Capítulo 3

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"A veces la sonrisa más brillante lleva un par de ojos tristes" - Ron Israel

Santiago

Barcelona, España

Inhalo profundamente mientras bajo la visera de mi casco sintiendo el fuerte olor del motor. Apoyo mis manos en el volante de mi Ferrari de la Fórmula 1, y siento las vibraciones en mis dedos a la vez que escucho el ruido del motor cada vez más intenso. Cuando mi equipo procede a quitar los calentadores de los neumáticos y las luces rojas se apagan, siento como si mi mente se olvidara de todo, y solo se centrara en el coche, y en como manejarlo en la velocidad que quería alcanzar.

Presiono el acelerador y mi auto corre a toda velocidad en la recta ansiando por que llegue la primera curva. Escucho el chillido de mi neumático cuando giro el volante, y siento el olor de la goma. Oír a los demás coches detrás de mí es algo inevitable, pero, eso no me pone ansioso y ni me asusta. Principalmente porque en este momento mi mente solo se centraba en una cosa: necesito ser el mejor. Necesito ser el Campeón del Mundo.

- Mantén el ritmo, y toma cuidado en los giros - escucho la voz de mi director de equipo en mi casco.

Mi pie sigue pisando el acelerador alcanzando los trescientos kilómetros por hora, y justo cuando llega la curva, piso el freno sorprendiendo a mi director que parecía enfadado con mi actitud. Pero, lo que él no veía es que mi técnica me permitía hacer la curva de manera perfecta sin perder tanta velocidad.

La adrenalina fluye por mi cuerpo, y veo como el auto de Carlos se acerca a mí con su pintura naranja tan característica de su escudería. Decido hacer un movimiento arriesgado, frenando y tirando hacia la izquierda para impedir que me adelantara, y consigo mi objetivo, ya que Carlos retrocede.

- Tienes que tomar cuidado con esas técnicas... Vas a acabar desgastando el neumático más de lo necesario.

No puedo evitar reírme al escucharle, pero, me pongo serio al ver el coche gris acercándose. Mierda, es Sergio. Él era el único que me llevaba mal de todo el equipo F1, y él único que yo sabía que podría ganarme en la carrera, dado que era el campeón del mundo.

Él acelera hasta mi alerón trasero, no dejando ninguna brecha entre nuestros autos. Eso no era prudente, principalmente porque estábamos cerca de una curva, y yo tendría que frenar un poco. Mi corazón empezó a acelerarse, ahora mismo tenía dos opciones: ser prudente y permitir que el me adelantara, o ser testarudo y coger el riesgo de sufrir un accidente.

Opto por la primera opción, y el coche de Sergio se pone a mi lado de manera imprudente de su parte, casi chocando nuestros neumáticos en el momento de la curva. El motor de ambos se acelera al máximo, y antes de que yo pudiera reaccionar Sergio intenta sacarme de la pista, haciendo que el coche de ambos, que estábamos a más de doscientos kilómetros por hora se chocaran, aunque débilmente, pero fue lo suficiente como para que mi coche perdiera el control, y yo chocara contra una de las paredes de la pista.

Agradezco a Dios por el halo protector y por el casco, y empiezo a desabrocharme cuando el auto finalmente se detiene. Mi respiración empieza a salir entrecortada mientras salgo del coche escuchando en mi radio como me preguntaban si estaba bien, o si estaba lesionado.

Voy caminando, y luego corriendo hasta la zona cero de encuentro de los pilotos, y así que veo a Sergio, con su pelo rubio ahora visible, y su sonrisa burlona, no puedo evitar lanzarme contra él dándole un puñetazo en toda la cara.

- Joder, pues si que eres fuerte - él dice sonriendo todavía pero ahora con sangre en sus labios - No me digas que todo eso es por no saber todavía como controlar tu coche.

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