¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
❝La mascota del profesor, si soy tan especial
¿por qué soy un secreto? si, ¿que demonios es esto?
— Teacher's Pet❞
━━ ˓ ֹ 𖥻 INQUIETA Y CAOTICA. La delicia del reino era considerada un problema pero como era habitual, el rey prefería hacerse el ciego y el sordo cuando se trataba de su dulce niña. La necedad de su majestad encolerizaba a la reina consorte; " un hombre debe desposarla para calmarla, mi amor" exclamó una tarde en el Torreon de Maegon, a lo que el rey declinó dicha petición si bien, deseaba comprometer a la princesa, sin embargo, el anhelo del viejo era que contrajera nupcias con quien creyera adecuado.
Aun así, dicha gentiliza culminaría cuando rumores indebidos brotaron por cada rincón del reino provocando que, Viserys Targaryen primero con el nombre, se decidiera conseguirle un esposo digno a la primogénita que tanto protegía; desde luego, un trato político se trazo al comprometerla con Ser Laenor Velaryon. No obstante, la princesa logró salirse con la suya y liberarse de esa unión destinada a la inigualable infelicidad. La muerte de Ser Joffrey Lonmouth fue el detonante perfecto para deshacer el compromiso, el mismo día que supuestamente se casaría. Según ella, 'los dioses han enviado una señal que predice mi infelicidad, padre. Me rehúso a ser una reina desdichada'. infelicidad. Antes estas palabras, el rey, resignado, aceptó la decisión de su hija.
— Estoy cansado, Rhaenyra.— Dijo Viserys al frotarse las cienes de la cabeza.— Al partir de este mundo quiero asegurarme que estes feliz con una familia, no sola y enojada.
La princesa observó el comportamiento del mayor algo exceptiva; nuevamente aquella conversación desagradable y la insufrible discusión que los perseguía.
— Mi única familia murió hace bastante tiempo, padre. — Reconoció al borde de las lagrimas.— Quiero ser libre, decidir mi propia voluntad incluso si me he de quedar sola que así sea.
El hombre entre abrió la boca dispuesto en replicar la insolencia, sin embargo, ese nublado día del año 120 d.C marco una diferencia.
Un antes y después.
— ¡Aemond!— Exclamó Rhaenyra, sobresaltada por la entrada de la reina.
La mujer sollozaba con impetuosidad mientras Criston Cole sostenia un pequeño cuerpo. La Targaryen se sorprendió al notar lo sucio que encontraba su hermano menor, pero lo que más la dejó estupefacta fue la ausencia de un ojo en la cuenca del niño. Pese al suceso, él no derramaba ni una gota de lágrima, simplemente esbozaba una ligera sonrisa.
A pesar de que las relaciones con sus hermanos menores no eran favorables ni unidas, existía cierta cordialidad entre ellos.
Prontamente, la escena en la recámara del rey se tornó caótica mientras buscaban desesperadamente a quién señalar. Alicent, con la habitual astucia, intentó cargarle el peso de la culpa a Rhaenyra por la pérdida del ojo del pequeño. Sin embargo, el rey no tardó en intervenir en defensa de su hija. Incluso Aemond, el joven afectado, decidió hablar.
—Madre, fue por mi imprudencia. —Anunció con valentía a lo que los curanderos atendían la herida—. Quería demostrar mi valía como Targaryen, por lo tanto me aventuré a MonteDragón. Aunque algunos piensen que un dragón no es necesario, para mí lo es más que cualquier otra cosa.
Rhaenyra sonrió. Tal parecía que la sangre Targaryen suprimía la Hightower y eso la fascino. Delante las nuevas circunstancias Rhaenyra se aproximó directo a Aemond quien ahora mantenía una mirada sumamente perdida. La reina se hallaba tan ocupada interrogando a sus vástago sobre el incidente que ni siquiera se percato de la presencia de la princesa respirándole en la nuca.
— Dime, hermanito ¿qué dragón salvaje has domado? — Cuestionó juguetonamente al instante de inclinarse a la altura del más joven.
— Vermithor.—Musitó tensándose por la repentina cercanía.— Soy el jinete de Vermithor, hermana.
La mujer colocó con delicadeza la mano encima de la mejilla del contrario como si fuese una tierna porcelana retiro el liquido carmesí que derramaba a los alrededores. Le ofreció una breve sonrisa, provocando que el muchacho se sonrojara.
—Bien, mi querido hermano. —Se incorporó, siendo seguida por el único ojo del chico—. Cuando te recuperes, saldremos a volar.
Alicent Hightower observaba la escena con furia pues, para nadie era un secreto que la princesa no era de su agrado añadiendo que desde un inició hubo una rivalidad que ni el amor del rey pudo aplacar. No obstante, la hostilidad no se vio reflejado hacia los medios hermanos que la soberana parió al contrarió, Rhaenyra buscaba forjar un vinculo a pesar del repudió constante por parte de la Hightower
— No te equivoques, princesa.— Confronto bruscamente al tomarla del antebrazo.— No conducirás a mi hijo a lo impuro.
— Usted no se equivoque, mi reina.— Se soltó del agarre. La sonrisa cordial que había mantenido se borró en cuestión de segundos — frente a usted está la futura señora de los siete reinos, majestad, a lo que su posición solo será un recuerdo como la concubina de mi padre, el rey. La princesa se acercó directo a Viserys al cual le plato un sonoro beso en la mejilla, exclamó abiertamente: — Padre, si me permites. Mi buena voluntad es ser más hermana de mis hermanos. Me parece negligente estar presente pero ausente en sus vidas por eso, con respecto a Aegon, Helaena, Aemond y Daeron permíteme guiarlos por el buen camino incluso que sean aptos para ayudarme a gobernar una vez que sea nombrada reina.
El rey se entusiasmo por la propuesta. Mientras la reina le urgió recriminar la idea pero, basto con la severidad de la mirada de su esposo para amordazar la lengua, sin duda alguna el rey deseaba unir más que nunca a su familia ante las diferencias que las separaba. Se sintió gratamente complacido por el cambió drástico de la princesa al punto que la discusión previa al incidente quedó en el olvido.
— Decretó que mi hijo Aemond al recuerarse aprenda a volar sobre Vermithor acompañado de Aegon, Helanea, Aemond, junto a la princesa Rhaenyra. El príncipe Daeron aun es muy joven para estar en los cielos.
— Como ordené, mi rey— se inclinó la princesa esbozando una sonrisa de victoria.— Abandonaré la habitación con el fin de que atiendas cómodamente a mi hermano, mi rey y mi reina.
Tal como lo dijo, la princesa se marchó no sin antes de pasar por el lado de Aemond y darle un apretón en el hombro; perdió un insignificante ojo pero, ganó la gloria tras reclamar aun dragón. Digno, era digno de poseer el apellido Targaryen.
Dos destinos se entrelazaron indudablemente.
El caos quedaría reducido por la presencia de ellos.
❝Los dioses apostaron en el nacimiento de la princesa de Rhaenyra sin imaginar cuan problemática seria . No olvidéis que, la historia solo recuerda los nombres, y así la era de Rhaenyra Targaryen sería inmortalizada.❞
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ENTRE MÁS VOTOS Y COMENTARIOS SALDRA EL PROXIMO CAPITULO.