Victor me sorprendió. No pensé que fuese a ser así. Y mucho menos conmigo.
Nos conocemos desde que eramos crios. Vivimos en la misma urbanización a las afueras de nuestra pequeña ciudad. Y al estar alejados del resto del mundo siempre jugabamos juntos y nuestros padres se turnaban para llevarnos a clase.Pero hace unos años nuestros padres dicutieron. Él cambio y mi padres no querian que yo cambiara con él. Y desde ahí perdimos practicamente todo el contacto. Nos veíamos en el colegio y poco más. Pero al parecer se seguía acordando de mi. Y lo mas sorprendente, seguía siendo el mismo chico amable con el que jugaba de pequeña. Aunque escondía algo. Eso estaba muy claro.
- Oye...me ha sorprendido lo que has dicho antes- le dije a Victor.
- ¿El qué? - Contestó el extrañado.
- Pues que sabes que como sola, como si me acosaras.
El rió.
- ¿Por qué te ries? Lo digo en serio.
El hecho de que se riera por cada cosa que yo decía me ponía los pelos de punta. No me gustaba que la gente se riera de mi.
- Tranquilizate, no es acoso. Todo el mundo sabe que comes sola.
- ¿Y nadie hace nada al respecto? -pregunté.
Él se quedó en silencio.
- Victor, te he preguntado
- ¿A caso has ido preguntando a la gente? - dijo Victor.
Entonces la que se quedó en silencio fui yo. Y permanecí así durante todo el trayecto de vuelta.
De vez en cuando el giraba la cabeza y me miraba pero yo no le correspondia.
Ya eran dos personas las que me decian que la soledad era culpa mia. Y era la primera vez que esa idea me rondaba por la cabeza y amenazaba con convencerme.Siempre pensé que la soledad estaba condicionada por la sociedad.
Los canones definian con quien estar y con quien no. Una persona que sale de lo normal ya es etiquetada como rara. Pero lo que no sabia es que podia poner mis propias etiquetas si me lo proponía.Notaba que hablaba pero estaba demasiado ensimismada como para darme cuenta de qué me estaba diciendo. Fue cuando paró el coche cuando mi cerebro decidió reaccionar.
Paró antes de girar y entrar en mi calle.
Victor habló primero, antes de que yo pudiera decirle por qué habia parado antes de tiempo.
- Lo siento.
Dijo él.
- No te entiendo - le dije. No sé que quieres decir.
- Por lo de tus padres. - dijo con una mirada demasiado triste.
- Tu no tienes la culpa de nada, asi que no tienes de que arrepentirte ni de que disculparte.
Fui consciente de que le contesté demasiado borde. Pero no queria que la gente se compadeciese de mi, y mucho menos quería que la gente sintiera pena de mi.
- Deberías dejar de esconderte bajo esa coraza. La gente no siente pena por ti, Al. Simplemente quiere preguntarte como te sientes, pero no les dejas.
- Me sorprende que bajo esa fachada del mayor delincuente del colegio, se esconda el chico sensible y amigable que eras cuando tenias 5 años. Y Victor, que sean buenos contigo porque te temen no significa que no me acosen a mi. Somos muy diferentes, asi que no pretendas decirme como va a ser la gente conmigo cuando ni tu mismo me diriges la palabra.
Alcé demasiado la voz y noté que me estaba alterando. Decidí salir del coche. No pensaba discutir con él. Era practicamente un desconocido y no tenía por qué darle explicaciones. Ni a él ni a nadie.
Me bajé del coche dando un portazo.
Él también bajó.
-Muy típico de ti, Al. Siempre que alguien te dice lo que haces medianamente mal sales huyendo. Afronta la realidad. Madura joder.Me estaba cabreando de verdad. Y era una bomba cuando me enfadaba y él lo sabía.
- No pretendo huir, simplemente no me gusta que me llamen idiota en la cara. Ademas no puedes presentarte como un principe azul e intentar protegerme de esa escoria como tu la llamas. Tengo mi edad y se lo que hacer con mi vida. Si te gusta bien y si no mas vale que te subas a tu coche y te vayas. No tengo por qué soportar tus tonterias.
Le contesté gritando. No me extrañaría que algún vecino llamara a la policía para quejarse del ruido.
- ¿Algo más que tengas que decirme? - me dijo del tono más borde del planeta.
-Sí, claro que sí. No puedes aparecer de la nada en mi vida y decidir por mi. Además, tampoco puedes aparentar saber en quién me he convertido. Los errores y las lagrimas me han hecho la persona que soy ahora mismo, asi que tampoco puedes aparecer y hacer todo eso desaparecer. Porque lo que pretendes es que mi yo desaparezca, y eso, por nada en el mundo lo voy a permitir.
Me giré para dirigirme por mi calle hacia mi casa. No escuché pasos así que deduje que el se había quedado quieto pensando que decirme.
- La gente suele agradecerte que les lleves a casa. - Me dijo.
- La gente no suele insultarte en la puerta de tu casa - le dije con muy mala cara.Yo volví a girarme para ir a mi casa.
Lo siguiente que escuche fue el portazo de la puerta del conductor, el coche de Victor alejandose a toda velocidad y la realidad golpeandome en la cara.