Ahí, del lado más lejano de la autopista se hallaba Alexis, lloraba incontrolablemente mientras se preguntaba el porqué y el cómo, lo bajo que había caído y lo que su suerte siempre le ponía en el camino.
- ¡No! ¡Amigo perdóname!
Recitaba una y otra vez a gran voz, sus lágrimas se infundían en su paladar, una mezcla de sabores salados inundaba cada una de sus células en su boca.
- dios, si existe uno, ten piedad de mi y perdona lo que estoy haciendo.
Lo único que lo consolaba era que finalmente había saciado su hambre de semanas, sin embargo, tenía que pelear con los buitres por las mejores partes de su perro, aquel pobre animal que había tenido la mala suerte de cruzar precipitadamente, terminando partido a la mitad.
Allí yacía su mejor amigo, con las visceras de fuera y con su fiel amo, comiendo de sus entrañas.
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Sólo son historias madre...
TerrorHistorias cortas que nacen através de lo más profundo de mi retorcida mente.