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II


~

Todo tenía una respuesta para algo.

Todas las preguntas tenían respuesta a algo.

Por qué las cecilias crecían tan cerca de los árboles?

Por qué existía la debida barrera de viento?

Por qué las manzanas son dulces, y a su vez pueden ser ácidas?

Por qué pensamos?

Por qué no nos solemos tener confianza?

Por qué nuestro cuerpo cambia a medida que crecemos?

Por qué sentimos curiosidad de nuestro
cuerpo?

Por qué queremos descubrirnos?

Por qué hay quienes piensan que descubrirse es algo "indecente" o
"sucio"?

Por qué maduramos?

Por qué todos tenemos sueños?

Por qué todos tenemos deseos?

Habían tantas, tantas preguntas, que tenían respuesta...

Pero había una pregunta que aún no tenía una respuesta concreta

¿Por qué Lain veía a Himmel con
deseo?

Esa sería una pregunta que se haría Ragnvindr en esos momentos. Sería bueno callar la situación? Sería bueno evadir una respuesta a esa pregunta?

Por supuesto que no.








~








Amos, Ragnvindr, Himmel y Venti se reunieron bajo el mismo árbol el día siguiente, una tarde donde la brisa era agradable, y el momento perfecto para darse sus reuniones vespertinas. En esas reuniones solían hablar de planes, experiencias y los pensamientos que ellos tenían, únicamente para pasar la tarde y olvidar todo el conflicto actual. Aunque a veces entraba en el tema. Himmel está vez si había traído su lira, aunque está vez se mostraba un poco temeroso.

"Amos, no vas a castigarme por tocar una canción otra vez, v-verdad?" Dijo el, nervioso, mientras su lira tapaba su cara, para ocultar el rubor que sus mejillas mostraban. Amos río suavemente, y coloco sus manos en su regazo.

"Por supuesto que no. Por el momento no consideraré hacer eso."


El ojo miedoso de Himmel se mostró a través de una de las cuerdas resplandecientes del instrumento, hasta que Amos continuo.

"Yo sé que te he castigado una que otra vez, pero eso ya no lo he hecho. A lo mejor estoy aprendiendo de ti."


Himmel volvió a hablar, frunciendo levemente el cejo. "Que dices con que me has castigado una que otra vez, Amos? Me has castigado cuatro veces seguidas, si no he perdido la cuenta! Y no digas que no."

Sueños de libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora