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Danika.

El gran premio de Mónaco pasó, luego de la carrera salimos a celebrar con todo el equipo y algunos de los chicos que se nos unieron.

Al día siguiente las redes sociales explotaron.

Carlos y yo decidimos alargar nuestra estadía en Mónaco y disfrutar un poco más de lo que la ciudad nos ofrece.

—Carlos me invitó a una cita.—Estaba buscando algo que ponerme para esta noche mientras mi primo estaba tumbado en la cama tomando un cóctel que pidió al restaurante del hotel.

—Okeyyy.

—Te estoy diciendo eso para que me ayudes a buscar ropa.

Emi rodeo los ojos y busco su celular en uno de los bolsillos de su pantalón para luego concentrarse en una llamada.

—Llame a Angelique, enviara algunos vestidos.— Como pude olvidarme de ella.

Angelique es una diseñadora de modas que conocí hace algunos años en New York en una sesión de fotos, modelaría su ropa para la portada de una revista.

Desde ese intercambiamos números y nos enviamos mensajes constantemente, incluso nos hemos reunido en varias ocasiones.

En menos de una hora tengo cinco vestidos frente a mi en sus cajas y en una de ellas hay una nota.

Disfruta tu cita rubia.

Sonreí inconscientemente ante las palabras de la francesa.

Deje la nota de lado y comencé a pensar en cuál sería la mejor opción, Carlos no me quiso dar muchos detalles sobre lo que tenía en mente solo me dijo que era en un lugar elegante.

Me incline hacia un vestido negro largo de tirantes finos con una abertura en mi pierna derecha.

Termine de maquillarme, deje mi cabello suelto con pequeñas ondas que realice con calor.

—Esto acabo de llegar, regalo de Angelique.

Tome la caja y vi que eran unos preciosos tacones.

—Le pagué los vestidos pero se rehusó a cobrar los tacones.

Una llamada entró a mi celular y conteste.

—Esos tacones te quedarán perfectos con el vestido negro.

—Como sabes cual elegí.—La mujer al otro lado de la línea soltó una carcajada.

—Te conozco desde hace años, suficiente como para saber cual ibas a elegir.

—Gracias por los tacones.

—No hay de qué, y por cierto los otros vestidos los envié como relleno se que encontraras la ocasión para ponértelos. Disfruta de tu cita.

Y con eso colgó. 

Tocaron la puerta y salí a ver quien era.

—Te ves preciosa.—Carlos estaba perfectamente vestido de traje.

—Te tomaste muy encerio lo de elegante.

—Quiero darte una sorpresa.—Asentí.

Tome mi cartera y salimos hacia el parqueadero en donde estaba el Ferrari de el.

Llegamos al restaurante.

El ambiente es íntimo y acogedor,  con velas encendidas y música suave de fondo. Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana y Carlos pidió una botella de vino tinto para acompañar la cena.

Entre risas y miradas cómplices, disfrutamos de exquisitos platillos y conversaciones animadas.

—Siempre quise que me hablas en español.

—Ah si.—dije burlona y él asintió.

—Pero tu solo lo hacías para insultarme.—Recordé cuando salí muy enojada de una carrera y me desquite con el.

—Lo siento.—Me disculpe.

—Me encantaba que aunque sea para insultarme me hablaras.

Sonreí ante sus palabras este hombre estaba haciendo que me derritiera por el, mas de lo que ya estaba.

Después de la cena, decidimos ir a dar un paseo por la playa.

—Me gusta esto.—La sensación de la arena bajo mis pies es única.

En una mano Carlos lleva mis tacones y la otra sujeta mi cintura.

La brisa marina acariciaba mi  rostros mientras caminaba descalza por la orilla de la playa, dejando que la suave arena se filtrara entre mis dedos de los pies.

El cielo estaba salpicado de estrellas, y el sonido calmante de las olas rompiendo en la costa llenaba el aire.

Mire hacia él con una sonrisa, sus ojos brillaban con la luz de la luna. Él me devolvió la mirada con ternura y me tomó la mano, guiándome hacia un rincón apartado de la playa.

A medida que nos acercamos, note un destello entre las sombras: un sendero de velas y flores que se extendía hacia una pequeña parte de la playa, al frente de este arreglo había una pequeña casa.

—¿Qué es esto?.—Pregunte asombrada por la belleza del lugar.

Carlos se detuvo frente a mí, sus ojos llenos de emoción contenida.

—Quería traerte aquí esta noche para decirte algo importante.—Dijo en voz baja.

Sentí como mi corazón latía con fuerza mientras él me miraba atentamente.

—Desde el momento en que te conocí, supe que eras especial.—Su voz llena de emoción.—¿Te gustaría ser mi novia? o mejor dicho, ¿Me permitirias ser tu novio?

Las lágrimas brotaron en mis ojos mientras asentía con la cabeza, incapaz de contener su felicidad.

—No lo hice antes porque quería que fuera perfecto.—Aclaro el madrileño.

—Y lo es.—Estoy muy emocionada.—Ahora cállate y bésame.

—Lo que mi novia desee.

Al principio su beso fue tierno para luego subir al nivel del deseo.

—Vamos, que la sorpresa aún no terminar aquí.

—A no?

—Esto apenas empieza.

Carlos me tomo la mano para ingresar a la casa.

Ambos subimos al segundo piso en dónde solo hay una habitación la cual se encontraba decorada con velas que era lo único que iluminaba el lugar y pétalos de rosas por todo el suelo.

Es toda la mitad estaba la cama que tenía un gran ventanal de vidrio frente al mar.

Me quedé observando por unos segundos el paisaje que me brindaba  mientras Carlos se posicionaba detrás mío haciéndome sentir su erección.

—No sabes cuánto tuve que contenerme para no arrancarte ese vestido durante la cena.—Deja besos por mi cuello.

Me di la vuelta para encararlo y Carlos rápidamente se apoderó de mis labios, recibiendolo gustosa.



***

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LA PERFECCIÓN - FANFIC LOS VERSTAPPENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora