10. El final del trato.

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JeonGguk arquea la espalda, sollozando con voz dolorida y temblorosa el apellido de TaeHyung, porque es tan buena la manera en que está siendo cogido, porque la sacudida de su cuerpo, la acumulación de buenas sensaciones en este y el chapoteo de sus pieles le llevan a esta burbuja en donde es solamente un omega siendo criado, donde no es una persona con un sinfín de problemas, de preocupaciones y una que otra tristeza.

Sollozos, gemidos, jadeos, oraciones mal  dialogadas y carecientes de coherencia; TaeHyung está admirando y presenciando esta bonita y caliente y desesperada etapa de JeonGguk, y su alfa sabe que será demasiado difícil de olvidar. Hay una punzada en su pecho, una que avisa el desacuerdo del rumbo de este encuentro, que pide un cambio y que el mayor no está seguro de complacer.

TaeHyung no se entera del ritmo que pierde, es de hecho imperceptible; por eso se sorprende cuando JeonGguk le empuja para colocarse sobre él y montarlo. Aún sorprendido, el alfa posa sus manos en los blanquecinos muslos ajenos, moliendo la carne con sus manos, disfrutando la facilidad con la que se tornan en un poco rojizos.

Imperceptible, el ritmo de los embistes no se había perdido en absoluto, pero JeonGguk sintió un cambio pequeño y sutil en el sexo; de una manera demasiado natural, tan perdido en el acto que le resulta normal, tan perdido en follarse a sí mismo que el disfrute le prohíbe sentir lo alarmante del hecho de que su omega ya percibe los pequeños cambios del humano en el alfa, en este alfa, en su alfa.

Mío, mío.

El sentimiento y sensación de posesividad le ciegan en totalidad, por eso su ritmo aumenta y les es inevitable llegar al clímax.

Agotados, agitados, abrazados y en silencio, JeonGguk se rinde al sueño tras el cansancio y la abrumadora idea de posesión, TaeHyung le permite descansar y no pasa demasiado tiempo cuando el sueño lo atrapa entre sus pensamientos y sensaciones.

(...)

Gira sobre su lugar en la cama, tanteando con su mano y así enterándose de la ausencia del omega. Se toma un tiempo, no se levanta de manera abrupta porque mira la hora en el reloj, no sabe cómo es que ha dormido tanto, si no fuera por la desaparición del sol en el cielo probablemente pensaría que el reloj digital en su mesa de noche está averiado. Oficialmente son las nueve de la noche, no ha tomado una decisión sobre el final de esta noche, pero realmente no necesita hacerlo, después sabe que es así cuando se levanta con pereza en busca de cierto pelinegro y no lo encuentra en ningún rincón de la casa.

Le sorprende que se haya marchado, pero se sorprende más porque cae en cuenta de lo sumamente sencillo que era escapar en los días anteriores y este chico simplemente no lo hizo.

TaeHyung va con prisa hacia su armario y su vista no enfoca detalle alguno más que un zapato en específico en el que se ubica un teléfono celular que no forma parte de sus pertenencias.

JeonGguk se fue.

Sin teléfono, sin avisar y sin esperar.

No es que esperara un beso de despedida, no su parte racional. Pero como mínimo se imaginó una paliza, un mal comentario, un buen golpe, algo.

Sin embargo obtiene esto; una ausencia, una duda y un sentimiento creciente de vacío.

(...)
Lo primero que JeonGguk hace al salir del edificio es correr más que un par de calles sin mirar atrás. Se encuentra agitado cuando encuentra a la primera mujer que luce sumamente noble, pero aprovecha esto para acercarse y con ausencia de estabilidad y aire le llama.

—¡Hey!, lo siento por la molestia, ¿podrías prestarme tu teléfono? Necesito hacer una llamada, soy un turista y perdí mi teléfono y mi hermana no...—La chica lo nota genuino, al menos en la desesperación lo es.

Los chicos lentos son tomados [TK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora