4 | Jefazo

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(Narración: Yoon Gi)

Gracias a la maquilladora que, por cierto, es una aduladora de aquí te espero, he podido ponerle nombre al individuo que, como he dicho al principio, se ha convertido en el centro de todos mis males: Jimin

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Gracias a la maquilladora que, por cierto, es una aduladora de aquí te espero, he podido ponerle nombre al individuo que, como he dicho al principio, se ha convertido en el centro de todos mis males: Jimin.

Eun Jimin, para ser más exactos, un actor con complejo de emperador. Con lo mal que llevo yo los histrionismos. De verdad, me tenía que tocar el peor.

"Uy, qué calor".

Esa se la paso. Es una protesta sin sentido pues mi ventilación es excepcional pero sé que a los artistas les encanta quejarse de la temperatura. Ya he comentado que aman ponerse los ridículos aviocitos a pilas en la cara. A veces pienso que les pagan por promocionarlos porque son unos cacharros minúsculos y las hélices parecen anillas sacadas de las botellas de Coca Cola. Pero bueno; allá ellos.

"No me digas que me ha contratado un CEO roñoso".

Ahí ya entramos en terreno delicado. Aún no supero esa palabra. Jamás nadie se había atrevido a llamarme así. Ofrezco condiciones laborales excelentes. Inmejorables. Excepcionales. Soy un empresario ejemplar.

"Me bloqueas los chakras".

No puedo con semejante sandez. Ni que fuera la reencarnación de Buda.

"Se me está bajando la glucosa".

¿En serio?

"Tráeme un batido de fresa".

¡Intolerable!

No contento con destrozar mi valiosa cámara y poner su trasero entre mis frascos de perfume, ¿encima me pide batidos? Para colmo, se ha presentado en el estudio solo. Es la primera vez que veo que un actor acude a trabajar sin su equipo personal y me suelta tan tranquilo que me ocupe de atenderle yo.

¿Pero qué se ha creído?

De verdad, a su lado las demandas de los otros artistas, las plantas sin hojas de la zona de administración o el polvo de las mesas son temas insignificantes.   

Jimin me supera. Me nerva. Me crispa.

Por eso me bebí la nauseabunda tila de Tae Hyung. Hasta entonces solo me había sentido capaz de sorber pequeños tragos pero en ese momento necesité aspirar hasta la última gota y visualizar brisas, olas y océanos enteros. Hasta el hábitat polar con los pingüinos tuve que imaginarme para mantener la compostura.

Uf; no lo soporto.

Con todo y con eso, fui a por la dichosa bebida. A la tienda perdida que mencionó en aquel laberinto de calles plagadas de cubos de basura, gatos con sus brincos y "miaus" y gente de cuestionable estilo bebiendo y fumando en los portales. Yo, con mi traje de diseño exclusivo, mis zapatos italianos y mi porte de gran negociante. Yo, el CEO más influyente en materia de entretenimiento del país. Yo, el heredero de la familia Min, líder en el sector económico, acabé en un suburbio a pie y, de repente, me encontré con una bolsa de papel marrón, de esas cuyo contenido peligra nada más levantarlas, pasando mi tarjeta de crédito por un lector con restos de azúcar que la dependienta, una señora con el pelo rosa que no paraba de hacer globitos con el chicle, limpió con su propio delantal.

¿Cómo había terminado así?

Ni idea pero no daba crédito. Al igual que tampoco lo di cuando, ya de regreso, Jimin me dedicó una cara de angelito inocente y me ofreció la mitad de la susodicha bebida.

—¿No quieres?

Ante mi cara de estupefacción, el chico agitó el vaso como un sonajero. Tres gotas se salieron y cayeron al suelo. Tres. A mi suelo. Un suelo primoroso, añado, que ordeno fregar varias veces al día y que ahora quedará pegajoso por su culpa.

—Está bueno —insistió—. Es mejor que la tila.

—Bébetelo de una vez. —Me esforcé lo indecible para aparta la vista del líquido derramado—. La sesión tenía que haber empezado a las diez. Ya son las diez y cuarto.

—Unos minutos arriba o abajo no importan.

Los ojos se me desencajaron. ¿Qué? ¿Mis oídos habían escuchado bien? La disciplina en la vida era fundamental. Qué decía fundamental. Imprescindible. Básica. Elemental.

—Aquí se hace todo cuando yo lo digo. —Entre lo del batido, la mancha, mi cámara y demás me salió la vena dictatorial—. No antes ni después. Asigno horarios para que se respeten.

—¿Y si un día alguien tiene la desgracia de caerse y perder el autobús?

La respuesta me dejó boquiabierto.

—O, ¿y si, por ejemplo, a ti se te rompe el tanque de gasolina o pinchas una rueda mientras vienes? —continuó—. Te retrasarías y no te quedaría más remedio que cambiar los tiempos. —Se incorporó, me dejó caer el vaso en la mano y a continuación me guiñó el ojo. —Relájate un poco, jefazo.

Y ahí me quedé, atónito.

Eun Jimin, ese destroza aparatos indisciplinado, se acercó al escenario fotográfico acompañado por la maquilladora y por dos asesores de Tiffany, la cadena de joyería, con una sonrisa de oreja a oreja, y siguió sus instrucciones con todo el respeto y la educación que a mí no me había mostrado.

¡Pero bueno!

¿Y esa falta de consideración? ¿Y la jerarquía! ¿Y mi rol? Y...

Jefazo.

¡Jefazo!

—Yoon Gi, ¿de verdad estás bien?

Al día siguiente, ya en la seguridad de mi oficina, Tae Hyung, que no se había atrevido a abrir la boca desde que me había recogido de casa, se me acercó con cautela por detrás de la silla y estiró el cuello, a fin de echarle un vistazo al currículum del incívico actor.

—Perfectamente —respondí sin levantar los ojos de las letras—. No entiendo por qué lo preguntas. 

—Llevas tres horas mirando ese dossier.

—¡Es que no lo comprendo! —Me llevé las manos a la cabeza—. ¿Por qué tiene un historial tan impoluto? ¿De dónde salen todas estas magníficas recomendaciones?

—De su... —Tae Hyung carraspeó—. ¿Talento?

—¡Pero me rompió la cámara! —insistí—. ¡Y me llamó roñoso y luego me mandó a comprar! ¿Tu te crees que eso está bien? 

—No pero...

—¡Claro que no está bien! —No le dejé terminar—. ¡No me muestra respeto! ¿Por qué no lo hace? ¡He firmado un preacuerdo con su manager! ¡Le voy a dar el mejor trabajo que tendrá en toda su vida! ¿Qué le pasa, ah?

—Quizás tendrías que tratar de no... —titubeó—. ¿Darle importancia?

Imposible.

—Localízale —decidí—. Dile que venga. Lo quiero aquí en quince minutos. No en quince no. En diez.

N/A: Espero que se encuentren excelente y todo fluya en sus vidas con los chakras bien desbloqueados 🤣 besotes

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N/A: Espero que se encuentren excelente y todo fluya en sus vidas con los chakras bien desbloqueados 🤣 besotes.

UNA MENTIRA PERFECTA 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora