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Hacía mucho tiempo que Ares y yo no salíamos de casa, y ahora resulta que hasta nos encontrabamos en el Inframundo.

Después de que conocí a Hades, Hécate me saco de ahí y me llevo con Ares a su despacho. Por obvias razones mi hermano se despertó y ella nos entretuvo con golosinas. Aunque yo no las comí, porque seguía alerta.

-Y bien ¿Por qué no comes tu? -me dijo ella.

Yo me quedé en silencio un par de minutos hasta que levanté mi vista y la vi directamente a los ojos.
-¿Como se que no están envenenados?

Ella levantó una ceja y luego soltó una leve sonrisa burlona.
-No seas tan perspicaz, Hefesto. Eres el alfa de nuestra señora y el hijo del dios Zeus. Envenenarte así sería como colocar una soga en mi cuello

De inmediato regrese la vista a los dulces, en verdad no entendía porque me tenía ahí. Luego levanté mi cara y le pregunté:
-¿Soy un alfa? ¿Por qué dices eso?

Ella levantó la ceja y un poco molesta me dijo:
-¿Como que no sabes que es un Alfa?

-Hermes me dijo que en el Olimpo hay tres subgéneros dentro de los sexos: Alfa, beta y omega. Me dijo que el alfa es el género más fuerte y debe siempre proteger el Omega, además nacimos con glándulas de olor además de las sudoríparas. Y los beta son seres sin la capacidad de percibir y producir olores

-Entonces ¿Por qué no sabes que es ser un alfa?

-Mamá me obligó a esconder eso, ella dijo que debía de esconder mi sub genero por el bien del olimpo. Por favor, no le digas a nadie que soy un Alfa, todos creen que soy un Omega

-¿Eso no te molesta?

-No, en el fondo se que soy un Alfa y eso me reconforta

-Para tener tu edad, eres bastante maduro -dijo. Ella se acomodo en su silla y movió su mano. De inmediato apareció un tablero de ajedrez-. Hefesto ¿Sabes jugar ajedrez?

La mire de reojo y le mostré una sonrisa, luego asentí. Mi papá fue el que me había enseñado a jugarlo y cada que pasaba con él, me ponía feliz.
-Si, mi papá me lo enseñó

-¡Estupendo! -dijo al juntar sus manos-. ¿Qué te parece una partida? Será divertida

-No gracias -dije al desviar la mirada. Ella de inmediato se enfado y chasqueo la lengua.

-¿Por qué no?

-Se ve a distancia que es una bruja -le dije al desviar la mira-. Y las brujas siempre quieren algo a cambio

Ella se quedó en silencio un instante, pues después comenzó a reír. Pobre Ares, al escucharla reír como loca, corrió a mis brazos.

-¡Hermano, vámonos de aquí! -me dijo asustado. Eso al escucharlo ella, provocó que parará su risa.

-¡lo siento! Me deje llevar por el momento. Tranquilo, solo quiero jugar contigo, no pido nada a cambio

Ares me miró algo preocupado, pero algo en mi me decía que si no aceptaba, está bruja nos iba a tener ahí hasta que se le diera la gana.

Lιттle ɢαмe (нeғeѕтo х нαdeѕ-ғeм)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora