Parte 4

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Fue entonces, que se hizo el silencio.

Penélope se quedó muda, ya que su mente, esa mente de la que dependía tanto para poder realizar sus escritos, había decidido de pronto irse a huelga y quedar completamente en blanco.

¿Qué acababa de decir? No, eso no podía....

Un sudor frío le recorrió la espalda mientras no hacía más que mirar de forma fija hacia los oscuros y tormentosos ojos de ese hombre que en ese momento demandaba una respuesta. Su rostro estaba contraído en la más pura seriedad y rabia, e incluso desde ahí, desde los escasos centímetros que les separaban, Penélope se dio cuenta que su cuerpo estaba temblando ligeramente como si estuviese realizando esfuerzos sobrehumanos para autocontrolarse y no armar un escándalo ahí, en aquella pequeña tienda con la mitad de la sociedad de Mayfair a su alrededor, siendo solo un movimiento en falso lo que les separaba de la completa ruina.

Penélope tragó saliva de forma nerviosa una vez que cayó en cuenta de la encrucijada en la que se encontraba y no solo porque la pregunta de Colin le había caído como un baile de agua fría encima, sino porque no recordaba que Lord Debling la hubiese tocado en primer lugar.

¿En qué momento? Pensó ella. Desde que lo conoció, Lord Debling no había hecho otra cosa que ser bueno con ella, comportándose de forma intachable, respetuosa y siendo un caballeo a cada paso de su tiempo juntos. Era, en palabras simples, el pretendiente perfecto aún con sus excentricidades que lo hacían si, alguien diferente como ella, pero no por ello menos interesante.

Por tanto, le era difícil por no decir imposible, pensar en un solo momento en que él se hubiese comportado de forma inapropiada con ella y menos durante ese día a la vista de cualquiera que pudiese verlos en aquel evento. Además, tenía que añadir que desde que cambio de guardarropa, de estilo y tenía a Lord Debling pretendiéndola, se había vuelto doblemente cuidadosa consigo misma y sus movimientos al darse cuenta de que ya no pasaba desapercibida como antes. Los ojos de la sociedad estaban puestos en ella y si Lord Debling la hubiese tocado como Colín afirmaba, más de uno ya se habría dado cuenta a estas alturas y de ser el caso, su madre ya estaría a obligando a Lord Debling a casarse con ella por haber mancillado la honra de su hija.

No obstante, cuando Lord Debling la escoltó de regreso con su madre, todo parecía estar en orden. Él se retiró y ella empezó a hacerle preguntas cada vez más incómodas hasta que pidió un momento a solas. Momento que tuvo su fin apenas Colin entró a esa tienda y ahora aquí estaban, discutiendo de un asunto que ella era incapaz de asumir porque realmente no recordaba que hubiese sucedido.

-Eh....pues....yo – inició ella de forma titubeante e insegura, tratando de buscar en su mente algo racional que decir para responderle. Pero con un horror cada vez más creciente descubrió que no se le ocurría ninguna – Colin...

-¿Qué? ¿Ahora no sabes que decir? – la interrumpió él, algo que se le estaba haciendo costumbre aquel día. Mantuvo la mirada en ella para asegurarse de no perder de vista ninguna de sus expresiones. Cualquier cosa que delatara su sentir, sus pensamientos, todo – Si alguien me lo hubiese dicho, no lo habría creído porque te conozco lo suficiente para saber que tu no lo permitirías. Pero lo vi, ¡lo vi, maldita sea! Y ahora quiero....lo único que quiero es....

Eliminarlo, completó su endemoniada mente, a costa de no usar otra palabra de connotación más mortífera. Quería salir de ahí, buscar a ese hombre y deformarle la cara con los puños hasta que quedara irreconocible. La imagen de su sucia mano a palma abierta sobre la cintura de Penélope iba a atormentar su existencia hasta el fin de sus días, en especial sabiendo que él era en parte responsable por causar los eventos que llevaron a eso. Por haberla mirado de aquel modo que hizo que se desestabilizara y perdiera el equilibrio solo para ser salvada por Debling a pocos segundos de que todo su cuerpo se estrellara de espaldas contra el suelo. Era como para querer entregarse a los brazos de la miseria, la culpa y la rabia al mismo tiempo para que terminaran por destruirlo.

Tormentoso EscándaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora