Habían pasado dos días, el cumpleaños de Jason había llegado y dos chicos se estaban preparando para salir pero mientras uno ya estaba listo el otro aún no decidía que ponerse otra vez.

— Chazzy te ves lindo con todo lo que te pongas – decía el japonés sentado en la cama del tatuado al lado de la montaña de ropa.— Debo ordenar esto, ¿ lo sabes?

— Otro lo ordenará Mike, no estoy muy convencido – dijo mirándose al espejo, Mike se levantó acercándose a él y lo abrazó por detrás aprovechando que la puerta estaba cerrada.

— Eres hermoso Chazz, todo se te ve genial no creas que te ves mal – le dió un beso en la mejilla que hizo sonreír a Chester.— Y no es por nada pero… me gusta este pantalón blanco que traes

— Lo usaré más seguido entonces – Chester dió la vuelta aún entre los brazos de Mike y le dió un tierno beso.

Una vez que el rey estaba listo junto a unos guardias y salieron del castillo, como siempre Mike iba manejando y los guardias detrás de ellos.

Llegaron a la casa de los Shinoda y se bajaron, mientras los guardias esperaban afuera los chicos golpearon la puerta y fueron atendidos por el padre de Mike quien los saludó con una sonrisa y los dejó pasar. Fueron al patio de atrás y vieron muchos globos de colores, una mesa con comida y frituras, y otra mesa aparte con un lindo pastel que era para más tarde. Jason los vio y se acercó a ellos corriendo y saludandolos.

— Hermano! Rey Chester! Vinieron – dijo sonriendo el pequeño.— Que raro recordaste mi cumpleaños – dijo mirando a su hermano mayor.

— ¡Claro que sí! Creíste que lo olvidaría? – respondió despeinando un poco a Jason sin decirle que lo recordó porque su mamá había invitado a Chester. Jason rió y vio que su hermano traía una bolsa en las manos.

— ¿Qué hay ahí?

— Es un regalo de parte de ambos – dijo Chester sonriendo y le pasó la bolsa.

Jason tomó la bolsa feliz y la abrió arrodillado en el suelo, dentro de la bolsa había un osito blanco mediano, el pequeño Shinoda sonrió y abrazó al peluche, antes de dar las gracias Chester le hizo un gesto de que le diera vuelta cosa que el menor hizo y vio un cierre, al bajarlo vio dinero escondido y su sonrisa creció.

— Es un secreto – dijeron Mike y Chester sonriendo y haciendo el gesto de silencio. Jason imitó el gesto y se levantó a abrazarlos, dio las gracias felizmente y se fue a jugar.

— Y pensar que tendrías de sirviente a ese niño – rió Mike.— Ahora te ama

—  No me lo recuerdes – rió el rey.— Ese era otro Chester que ya se murió

— No es por ofender pero me alegra que desapareciera, quise estrangularlo un par de veces – ambos se rieron y se acercaron a la mesa de comida.

Chester comía mientras convivía con sus súbditos que habían asistido a la fiesta, todos le daban las gracias por los víveres y por hacer algo con los impuestos, Chester solo sonreía y hablaba con ellos mientras tenía a Mike a su lado comiendo también y disfrutando con su familia.

Casi por la tarde Jason, sus amiguitos, algunos primos y Mike y Chester estaban jugando con la pelota, todos corrían detrás de la pelota y anotaban goles estuvieron así un rato ya se acercaba la hora del pastel. Luego de jugar todos se reunieron alrededor de la mesa y le cantaron feliz cumpleaños a Jason quien cantaba feliz con su familia y amigos, Chester sonrió viendo lo que era tener una familia y amigos de verdad, Mike lo miró  y también sonrió se quedaron mirando un buen rato hasta que recordaron donde estaban y miraron para otro lado.

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