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La semana siguiente se le hizo eterna.

En el orfanato Lackwish había tanto niños como niñas, aunque en la mayoría de actividades se separaban a los niños por sexo.

Entre las niñas Lia no era la más popular ni mucho menos, se había ganado la reputación de chica rebelde que desafía a las reglas, contradeciendo a las monjas, escapándose o gastando bromas de mal gusto.

Las monjas hacían todo lo posible para que la chica se quedara sin amigas, difundiendo mentiras sobre ella, castigandole durante horas en la sala de pensar...

Lia no podía odiarlas mal, ella no pensaba que hubiese hecho nada tan malo, a parte de tener una opinión propia, una personalidad.

Las demás niñas parecían atontadas, totalmente a merced de las monjas, todas menos una.

Virgie Hornbeam, había sido hija de un padre soltero que le llevaba de aventuras, hasta que un día murió en un accidente de coche, camino a lanzarse en paracaídas por primera vez, con su hija.

Irónico.

Virgie no tenía más familia y habia acabado aquí, ella tampoco era precisamente la favorita de las monjas.

Era una joven de 14 años, castaña con el pelo rizado y los ojos azules y morena de piel. Su rasgo más distintivo era una fea cicatriz en su cara, que pasaba diagonalmente por su ceja, producto del accidente.

Sus actitudes poco femeninas desencajaban con la educación que nos daban las monjas.

Virgie se había negado a usar falda porque no se sentía cómoda con ella y cuando las monjas se negaron a darle pantalones apareció en ropa interior en el comedor.

Esto desquició a las monjas, paso tres días en la sala de pensar, pero consiguió sus ansiados pantalones.

Había sido mi ejemplo a seguir en mi "época rebelde"

Ella era la única razón por la que Lackwish no se había convertido en un infierno.

Y ahora iba a dejarla sola, con todas esas estúpidas niñas. Sin embargo, cuando le di la noticia, y la de verdad, ya que según las monjas iba a ir a un puto manicomio, se alegró muchísimo por mí.

Inexplicablemente no le chocó tanto como a mí el hecho de que la magia era real, no me tomo por loca y me creyó con total seguridad.

Sólo pudo alegrarse por mi, por eso la apreciaba tanto.

Cuando llegó el día me levanté temprano, y me preparé.

Cuando salí corriendo hacia el jardín ignorando a las monjas Virgie me estaba esperando allí. Estaba mirando fijamente al hombre que estaba parado al otro lado de la valla.

Si se podía llamar hombre, ya que media más de dos metros de alto y por lo menos uno de ancho, además se pelo y su barba le cubrían toda la cara.

Estaba parado al lado de una motocicleta con un sidecar al lado, que parecía a punto de caerse a cachos.

"Es interesante" dijo Virgie finalmente.

Le miré con suficiencia "Oh, ve tú con el entonces" dije sarcásticamente.

Ella me giró para que le mirase directamente "Recuerda cabeza alta" eso era algo que solia decirle su padre, cuando estaba a punto de hacer algo que le asustaba.

"Corre ve" me indicó.

Me despedí con una abrazo y caminé hacia el inmenso hombre.

"¡Señorita Hornbeam regresé inmediatamente!" Alcancé a escuchar a mi espalda pero yo seguí hacia delante, cabeza alta.

Lia BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora