El viaje de un fragmento del Rey de los monstruos

Una cita y una masacre

Se puede escuchar el repiqueteo de las gotas de agua cayendo en la ducha, mientras un leve vapor se extiende, empañando las puertas de vidrio e impidiendo que cualquier persona pueda vislumbrar el hermoso cuerpo de la mujer que se encuentra actualmente ocupando la habitación.

Dentro de la ducha, grandes cantidades de agua se deslizaban a través de su escultural cuerpo, remarcando la sensualidad y lo atractivo de cada parte de su ser: una piel perfecta y delicada, sin imperfecciones, con algunos lunares en lugares bien coquetos; su corto cabello rubio, mojado pero al mismo tiempo suave; sus pequeños cuernos negros que reafirmaron su encanto; una delgada cola se balanceaba con delicadeza, salpicando gotas de agua en las paredes; y su gran trasero de burbuja que acentuaba aún más su belleza, los pequeños pechos alegres y vivaces junto con sus pezones tan suaves y rosas; su hermoso rostro con una cara de satisfacción y relajación mientras el agua caliente corría por su cuerpo.

Pero toda esa tranquilidad se fue por el desagüe cuando escuchó el golpeteo de la puerta, junto con la voz estridente y molesta de su hermana.

— ¡Lía, llevas como 2 horas dentro de la ducha, ¿te piensas morir ahí dentro o qué? ¡Sal de una vez! —exclamó su hermana.

— ¡Yo también tengo que alistarme para estar lista para la reunión con tu novio, así que apresúrate! —añadió con impaciencia.

— ¡30 minutos más y salgo!

— ¿30 minutos más? ¡Te has vuelto loca! ¡Faltan 4 horas para la cita y yo todavía no he elegido mi ropa!

— Está bien, ya salgo —dijo para que unos momentos después abriera la puerta, con una toalla en la cabeza y otra rodeando su cuerpo.

— ¡Espera, ese aroma y esa textura de tu cabello! ¿Usaste mi acondicionador especial que ordené por internet, verdad?

— No, claro que no —respondió Lía con calma, mientras movía una de sus manos atrás de su cabeza y su cabello se balanceaba suavemente para mostrar lo suave y brillante que era.

— Maldita sea, lo dejaré pasar por esta vez porque es una ocasión especial, pero después mantén tus asquerosas manos de gata ladrona de mis cosas.

— Querrás decir nuestras cosas, después de todo somos hermanas: lo tuyo es mío y lo mío es mío.

— Eso no tiene ningún maldito sentido: lo mío es mío y lo tuyo es tuyo, así que aléjate de mis cosas.

— Ajá, sí, sí, eso mismo.

¡Eres una estúpida de mierda, mejor vete a prepararte!

Cambio de escena.

3 horas después.

En el Monster Company, baño exclusivo.

En una gigantesca tina llena de agua tibia y pétalos de rosas, se podía vislumbrar al rey de los monstruos, Orochi, rodeado de una docena de demonios femeninas.  las cuales con esponjas y herramientas y algunas con sus cuerpos desnudos, limpian el cuerpo de Orochi.

Pero algo era diferente: su estatura, su cuerpo y su rostro habían cambiado. Ya no medía 5.98 metros, sino 3 metros. Su constitución física, antes monstruosamente fuerte, ahora era más delgada y ágil, dando la representación de que su cuerpo está hecho para la destreza marcial. Su rostro, anteriormente compuesto por múltiples bocas apiladas, ahora parecía un rostro humano agrietado y fragmentado, una máscara hecha de hueso increíblemente blanca que aún podía expresar facciones y emociones.

Cuando todas las demonios terminaron de limpiar su cuerpo y retiraron la espuma y el jabón aromatizante, Orochi salió de la tina. Antes de abandonar el baño, elevó la temperatura de su cuerpo evaporando cada gota de agua.