Al lunes siguiente me incorpore a las clases. No fue sencillo que la gente dejara de mirarme...realmente, no se que estoy diciendo, solo me prestaron atencion durante 5 minutos. O creo que menos incluso. Pero por lo menos habia sido más de lo usual. Era, y soy, una de esas chicas invisibles, de esas que hay en cada colegio. Esas que pasan por la vida de los demas sin dejar huella, o dejandola pero sin saberlo. No tenia nada que ofrecer, ni por fuera, ni por dentro. Aunque realmente nadie se habia parado tanto tiempo como para descubrir mis secretos y mis verdades.
Como si fuese un dia mas de mi vida, porque en realidad asi lo era, me dirigi silenciosa por los pasillos abarrotados hacia las aulas correspondientes. Estaba sola, en medio de un monton de gente, pero sola. Esa es una de las peores sensaciones que una persona puede vivir. Realmente no se como expresarlo, es como cuando sientes que nada merece la pena, aunque sigues intentandolo. Es horrible. Y aunque expreses tus sentimientos, te toman por loca...
Una vez en clase, sentada en el mismo rincon, en la misma mesa, dejé que mis pensamientos me sacaran de esa horrible realidad. Siempre me he imaginado como una chica con suerte, a la que todo le sale bien, me he imaginado de pelicula de Hollywood. Porque es asi como creo que mi vida seria perfecta. Notaba el lento tic tac del reloj, un goteo espeso de las horas. Intentaba concentrarme en no concentrarme, pero ni si quiera eso lograba.
A la hora de la comida me dirigi a la puerta del instituto. Es lo que siempre habia hecho. Era una especie de automarginacion que me mantenia a salvo, a salvo de la comida, de los insultos, de la pena... No me importaba pasar alli la hora y media que establecian los horarios. Me gustaba ver las nubes atravesar el cielo, me gustaba ver los coches pasar, enfrascarme en algun buen libro o escuchar buena musica y dejarme llevar. Era un sitio publico, pero lo hacia mio, y eso me gustaba.
"Tengo una vida de lo mas aburrida" me repetia continuamente. Y cada vez que la abuela me veia así me decia que saliese, que disfrutara y que si no disfrutaba me iba a arrepentir. Pero a mi me gustaba la soledad. No era de esas personas que necesitan estar emparejadas de por vida o rodeadas de falsas amistades para conocer su propia identidad. Yo sabia quien era. Para los demas era la chica rara. Para mi, simplemente yo. No habia ni trampa ni carton.