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ˢᵉˡᶠⁱˢʰ

MALACHI SE HABÍA OFRECIDO a llevarla hasta su casa, Priscilla en un comienzo se negó porque no quería molestarlo pero él siguió insistiendo, así que ahí estaban. Él conducía tranquilamente mientras que ella iba mirando por la ventana, sus brazos eran cubiertos por la suave tela del abrigo de Malachi (se maldecía internamente por olvidar su abrigo a pesar de que su madre le había recordado que haría frío) y ciertamente le ponía nerviosa llevar el abrigo de Malachi cubriéndola, o sea, vamos, cuando a ella le gustaba esas cosas jamás sucedían y ahora que finalmente se cerraba el capítulo de su enamoramiento hacia él esto ocurría.

—¿Estas bien?—pregunto el rojizo rompiendo el silencio.

—Si, si estoy bien.—le sonrió de forma tranquilizadora.

—¿Entonces por qué estás callada?—rió.—Tu siempre hablabas y hablabas...ya no oigo muy seguido tu linda vocecita.

Ella se sonrojo un poco; es cierto, es muy (demasiado) parlanchina.
Y también un poco distraída.

—No es nada, solamente que no se me ocurre de que hablar...—mintió, y él lo sabía, tantos años que realmente le era fácil descifrar lo que le ocurría a Priscilla, claro que no sabía que era lo que la tenía tan callada pero sabía que "no era nada" como ella decía.

—Yo...mañana quisiera presentarte a un amigo mío, creo que en las vacaciones me excedí un poco hablando de ti.—admitió sin pudor.—Y ahora quiere conocerte ya que estás de regreso.

—¿Hablaste de mi?—ya, enserio, ¿por qué pasaba esto ahora?

Él asintió, Priscilla sabía que él no sentía vergüenza o pena de decir o admitir cosas en voz alta, así que no le extraño para nada su falta de pudor.

—Más de lo que imaginas.

Ella soltó una risita nerviosa sin saber cómo reaccionar; ¿Que se supone que debía decir o hacer?
Para su suerte el auto se estacionó frente a su casa, ya habían llegado.

—Gracias por traerme.—le sonrió, intento sacarse el abrigo para devolverlo pero él la detuvo.

—Esta bien, puedes devolverla otro día, no sería bueno que te la quites y te enfermes, además te queda mejor que a mi.

¿Por qué decía esas cosas?¿Acaso lo hacía a propósito o algo así?
No se quejo y asintió sintiendo un cosquilleo incómodo.

—Nos vemos mañana, devuelta gracias por traerme y también por el abrigo.—se despidió con un gesto de manos y bajo del auto ante la atenta mirada de él.

Cuando cerró la puerta oyó nuevamente el ruido del auto arrancar y marcharse, al parecer sus padres estaban dormidos así que subió las escaleras hasta a su habitación en silencio.
Tiro sus zapatos en un rincón mientras se tiraba en la cama.

Recordó las palabras de sus amigas, ¿Sería posible interesarle a Malachi? No y mil veces no, si antes no le gustaba dudaba que ahora si lo hiciese, además de todas formas a ella ya no le interesaba, ¿verdad? Y lo mejor era no hacerse ideas equivocadas en la cabeza.

—¿Quien entiende a los chicos?

Se quejo confundida por las actitudes de él, jamás había sido tan cercana a él como ahora lo era, incluso jamás pensó que ella fuera a presentarles a sus amigos con tanta emoción y menos que admitiera en voz alta que hablaba mucho de ella.
Eso no ayudaba en nada.

Decidió callar los pensamientos de la mejor forma: durmiendo.
Apenas tenía ganas de levantarse así que se durmió con la misma ropa y el abrigo de Malachi puesto, al cabo de unos segundos ya estaba completamente dormida.

Su alarma sonó fuertemente, arrugó su frente con frustración y se levantó a apagarla, tenía que prepararse para sus siguientes clases virtuales, la castaña se miro en el espejo viendo su aspecto totalmente desarreglado, el día anterior había tenido tanto sueño que ni siquiera se había desmaquillado.

A los minutos se metió a la ducha y estuvo largo rato disfrutando del agua tibia, el clima frío aún se sentía en el aire así que se terminó de vestir rápidamente y se coloco el mismo abrigo para no sentir frío.
Bajo las escaleras hasta el comedor vacío, seguro sus padres seguían durmiendo así que lo mejor sería no hacer tanto ruido. Después de hacerse un café con tostadas subió a su habitación para desayunar allí y esperar que sus clases iniciarán.
Su celular sonó llamando su atención; tenía mensajes de Alice, Ethan y...Malachi.
Bueno, no es como si él nunca le hubiera mandado un mensaje pero ella era quien daba iniciativa a los mensajes, cosa que ya no hacía.

Primero leyó los mensajes de Ethan y Alice, sus amigos estaban emocionados por reencontrarse con ella y presentarse con sus otros amigos, habían planeado que en pasarían el finde semana en la ciudad y se quedarían en la casa de un tía que vivía cerca, apesar de haber pasado dos meses con ellos, extrañaba su presencia durante la primera semana de su llegada. Hablo largo rato con ellos hasta que recordó los mensajes de Malachi, abrió su chat.

Rasco su nuca con nervios, ¿Almorzar con Malachi?Eso era bastante nuevo, sin embargo no tenía planes para el mediodía y no le vendría nada mal salir un poco

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Rasco su nuca con nervios, ¿Almorzar con Malachi?
Eso era bastante nuevo, sin embargo no tenía planes para el mediodía y no le vendría nada mal salir un poco. Respondió aceptando su propuesta y luego de un rato dejo el celular a un lado para comenzar su clase.

La sensación fría persistía en el aire a pesar de que el sol iluminaba la habitación, abrochó el abrigo que traía puesto y continuo con su clase de historia.
Después de una hora, su clase había terminado, tenía unos 15 minutos libres antes de tener que conectarse a su siguiente clase de alemán.


















































Miro el celular con alegría al ver la respuesta positiva de su amiga.

—Uuh, ¿por qué esa sonrisita, eh Malachi?—Julian y Mekonnen miraban al chico mientras sonreían con burla.

—No es nada.—dijo rascando su nuca nervioso por la mirada de sus amigos. Ellos se miraron entre si sin quietar su sonrisa.—Ya, hablo en serio, no es nada.

—¿Nada?—Mekonnen alzó sus cejas.—Pues yo no me lo creo, estoy segura de que una tal Pipi te tiene sonriendo así.

Julian soltó una carcajada y Malachi se comenzó a sonrojar.

—¿Entonces si?—su amigo sonrió mirándolo.

—Solo callense por favor.—pidió nervioso.—Y no digan ninguna babosada cuando se la presente por favor, lo último que quiero es incomodarla o algo así.

—Aw, que tierno eres.—Julian apretó su mejilla ganándose un golpe en el hombro.—Retiro lo dicho.

Malachi volvió a mirar su celular, su pie se movía inquieto, se sentía extraño emocionarse tanto por un mensaje, en especial uno de Pipi.
Últimamente se sentía extraño en cuanto relación a Priscilla, ni siquiera él entendía lo que le pasaba cuando estaba cerca suyo, la había extrañado demasiado cuando se fue de campamento y al volver simplemente no podía apartar su mirada de ella.

El día anterior cuando su amigo insinuó que Priscilla ya no estaba interesado románticamente en él se sintió extraño, desanimado por un segundo, volvía a repetirse que era muy egoísta de su parte querer que Priscilla estuviera interesada aún en él, claro que ella ya había avanzado al parecer y le alegraba, "él no sentía nada por ella", ¿verdad?
¿Entonces por qué se desesperaba tanto por su atención, por qué se emocionaba tanto por sus mensajes?

𝐂𝐇𝐀𝐍𝐆𝐈𝐍𝐆 𝐑𝐎𝐋𝐄𝐒, malachi barton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora