Es war also die Wahrheit. (Entonces, era verdad.)

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III







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Himmel caminaba tranquilamente por los suelos de piedra, mientras se dirigía al próximo encuentro de el día, el que habían planeado el día anterior. Incluso el no estaba solo emocionado por la comida caliente que comerian, sino por lo que también le iba a decir el pelirrojo. Le causaba mucha intriga, y estuvo pensando en ello la noche anterior.

Tarareaba alegremente, mientras seguía su camino hacia el árbol donde siempre se reunían. Aunque otra vez podía oírlos.

"Cómo crees que se verá debajo de su ropa?" "Apuesto a que se debe ver muy tierno." "Me habéis dado muchas ideas, eh..." "No me hagáis sentir ganas ahora."


Himmel suspiró, y siguió caminando. "Que desocupados son para acosarme. No tendrán otra cosa que hacer? El espíritu suspiro también, y sus antenas se movieron con "tristeza". Sintió que alguien se le acercaba, y, efectivamente, si era asi. Era uno de esos hombres, que llegó a alcanzarlo hasta ese punto. El señor tarareo, mientras husmeaba entre la capa del joven, y la abrió, buscando ver su glúteo. Coloco una mano en su muslo, ligeramente. Sin embargo, esa mano no permaneció mucho tiempo ahi.


"Deja de tocarme, señor." Mientras golpeó afuera la mano de ese enfermo, y lo volteo a ver con una mirada de muerte. El hombre volvió a colocar su mano, y acaricio allí.


"Tienes unos lindos muslos."

Himmel lo miro con desprecio, y le propinó un golpe a la mandíbula al hombre.


"Te. He. Dicho. Que. No. Me. Toques."

Pareció haber noqueado al señor. Salió corriendo de allí, sin querer tropezarse, porque sabía que le dolería, y, además, aquellos hombres lo iban a perseguir para intentar "ayudarlo", seguro.

El espíritu se acurrucó contra el bardo.

"Himmel, creo que no deberías callar lo que te hacen."

El suspiró. "Yo sé que no es correcto lo que hacen. Pero, les doy su respectiva golpiza y ya está. No lo callaré, pero por el momento quedará así el asunto."

Las antenas de Venti se movieron ligeramente. Miró a Himmel, recordando lo que le decía Istaroth.

"Istaroth no me hablaba de sexualidad, pero, me decía que nadie más puede tocar mi cuerpo más que yo, no te lo decían?"

Himmel le sonrió, y asintió. "Uh huh. También mi madre me lo decía a mi, me decía que tuviera cuidado de con quien me fiaba. Aunque parece que tengo que lidiar con esto ahora."

Aún así, Venti le recordó. "Pues no te confíes mucho de esos hombres, nomas te lo digo..."

El bardo volvió a sonreirle. "Esta bien, no te preocupes." Venti volvió a acurrucarse.

Sueños de libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora