XXXIII

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Capítulo 33

Corazones malditos.

Me encontraba buscando abrigos y prendas de ropa para guardar en mi bolso. Estaba dando vueltas, yendo y viniendo de aquí para allá. Lo curioso de esto era que Harry me estaba persiguiendo como un perrito que pide comida.

—Ya te lo dije, si iré.

—No.

Por alguna razón Harry estaba completamente negado a dejarme ir.

—Tu opinión en estos momentos no me importa mucho, así que iré igual.—Sonreí.

Comencé a guardar algunas cosas en mi bolso. Cuando se llenó por completo lo cerré y me dirigí a la puerta del cuarto para irme.

Harry me siguió atrás enojado.

—¡Soy tu hermano mayor, se supone que deberías hacerme caso!

—Ya no soy una niña puedo cuidarme sola, además solo iré a la casa de un amigo.

—¿Zabini? ¿Tu amigo? ¡Que yo sepa odiabas al grupito de Malfoy!

—Bueno… tal vez me equivoque con ellos. Después de todo no son tan malos.

—Lu entiende, que ellos no son buena influencia para ti. ¡No voy a permitir que...!

Me acerqué a él y antes de que pudiera terminar le di un beso en la mejilla junto con un abrazo.

—Estaré bien.

Blaise me había invitado a pasar parte de lo que quedaba de las vacaciones en su casa. Según él, su madre no estaría en casa durante toda esa semana y sería perfecto para pasar la noche y hacer pijamada con Val.

Solo quedaban unos pocos días así que decidí que iba a disfrutarlo lo más que pueda. No quería pensar en lo que podía ser quinto año, mucho menos en todo lo que fue cuarto.

—¿Segura que quieres ir? ¿Llevas todo?—La preocupación de Hermione en esas preguntas me recordaba más a una madre que una a amiga.

—Sí, llevo todo. Mi bolso pesa más de lo normal.

—Bueno, pero si pasa algo, lo más mínimo, envíame una lechuza, ¿vale?

—Lo haré, te lo prometo.

Harry seguía con el ceño fruncido, cruzado de brazos, claramente descontento con mi decisión. Antes de que pudiera protestar más, abrí la puerta y salí al corredor.

Antes de irme saludé a Ron, al igual que a Molly y a Arthur.

Pero… me faltaba alguien. Antes de dar un solo paso afuera de la madriguera retrocedí dos pasos y volví a dentro.

Deje mi bolso en la puerta y subí rápidamente las escaleras, Molly me observo con extrañez, pero note como entendió al instante el porqué volvía.

Abrí la puerta de la habitación y ahí estaba Fred, curiosamente George no. Se encontraba sentado en la mesa que tienen con montón de bromas para probar.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora