Capítulo 1

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"Lo que el corazón siente no puede explicarse. Hace lo que quiere" - Dark

Isabella

Barcelona, España

Riccardo estaba jugando a la play cuando llegué a casa. Llevaba una camiseta blanca algo grande y sus calzoncillos rojos favoritos,y tenía migajas de patatas esparcidas por todo el suelo.

Hace unos años, Riccardo pasó por una etapa muy difícil y empezó a dedicar sus noches a juegos online de coches. Al principio no estaba de acuerdo, porque quería que estudiara, pero al ver que conciliaba bien sus estudios con su hobbie no tuve más argumentos para prohibirlo. Además, él había encontrado una forma de ganar dinero mientras jugaba, y sinceramente, dada nuestra situación financiera no nos venía mal.

Con paredes blancas, y molduras azules, nuestro salón parecía lo más acogedor posible. Los cuadros con la foto de Ayrton Senna, Charles Leclerc, y tantos otros pilotos eran parte de la identidad de la casa. Identidad que no me he atrevido a tocar desde la muerte de mis padres, porque me gustara o no, eso siempre sería algo que me recordaría a ellos y a quienes habían sido.

Me apoyé en la bancada viendo lo bien que conducía y se comunicaba con sus compañeros del juego, y no pude evitar esconder mi sonrisa orgullosa. Orgullosa por ver que había heredado el don de mi padre, y por ver que su don se limitaba a estar dentro de casa seguro, y no en las pistas.

Con un suspiro, cogí las cartas encima de la encimera viendo las cuentas que no paraban de llegar, pero, hubo una carta que me llamó la atención, con aquél símbolo tan... conocido, sentí como si un escalofrío me recorriera todo el cuerpo. Lo abrí y al ver la tarjeta con mi foto y mi nombre allí sentí algo de... miedo. Era mi primer trabajo a tiempo completo fuera de casa, y la primera vez que dejaría a mi hermano solo durante tanto tiempo.

- ¡Isa! No te he oído llegar - mi hermano, que era tan alto como yo, se acercó dándome un fuerte abrazo - ¿Qué es eso?

Resoplo y me rio para quitar algo de seriedad a la notícia.

- He conseguido un nuevo trabajo... Y pagan muy bien.

La última vez que vi a mi hermano tan emocionado fue la navidad pasada cuando le regalé la Play 5. Mi hermano era una de esas personas que casi no expresaban sus emociones, pero, que cuando lo hacía era con intensidad. Mi estómago se retorció de preocupación al pensar que tendría que estar ausente tanto tiempo de su vida.

-Entonces, ¿Dónde vas a trabajar? - me pregunta con una sonrisa.

- Pues en un periódico, básicamente tendré que cubrir todo lo referente al mundo del deporte y entretenimiento. Todavía me van a asignar cuál va a ser mi área exacta dentro del mundillo.

Su cara se convirtió en una mueca, y se rió.

- Pero los deportes no son mucho lo tuyo, ¿no?

- Bueno, yo lucho boxeo.

- Hay una diferencia entre hacer algo, y que te encante algo.

Mi expresión se suavizó y le toqué el hombro.

- Voy a necesitar que te portes bien. Habrán días que podré teletrabajar, pero, muchas veces tendré que viajar...

- Ya tengo 15 años, en dos meses cumplo 16. Creo que sé cuidarme, hermanita - él bromea.

¿Cómo le explicaba a mi hermano racionalmente que él era la única persona que yo tenía en el mundo, y que tenía miedo que le pasara algo mientras yo no estaba?

- Lo sé, y me fío de ti. Pero, voy a necesitar que cumplas unas reglas.

Él asintió.

- Lo primero: nada de abrir la puerta o traer extraños a casa.

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