𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟓.

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TESSA

Después de escuchar la explicación de Henry sobre cómo me estaba llevando a su cabaña en Kentucky porque sentía que era el lugar más seguro para mí, tomé una larga siesta. Sólo fue interrumpida por una parada en un área de descanso para echar gasolina y agarrar algo de comer hasta que llegamos a un pequeño pueblo donde nos detuvimos a recoger una cantidad ridícula de comestibles. Alrededor de siete horas después de salir de la casa de mi abuela, me encontré de pie frente a una linda cabaña de troncos anidada en el bosque.

—¿Esto es tuyo?

—Sí, la compré hace seis años después de volver a enlistarme en el ejército. Conseguí un bien trato también. Utilicé mi bono de retención selectiva e incentivo adicional porque mi especialidad ocupacional militar se consideraba de alta demanda. Lo puse todo en un pago inicial para que mi hipoteca sea apenas algo —explicó mientras abría la puerta y la mantenía abierta para mí. Todo mientras llevaba tres bolsas de comestibles sin dejar caer nada mientras lo hacía.

El interior era lo que uno esperaría de una cabaña de troncos en medio del bosque. No tenía ningún cuadro colgado en las paredes de tronco, pero los abanicos y las vigas de madera que se extendían a lo largo del techo eran lo suficientemente llamativos como para que no necesitara nada más. Los muebles eran todos de gran tamaño y de cuero marrón. Tenía una planta abierta, con una barra de granito que dividía la sala de estar y la cocina. El único punto de color era una alfombra de color borgoña delante de la chimenea.

—¿Por qué no te mudaste aquí si tenías todo esto esperándote? —pregunté, haciendo un circulo con mi brazo. Se encogió de hombros mientras colocaba las bolsas en la barra.

—Era eso o Chicago, y Atlanta siempre ha sido mi hogar, así que me fui con lo que me resultaba familiar.

—No sabía que creciste en Atlanta. ¿Tus padres aún viven allí? —pregunté, siguiéndolo mientras se dirigía a la camioneta para agarrar más bolsas.

Cuando me acerqué para sacar mi maleta, me jaló hacia atrás con un suave tirón en una de las presillas de mis pantalones—. Te lo dije, lo tengo.

No iba a discutir, no cuando la forma en que había estado actuando todo el día me había hecho sentir especial. Protegida. Cuidada de una manera que nadie más lo había hecho.

—Mis padres se mudaron a Florida hace un par de años —contestó finalmente mientras lo seguía de vuelta a la cabaña mientras él llevaba el resto de los comestibles y mi maleta.

—¿Tienes alguna otra familia en Atlanta? ¿Y por qué Chicago era una opción? —mis preguntas me ganaron una gran sonrisa que me hizo preguntar—: ¿Qué?

—Me gusta esta versión habladora de ti. Significa que estás más cómoda conmigo.

—Bueno, después de ese beso, casi tendría que estarlo. ¿O no? —murmuré.

—Buen punto —rápidamente tiró las cosas frías al congelador y al refrigerador, pero dejó todo lo demás en la barra. Luego me acechó con un brillo sensual en sus ojos azules— Si un beso te hace abrirte un poco a mí, me pregunto qué me ganará hacer que te corras.

—Wow —exhalé, mis bragas yendo de su estado normal de humedad cada vez que él estaba cerca de empaparse en un abrir y cerrar de ojos.

—Eso no suena como un no, hermosa —me susurró al oído—. Y me muero por saber cómo te verás cuando te vengas. Me lo he imaginado en mi cabeza tantas veces. ¿Quieres mostrarme cuán mejor es la realidad a mis fantasías sobre ti?

—Ajá —también asentí.

—Nueva cosa favorita —no entendí lo que quería decir, pero no tuve tiempo de preguntarme porque deslizó su palma por mi barriga para acunar mi sexo por encima de mis pantalones—. Pero por mucho que me guste, necesito que digas que sí esta vez. No quiero que haya ninguna duda en ninguna de nuestras mentes de que quieres esto.

—Sí quiero —jadeé—. De verdad, de verdad quiero. Me llevó a sus brazos y me cargó hacia el sofá— . Si tuviéramos más tiempo, te llevaría a la recámara. Esto tendrá que servir por ahora.

