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Carlos se levanto a media noche. Note sus silenciosos pasos hacia mi habitacion. Tan cauteloso como de costumbre abrio la puerta y se deslizo junto a mi. Rapidamente me gire y le abraze. Mi hermano no acostumbraba a tener este comportamiento, pero en tal dia como ese se lo permitia. Note sus pies frios junto a mis rodillas mientras me abrazaba los brazos con fuerza. Iba a romper a llorar en cualquier momento. Es un chico valiente, pero en tal dia como aquel supe que necesitaba compañia. Yo tambien la necesitaba pero mi orgullo me lo impedia. Solia tragarme las lagrimas, y mostrar una falsa sonrisa de suficiencia a los demas. Me gustaba que los demas me viesen como una persona valiente. Pero yo sabia que era demasiado debil. Las primeras lagrimas cayeron resbalandose de sus mejillas y mojando la almohada. No tardo mi cama en inundarse a causa de nuestras lagrimas.

La razon por tanto llanto no fue otra que el miedo y la soledad. Hacia menos de tres horas que nos habian comunicado el accidente que nuestros padres habian sufrido regresando a casa desde el supermercado. En la colision frontal, no habia sobrevivido nadie. Cuando el inspector de policia, jefe de mi padre, se acerco por el camino de grava hacia la puerta, yo ya sabia que algo iba mal. La noticia solo confirmo mis tristes esperanzas.

Abrazados cual dos almas desconsoladas dormimos toda la noche.

No queria que se filtraran los primeros rayos de luz entre las cortinas. Ver las miradas de falsa tristeza de mis compañeros de instituto solo lograria derrumbarme mas. Que me brindaran su apoyo cuando nunca me habian dirigido la palabra me molestaria, y de una manera increible.
Simpre habia sido de esas chicas que no encajaban, de las que prefieren ser ellas mismas a una copia barata de alguien, y a mi solo se dirigia la gente para gastarme de esas bromas pesadas que no gustan a nadie, solo a los que las hacen claro, o para que le ayudara en los proyectos cooperativos.

Al levantarme esa mañana, el suave olor del cafe recien hecho me envauco. Fue como levantarme un dia normal. Cuando termine de bajar las escaleras, el ruido del tostador me despertó de mi sueño. Si mi hermano seguia en la cama y yo no habia hecho el cafe ni las totadas, ¿quien estaba en casa? Fui corriendo el resto de trayecto. Para mi sorpresa la abuela estaba alli. No sabia si alegrarme o enfadarme con ella. Nunca nos habiamos llevado del todo bien. Recuerdo los amargos veranos que pasabamos con ella en la granja del tio Bernabé. Nunca me prestaba atencion, mi hermano y mis primos siempre ocupaban la atencion de todos. Eso no significa que le eche la culpa de nada. Mi hermano es de psicologia dificil, y era logico que atrayese la atencion. No significa eso que este loco, solo que no es como los demás, es un crio especial. Y ellos, mis primos, bueno, son diferentes a mi. Pero a causa de eso tuve que madurar antes, reprimir mis miedos y por consiguiente, abandonar mi infancia.

En cuanto me vio aparecer por la linde de la puerta su cara cambio radicalmente. Se pensaba que era Carlos. Iniciamos una conversacion, o por lo menos algo que se le parecia.

-Buenos dias- me dijo cogiendo un vaso del fregadero.

-Hola-conteste yo. -¿Qué tal?

-¿Cómo habeis dormido?

-¿Qué haces aquí?-pregunte desafiante

-Eso no es lo que te he preguntado- me respondio cortante

-Y me da exactamente igual-respondi-¿por qué de repente te preocupas por mi?

-Alicia no empecemos, no es el momento.
-Nunca ha sido el momento de hablar nada conmigo, de darme un buen abrazo, de nada...es como si yo no hubiera existido para ti.

-Creo que por tu parte yo tampoco he recibido nada, no pienses que la gente siempre se va a compadecer de ti, si tu no das, los demas no tienen porque dar.

-¡Soy solo una cria!-grite-No se como hacer frente a mi vida. Todos siempre habeis pensado que me las apañaba sola. Ninguno veia mis lagrimas, ni mi esfuerzo. Solo os interesaba el resultado.

Me estaba poniendo muy nerviosa, y cuando esto pasasba nada bueno ocurria, era una persona un tanto impulsiva y me arrepentia de serlo. La abuela a consecuencia cerro la puerta de un golpe. Sabia que la discusion habia acabado y habia perdido. Entre en la cocina, sin decir palabra abri la nevera y cogi una manzana, en cuanto la cerre la abuela me abrazo por detras. No la correspondi hasta que me dijo que habia estado años observandome, a cada momento, salvaguardando las distancias, pero siempre conmigo, pero que yo nunca la habia visto. Fue una sensacion dificil de explicar, como si algo se hubiera activado dentro de mi, como si la parte amable, debil y dulce que tanto habia escondido saliese, como los caballos redescubren las grandes praderas cada primivera tras el largo invierno.

Mi hermano tardo en bajar, le dejamos dormir toda la mañana, y yo me refugie bajo la manta de mama en el sofa. A la hora de comer, no hubo conversaciones interesantes. La abuela me pregunto que si saldria por la tarde, tras lo vivido no deberia reime en su cara, pero lo hice.

- Que poco me conoces-dije- ¿Cuando he tenido yo amigos, cuando alguien se ha interesado por mi?

-¿ Intentaste hacer algo al respecto?-respondio

-Mirame-le dije desafiante-no puedo hacer nada. Tampoco hubiera sabido como hacer algo, abuelita-dije con tono burlon y segun terminaba de hablar, deje el vaso de agua de un golpe y se derramo parte del agua que contenia.

-Haz el favor de sentarte-dijo ella nerviosa. Yo me gire sonrei ironicamente y sali del comedor, dando un portazo, escaleras arriba, hacia mi habitacion.

Me sente en la cama y observe a los niños jugando en la calle. Llore. Creo que nunca lo hice tan desconsoladamente, pero nadie lo escucho. Fue un llanto tan silencioso que me estaba destrutendo por dentro.

Horas mas tarde alguien llamo a la puerta, por el sonidito leve y timido supe que era Carlos. Le deje entrar. Era un mocoso adorable, el unico que habia estado conmigo. Nos apoyabamos el uno al otro. Le queria. Era la pura verdad. Le queria y punto.
Entro con el guante de beisbol de papa y el bate que le compramos para su cumpleaños. No hacia falta que dijese nada. Sabia lo que queria. Salimos al jardin de atras. Parecia que el otoño acompañaba mis sentimientos. El frio se colaba por mis huesos y las hojas al caer se estaban empezando a acumular en pequeños montoncitos arremolinados por el viento. Mi madre solia encargarse del cuidado del jardin. Se notaba su ausencia. Y el jardin en su conjunto parecia pedir su ayuda.

Jugamos durante toda la tarde. Pareciamos no estar cansados. En cierto modo nos hizo olvidar, y lo agradecimos. La abuela no se marcho y parecia que no tenia planes para hacerlo. Mi subconsciente sabia que iba quedarse. Por mi bien y por el de mi hermano. Pero...pero...realmente yo no sabia porque no queria que se quedara. Tal vez necesitara soledad. Tal vez no queria que alguien se compadeciera de mi. Tal vez necesitaba mi espacio. Tal vez necesitaba tiempo y reflexionar. Tal vez no la necesitara, aunque tal vez si.

No tardo en anochecer, y yo subi directa a la habitacion. No queria cenar. Solo queria dormir. Descansar y dejar que el tiempo pasase.

No tarde en quedarme dormida. Aunque no sabia si realmente eso serviria para huir de mis pesadillas.

ResurgirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora