¿Cuántas veces voy a decir esas palabras antes de que se rinda definitivamente?—. Te amo, bebé. Tanto, carajo. No me dejes nunca.

—No lo haré. —su respuesta llega rápidamente y con una finalidad que me sacude hasta el fondo.

Cruelty (Yeongyu)Where stories live. Discover now