No sabía por qué no teníamos más tiempo, pero realmente no me importaba. No con la forma en que me estaba presionando contra los cojines—. Esto es perfecto.

—No, tú eres lo que es perfecto —corrigió mientras desabrochaba el botón de mis pantalones, se ocupó de la cremallera y me los deslizó por las piernas junto con mis bragas. Sintiéndome tímida, traté de cerrar las piernas, pero no llegué muy lejos antes de que
él metiera sus hombros entre ellas. Mis caderas saltaron de los cojines cuando rodeó mi clítoris con su pulgar.

—Dios mío —jadeé. Yo era la única persona que me había tocado allí, pero nunca me había sentido tan bien como lo que él me estaba haciendo.

—Tengo que ver cómo te sientes envuelta alrededor de mi dedo —gruñó. Luego metió la punta de un dedo en mi entrada y me apreté alrededor de él—. Tan jodidamente apretada.

—Henry —gemí, moviendo un poco las caderas cuando se hundió como un centímetro dentro de mí.

—Se va sentir como si estuvieras estrangulando mi miembro cuando reviente tu cereza —una onda se extendió a través de mí ante la promesa erótica, y sentí que me mojaba más—.Te gusta eso, ¿eh?

—Sí.

—Tendré que recordar contarte todas las cosas sucias que he fantaseado hacerte durante el último mes. Torturarte un poco, de la forma en que has hecho conmigo al hacerme esperarte. Pero no ahora porque mi boca va a estar ocupada.

—¿Lo está? —clavé las uñas en sus hombros cuando sacó su dedo de mí, sintiéndome vacía a pesar de que sólo había trabajado un par de centímetros dentro.

Su única respuesta fue mostrarme una sonrisa traviesa antes de levantar una de mis piernas sobre su hombro y bajar la cabeza para rodear mi clítoris con su lengua. No estaba preparada para la oleada de éxtasis que se extendió por mi sistema a medida que mi cuerpo se tensaba. Luego, lentamente, empujó un dedo dentro de mí, y me deshice en pedazos, apretando con fuerza contra él mientras gritaba su nombre. No se detuvo hasta que yo era un desastre flácido. Apenas podía levantar la cabeza cuando se levantó para agarrar una toalla y limpiarme. Gemí en protesta cuando subió mis pantalones por mis piernas, los abrochó y metió mis bragas en su bolsillo.—Pero—

Un fuerte golpe me interrumpió, y yo estaba más que agradecida de que Henry hubiera puesto mi ropa en orden cuando la puerta se abrió y dos hombres y una mujer entraron. —Estos chicos son la razón por la que Chicago era una opción, y por la que no teníamos suficiente tiempo para hacer todo lo que quería con tu dulce y pequeño cuerpo —me susurró al oído mientras me ayudaba a ponerme de pie—Tenía una oferta de trabajo allí, similar a la que estoy haciendo para Xander ahora, pero para un tipo que conocí cuando estaba en el ejército. Brecken Kane.

—Whit, Devon, Sera —él los saludó, poniendo su brazo sobre mis hombros y tirando de mí hacia su costado—. Esta es Tessa.

—¿La cliente? —preguntó la mujer, que adiviné que tenía que ser Sera.

—A mí me parece más bien su mujer —dijo el tipo a su derecha.

—Claro que sí —concordó él otro.

—Lo que significa que será mejor que saquemos nuestros culos y establezcamos un perímetro. Ya saben cómo son estos tipos cuando han encontrado a la indicada —dijo Sera antes de jalar los brazos a cada uno de ellos y arrastrarlos de vuelta afuera.

—Gracias al carajo —suspiró Henry—. Ahora que el equipo de Brecken está aquí, siento que puedo relajarme. Son muy buenos en lo que hacen. Entre ellos y los tipos que Xander va a enviar, tendré a gente en la que confío de respaldo mientras averiguo quién es el idiota que cree que puede meterse contigo.

Lo miré confundida—. ¿Seis personas para protegerme de un tipo que ha hecho algunas llamadas y ha enviado algunas fotos al azar? ¿No es un poco demasiado?

—Me niego a correr riesgos cuando se trata de ti. Si no me hubiera estado enamorando de él en el último mes, lo habría hecho en ese momento.

𝐁𝐎𝐃𝐘 𝐋𝐀𝐍𝐆𝐔𝐀𝐆𝐄, Henry CavillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora